Nuevos cuentos de Bustos Domecq
Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges
Cuentos
Emecé. Buenos Aires, 2004. 173 págs.
Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges
Cuentos
Emecé. Buenos Aires, 2004. 173 págs.
Esta es la última entrega de la prodigiosa serie de cuentos escritos por Bioy y Borges, aparecida por primera vez en 1977. Los nueve relatos que componen el volumen transpiran humores sulfatados e inteligentes, con los signos esenciales de ambos escritores: ironía, intriga, planteamientos metafísicos, trivialidades.
Quien los lea descubrirá que la burla suele esconder al dolor y que el humor negro es, muchas veces, la solución más factible para la realidad.
Son historias acrisoladas por el ingenio de un par maestro de amantes de la literatura, cuya formación y lecturas se escapan por entre las líneas de la edición de Emecé.
Y, ¿quién es Bustos Domecq? ¿El protagonista de estas historias, el Sherlock de Bioy y Borges?, ¿un mito? No, nada de eso. Aunque se dice que el doctor Honorio Bustos Domecq nació en la localidad de Pujato en 1893, la verdad es otra. Fruto de una generosa tertulia, los dos argentinos decidieron publicar con este pseudónimo algunos cuentos escritos a cuatro manos y la fórmula funcionó en repetidas ocasiones.
Se trata del remate a un experimento brillante: la fusión Bioy-Borges, dos elementos de la química literaria irrepetibles en la tabla periódica de la narrativa universal.
Quien los lea descubrirá que la burla suele esconder al dolor y que el humor negro es, muchas veces, la solución más factible para la realidad.
Son historias acrisoladas por el ingenio de un par maestro de amantes de la literatura, cuya formación y lecturas se escapan por entre las líneas de la edición de Emecé.
Y, ¿quién es Bustos Domecq? ¿El protagonista de estas historias, el Sherlock de Bioy y Borges?, ¿un mito? No, nada de eso. Aunque se dice que el doctor Honorio Bustos Domecq nació en la localidad de Pujato en 1893, la verdad es otra. Fruto de una generosa tertulia, los dos argentinos decidieron publicar con este pseudónimo algunos cuentos escritos a cuatro manos y la fórmula funcionó en repetidas ocasiones.
Se trata del remate a un experimento brillante: la fusión Bioy-Borges, dos elementos de la química literaria irrepetibles en la tabla periódica de la narrativa universal.
