La piel muerta
David Miklos
Novela
Turquest Editores. Barcelona, 2005. 83 págs.
David Miklos
Novela
Turquest Editores. Barcelona, 2005. 83 págs.
Un hombre sale de un crematorio y entrega las cenizas de su madre a la primera persona que encuentra en la calle. Este acto que parece todo lo contrario a una auténtica despedida, antecede una historia marcada por el sentido del último gesto. Para comprenderlo así, el lector de La piel muerta debe ser activo.
David Miklos recurrió a historias que admiten varias lecturas y que exigen la reconstrucción de fracciones narradas por varias voces en un tiempo no lineal. No se trata de anécdotas de diferentes personajes, con sólo algunas coincidencias entre ellas. Es en definitiva una sola historia. Está contada como una sinfonía, hay un mismo tema pero ningún instrumento lo interpreta igual.
Otro factor de unidad es el escenario. En el inexistente Puerto Trinidad la introspección, el alejamiento de lo familiar, la soledad, la espera, la añoranza y la búsqueda de una identidad cobran sentido. Tal logro no fue resultado de la casualidad, sino de cinco años de trabajo de Miklos. Es su primera novela y esperemos que aún nos falten muchas narraciones suyas por leer, antes de que nos sorprenda algún extraño con sus cenizas en la calle.
David Miklos recurrió a historias que admiten varias lecturas y que exigen la reconstrucción de fracciones narradas por varias voces en un tiempo no lineal. No se trata de anécdotas de diferentes personajes, con sólo algunas coincidencias entre ellas. Es en definitiva una sola historia. Está contada como una sinfonía, hay un mismo tema pero ningún instrumento lo interpreta igual.
Otro factor de unidad es el escenario. En el inexistente Puerto Trinidad la introspección, el alejamiento de lo familiar, la soledad, la espera, la añoranza y la búsqueda de una identidad cobran sentido. Tal logro no fue resultado de la casualidad, sino de cinco años de trabajo de Miklos. Es su primera novela y esperemos que aún nos falten muchas narraciones suyas por leer, antes de que nos sorprenda algún extraño con sus cenizas en la calle.
