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Vasili Kalinikov. Del olvido al disfrute

Complicada tarea seguir con la exactitud deseada el número de grabaciones aparecidas mensualmente en el mercado. Brotan en los rincones más extraños de catálogos y tiendas especializadas, discos con atractivos perfiles, dispuestos a incrementar la colección. La erupción alcanza tal magnitud que partituras y obras con añeja preferencia con ganas de colocarlas en el terreno común de lectores y reseñista, han aguardado con inerte paciencia la oportunidad de dar a conocer a compositores relativamente desconocidos, por lo reducido de su obra o la falta de divulgadores de la misma.
Tal sucede con el disco que contiene la Segunda sinfonía de Vasili Kalinikov, acompañada por la Obertura al zar Boris y el Poema sinfónico «El cedro y la palma», del mismo autor. La grabación a cargo de la Orquesta Nacional Escocesa, conducida por Neeme Jarvi, lleva el sello Chandos, el número de serie 8805 y apareció en el año de 1990. Para muchos lectores el nombre de Vasili Kalinikov, puede parecer demasiado esotérico, pues ha desaparecido, casi por completo, de los círculos orquestales; casi nunca es programado en estaciones radiofónicas y las grabaciones a sus partituras son igualmente escasas, mucho menos en formato compacto.
En México, la Orquesta Filarmónica de la UNAM, dirigida por Jorge Velazco, programó la Segunda sinfonía de Kalinikov en años recientes. De no ser por ese esfuerzo, el nombre y la obra del compositor ruso serían inexistentes, al menos para un segmento amplio del público.
Fuego creativo
También ha actuado en contra de la divulgación de sus obras el hecho de su reducido catálogo musical, debido a la prematura muerte del compositor, a los 36 años, víctima de tuberculosis. A pesar de ello, tuvo tiempo de componer dos sinfonías, una suite, un poema sinfónico, música para la puesta en escena del Zar Boris de Alexis Tolstoi, una cantata a San Juan Damasceno, algunos fragmentos para una ópera titulada «El año 1812», y otras obras para piano y canciones.
En cuanto a las obras de concierto del compositor, ninguna deja sentir la intensidad del dolor físico y los efectos de una situación económica difícil, manifestada un año después de haberse inscrito en el Conservatorio de Moscú, mismo que abandonó a los 19 años, para continuar sus estudios en la Escuela de la Sociedad Filarmónica; al contrario, intensidad, vigor y alegría subliman la adversidad.
Durante el año de estudios en el Conservatorio de Moscú, el talento de Kalinikov fue reconocido por Sergei Rachmaninov quien, sin de sentir envidia por el joven genio, buscó obras, contratos y conciertos públicos para salvar, de alguna manera, la desagradable realidad ambiental del estudiante pobre.
De hecho, la popularidad de Kalinikov, después de su muerte, en los primeros años de la presente centuria, se deben en gran medida al triunfo de las gestiones de Rachmaninov. De haber podido sortear la falta de tratamientos efectivos contra la tuberculosis; la capacidad creativa de Kalinikov no hubiera necesitado de estos esfuerzos para ser reconocida de manera natural.
La Segunda sinfonía de Kalinikov estrenada en 1897, tres años antes de la muerte del compositor, ocurrida el 11 de enero de 1901, de factura sustentada en el alma popular rusa, reúne, desde el tema inicial, toda la escuela sinfonista rusa del XIX, en cuanto a influencias se refiere. Pero la obra contiene la personal aportación del talento, reconocida en la orquestación de la partitura, que expresa un total dominio de los elementos instrumentales.
La obra cautiva desde el primer instante, pero sobre todo es en el allegro scherzando, donde la escena rústica, sencilla, manifiesta una alegría y vigor que parecieran extraños en un ser humano próximo a morir, pero en un artista romántico de finales del XIX y principios del psicoanálisis, alimenta el fuego necesario para la leyenda y la especulación sobre los impulsos creativos.

Panorama neo-romántico

Para llegar a reproducir tal calidad musical, se requiere de condiciones similares: disponer de una buena orquesta, un director apropiado y todos los elementos necesarios que convergen en una producción en vivo o en una grabación.
En el caso del compositor convocado para las presentes líneas, se encuentra un apropiado medio de hacerse presente en la atmósfera sonora a través de la Scotish National Orchestra y del director estoniano Neeme Jarvi, quien posee la rara habilidad de tener en su discografía una cifra cercana a los doscientos discos grabados, desde 1983, con diferentes orquestas aparte de la Scotish National, entre las que se encuentran: Gothenburg Symphony, Stockholm Philarmonic, Royal Concertgebow, London Symphony, Chicago Symphony y en años recientes la Detroit Symphony Orchestra, de la que no sólo tiene la batuta sino el legado de Antal Dorati y Paul Paray (de este último recuérdense los discos Mercury living pressence y las maravillosas versiones a Escales de J. lbert; La rapsodia española, La alborada del gracioso, Le tombeau de Couperin de Maurice Ravel, en donde, además del oficio de escuchar música, muchos reconocerán haberse iniciado).
Neeme Jarvi, en cerca de diez años nos ha ofrecido un panorama de compositores nórdicos, rusos y eslavos, principalmente, de fines del siglo XIX y principios del presente, a quienes podemos considerar como neo-románticos. En dichos horizontes ha reactualizado obras poco difundidas de compositores famosos o rescatado del olvido a compositores como Schmidt, Medtner y Kalinikov, además de permitimos escuchar nuevos senderos en los catálogos sinfónicos y de concierto de Shostakovich y Prokofiev, entre otros.
El disco compacto con la Segunda sinfonía y las restantes obras de Vasili Kalinikov, incluidas en el mismo, viene a sustituir a la anterior versión, disponible en el mercado, de Y. Svetlanov. En ella, el oficio de Jarvi, en la dirección orquestal, impone una pulida profundidad al balancear cuerdas, metales y maderas, sin descuidar los tempi que conducen al escucha por los motivos populares rusos.
La maestría también queda manifestada en esa incierta región donde se puede optar por una fácil y «ligera» lectura, o su contraparte, una versión oscura y sombría. Sin embargo, mantiene una interpretación vigorosa, alegre, bien definida con el resultado final de haber escuchado algo bien hecho y bien dirigido.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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