Dos aproximaciones estéticas a la identidad nacional
Luis Xavier López Farjeat y Héctor Zagal Arreguín
Ensayo
Universidad Autónoma de Nuevo León. México. 1998, 121 págs.
Luis Xavier López Farjeat y Héctor Zagal Arreguín
Ensayo
Universidad Autónoma de Nuevo León. México. 1998, 121 págs.
Discursos sobre la identidad nacional hay muchos. Lo difícil es encontrar uno que añada comprensión a nuestro entendimiento de una forma tan elusiva como “lo mexicano”, uno que no se entretenga en hacer burla de que en México somos “malhechotes”, impuntuales, machistas… que no haga leña del árbol caído. El libro de Zagal y López Farjeat (ganador del Premio Nacional de Ensayo Raúl Rangel Frías) propone al barroco y al surrealismo como elementos que configuran -que dan su figura propia y caracterizan- el alma nacional, sin ser los únicos. Aun para los escépticos, los que rechazan la posibilidad de aislar “la esencia de lo mexicano” (entre los que sospecho se cuentan los autores), este ensayo emparenta razonablemente el origen de nuestra conciencia nacional con el apogeo del barroco, y el espíritu del surrealismo con un fondo premoderno perteneciente a nuestra parte indígena.
El barroco -afirman los autores- es la mejor expresión del modo de ser mexicano, y se ocupan en explicar la capacidad de este movimiento cultural para manifestar la complejidad de un pueblo mestizo. Pero el barroco no es la forma culta que un pueblo constituido elige para mostrarse, sino el cauce que un pueblo en formación adopta para irse moldeando. Por eso el barroco está en la raíz de lo mexicano.
Y ¿por qué una estética europea como el surrealismo prende con tanta fuerza en México? ¿Qué ven los surrealistas en nuestra cultura, que los hace pensar que éste es el auténtico surrealismo? Algo había -¿hay?- en el fondo del alma mexicana, que ya era el surrealismo hecho vida. El mérito de Zagal y López Farjeat es despejar estas incógnitas, y ofrecer un ensayo bien escrito y auténticamente ensayo: que tantea, que arriesga y que sugiere.
El barroco -afirman los autores- es la mejor expresión del modo de ser mexicano, y se ocupan en explicar la capacidad de este movimiento cultural para manifestar la complejidad de un pueblo mestizo. Pero el barroco no es la forma culta que un pueblo constituido elige para mostrarse, sino el cauce que un pueblo en formación adopta para irse moldeando. Por eso el barroco está en la raíz de lo mexicano.
Y ¿por qué una estética europea como el surrealismo prende con tanta fuerza en México? ¿Qué ven los surrealistas en nuestra cultura, que los hace pensar que éste es el auténtico surrealismo? Algo había -¿hay?- en el fondo del alma mexicana, que ya era el surrealismo hecho vida. El mérito de Zagal y López Farjeat es despejar estas incógnitas, y ofrecer un ensayo bien escrito y auténticamente ensayo: que tantea, que arriesga y que sugiere.
