Octavio Paz. Las palabras del árbol
Elena Poniatowska
Testimonio
Plaza & Janés, 231 págs.
Elena Poniatowska
Testimonio
Plaza & Janés, 231 págs.
Hace un par de meses Elena Poniatowska declaró: «Nunca he considerado valiosa mi propia experiencia, de ahí tantas entrevistas, tantos testimonios, tanto interés por la vida de otras personas». Volcada hacia afuera, ávida, preguntona, desinhibida, «su propia experiencia» se vuelve realmente valiosa, pues, como periodista y como amiga, se centra en la figura capital de las letras mexicanas de la segunda mitad del siglo. Octavio Paz. Las palabras del árbol contiene entrevistas, cartas, fragmentos de poemas, párrafos de libros, anécdotas; da testimonio de la participación de Paz en los conflictos de su tiempo: poeta sin torre de marfil.
Escrito en segunda persona, Poniatowska platica con Paz: «en 1950 publicaste…», «nunca te he visto quedarte callado…». El libro se divide en enunciados de estas dos especies: sobre la biografía de Paz y sobre su personalidad.
Párrafo aparte merecen las fotografías. Aunque la calidad de la impresión está lejos de merecer elogios, las fotos valen buena parte de lo que cuesta el libro. Quien admira profundamente a una persona, sabe lo que un álbum de fotos significa. Como si quisiéramos aprender de sus gestos, de su corbata, de su manera de recargarse en un árbol. Paz con Borges, con Cortázar, con Fuentes; la madre de Paz, su hija, Marie-Jo; Paz niño, joven, viejo… De Octavio Paz no conozco un álbum mejor.
Su cariño por Paz desemboca frecuentemente en excesos líricos; si uno comparte ese cariño, pueden pasarse por alto. A grandes rasgos es un texto laudatorio, pero aquí y allá Poniatowska manifiesta su desacuerdo; cuando algo no le parece, también lo dice. Creo que la proporción es acertada: Octavio Paz tiene más méritos que piedras en el zapato.
Conclusión 1: entusiastas de Paz, adelante, lo van a saborear.
Conclusión 2: para los no iniciados es un buen acercamiento, salvo que, tratándose de un escritor, no hay mejor acercamiento que leer sus libros.
Escrito en segunda persona, Poniatowska platica con Paz: «en 1950 publicaste…», «nunca te he visto quedarte callado…». El libro se divide en enunciados de estas dos especies: sobre la biografía de Paz y sobre su personalidad.
Párrafo aparte merecen las fotografías. Aunque la calidad de la impresión está lejos de merecer elogios, las fotos valen buena parte de lo que cuesta el libro. Quien admira profundamente a una persona, sabe lo que un álbum de fotos significa. Como si quisiéramos aprender de sus gestos, de su corbata, de su manera de recargarse en un árbol. Paz con Borges, con Cortázar, con Fuentes; la madre de Paz, su hija, Marie-Jo; Paz niño, joven, viejo… De Octavio Paz no conozco un álbum mejor.
Su cariño por Paz desemboca frecuentemente en excesos líricos; si uno comparte ese cariño, pueden pasarse por alto. A grandes rasgos es un texto laudatorio, pero aquí y allá Poniatowska manifiesta su desacuerdo; cuando algo no le parece, también lo dice. Creo que la proporción es acertada: Octavio Paz tiene más méritos que piedras en el zapato.
Conclusión 1: entusiastas de Paz, adelante, lo van a saborear.
Conclusión 2: para los no iniciados es un buen acercamiento, salvo que, tratándose de un escritor, no hay mejor acercamiento que leer sus libros.
