El turno del escriba
Graciela Montes – Ema Wolf
Novela
Alfaguara. México, 2005. 258 págs.
Ema Wolf y Graciela Montes, escritoras de literatura infantil y juvenil, incursionan en la narrativa adulta con la obra que les hizo merecer el premio Alfaguara este año. El turno del escriba relata la historia de Rustichello de Pisa, un amanuense, rehén en una prisión genovesa que guarda lo que años más tarde sería un codiciado tesoro: las inimaginables y sorprendentes aventuras de Marco Polo, el viajero que llegó a los confines del mundo y a quien tiene ahora por compañero de celda.
Cada noche, el veneciano relata una nueva anécdota que el escriba se encarga de memorizar, transcribir y engarzar con el resto. De la pluma de Rustichello corren las aventuras más osadas, salpimentadas, claro, por su propia mano editora.
Sin embargo, el libro no habla del conocido viajero, sino del escriba y su tarea, lo interesante es este cambio de foco que, como dice una de sus autoras, «muestra la escritura en su faceta esforzada y dificultosa, pero también creativa».
El turno del escriba es una ágil y amena historia, donde la amistad y la complicidad juegan un papel fundamental.
Con Marco Polo, todos somos Ulises, viajamos en el barco de sus narraciones, capitaneado por Rustichello, sin ánimo de volver a Ítaca.
Graciela Montes – Ema Wolf
Novela
Alfaguara. México, 2005. 258 págs.
Ema Wolf y Graciela Montes, escritoras de literatura infantil y juvenil, incursionan en la narrativa adulta con la obra que les hizo merecer el premio Alfaguara este año. El turno del escriba relata la historia de Rustichello de Pisa, un amanuense, rehén en una prisión genovesa que guarda lo que años más tarde sería un codiciado tesoro: las inimaginables y sorprendentes aventuras de Marco Polo, el viajero que llegó a los confines del mundo y a quien tiene ahora por compañero de celda.
Cada noche, el veneciano relata una nueva anécdota que el escriba se encarga de memorizar, transcribir y engarzar con el resto. De la pluma de Rustichello corren las aventuras más osadas, salpimentadas, claro, por su propia mano editora.
Sin embargo, el libro no habla del conocido viajero, sino del escriba y su tarea, lo interesante es este cambio de foco que, como dice una de sus autoras, «muestra la escritura en su faceta esforzada y dificultosa, pero también creativa».
El turno del escriba es una ágil y amena historia, donde la amistad y la complicidad juegan un papel fundamental.
Con Marco Polo, todos somos Ulises, viajamos en el barco de sus narraciones, capitaneado por Rustichello, sin ánimo de volver a Ítaca.
