La llamada
Torcuato Luca de Tena
Novela
Planeta. Barcelona. 1994, 373 págs.
Torcuato Luca de Tena
Novela
Planeta. Barcelona. 1994, 373 págs.
Inscrita en esa vieja corriente costumbrista, más bien picaresca, la última novela del español Torcuato Luca de Tena, conocido literato y ahora colaborador de esta revista, se lee con gusto. Después de incursionar ampliamente en la creación poética y en el ensayo histórico con temas de nuestro país y de su patria, vuelve a la novela que le ha valido tantos premios literarios. Seguramente cansado un poco de la seriedad de sus escritos porque esta vez decidió esgrimir el humor y la sencillez, y para alguien que sabe manejar el lenguaje el reto se alcanza.
Descriptivo e intimista, con esa magia que todo buen escritor sabe plasmar en cada línea, la novela atrapa por la gracia y el susurro de las palabras, más que por la historia en sí.
Sócrates Ampuero, el protagonista, narra en primera persona sus andanzas y el itinerario que lo lleva a forjar su destino. “Yo no era hombre de ‘decisiones’ sino de ‘repentes’. Decir que no me gustaba avizorar el mañana es poco decir. Para mí la vida era un presente continuo, un mar con una sola orilla, un tren donde lo único fascinante era el paraje por el que se cruza y en tanto se cruza, no la estación a la que se dirige”.
Una narración sobre la libertad, no con disquisiciones filosóficas o sociológicas, sino encarnada con humor y sencillez en un vagabundo misterioso, un frustrado a los ojos de los demás excepto para unos cuantos que logran entrever la nobleza pertrechada en un corazón arisco.
Descriptivo e intimista, con esa magia que todo buen escritor sabe plasmar en cada línea, la novela atrapa por la gracia y el susurro de las palabras, más que por la historia en sí.
Sócrates Ampuero, el protagonista, narra en primera persona sus andanzas y el itinerario que lo lleva a forjar su destino. “Yo no era hombre de ‘decisiones’ sino de ‘repentes’. Decir que no me gustaba avizorar el mañana es poco decir. Para mí la vida era un presente continuo, un mar con una sola orilla, un tren donde lo único fascinante era el paraje por el que se cruza y en tanto se cruza, no la estación a la que se dirige”.
Una narración sobre la libertad, no con disquisiciones filosóficas o sociológicas, sino encarnada con humor y sencillez en un vagabundo misterioso, un frustrado a los ojos de los demás excepto para unos cuantos que logran entrever la nobleza pertrechada en un corazón arisco.
