La persistencia de altas tasas de desempleo en países industrializados, y de subempleo en naciones en desarrollo, hace que la situación del empleo en el mundo sea sombría. ¿Significa esto que el objetivo del pleno empleo es inalcanzable y que la globalización del comercio y nuevas tecnologías van de la mano de un desempleo estructural? Nada de eso, responde el informe de la OIT: “No hay pruebas de que exista o pueda existir una penuria de trabajo útil de tal magnitud que el pleno empleo deje de ser una meta factible”. La OIT ¾ organización compuesta por representantes de empresarios, sindicatos y gobiernos¾ , sale al paso de la tendencia al cuestionar la meta del pleno empleo que hoy predomina en los círculos académicos y políticos de muchos países. Los autores del informe descartan que asistamos al “fin del trabajo”, como reza el título de la obra del economista norteamericano Jeremy Rifkin. En cambio, achacan la falta de empleo al descenso en la tasa de crecimiento económico.
Dos variantes pesimistas
Parece que en este informe, la OIT arremete contra algunas ideas pesimistas en boga, que considera peligrosas. Este pesimismo muestra dos variantes: ve la globalización de la economía como un obstáculo para el pleno empleo; y anuncia que el constante crecimiento de la productividad hace innecesario que todos trabajen, al menos en actividades mercantiles.
La primera hace hincapié en que la mundialización del comercio y de las actividades financieras, junto con la revolucionaria transformación de la tecnología, llevan a que, si bien las economías crecen, nunca volverán a crear puestos de trabajo suficientes como para restablecer el pleno empleo. Frente a esta idea, la OIT mantiene que la mundialización no tiene la culpa de la adversa situación del empleo; al contrario, ofrece mayores incentivos para aumentar la productividad y el comercio, y puede servir de estímulo al crecimiento económico necesario para alcanzar el pleno empleo.
Pero, ¿no es cierto que los países industrializados están perdiendo empleo porque sus productos han dejado de ser competitivos frente a los de países con mano de obra barata? Para la OIT, no hay que echar la culpa al comercio internacional. Datos correspondientes a Estados Unidos muestran que el empleo en los sectores menos afectados por el comercio internacional (como la construcción y los servicios) siguió la misma evolución que los sectores directamente afectados, sobre todo las industrias manufactureras. Es cierto que en los últimos veinte años aumentaron las exportaciones de los “tigres” asiáticos hacia los países de la OCDE. Pero aún representan una proporción del PIB demasiado reducida de los países industrializados (2% en 1994) para que influyan significativamente en la evolución del empleo.
El crecimiento sigue creando empleo
Tampoco cabe culpar de la pérdida de empleos a la tecnología, asegura la OIT. A pesar de los elevados niveles de innovación tecnológica en Canadá, Japón y Estados Unidos, el número total de horas de trabajo aumentó en los últimos treinta años.
La rápida transformación tecnológica se suele citar también como causa de las crecientes diferencias salariales, por cuanto se piensa que favorece a los trabajadores más cualificados. Pero, según la OIT, en las desigualdades salariales influyen más el declive sindical, la descentralización de las negociaciones colectivas y la desregulación del mercado de trabajo en casi todos los países industrializados.
El informe sugiere que la solución al problema del aumento de las desigualdades pasa por un retorno al crecimiento económico sostenido. Así parece indicarlo la experiencia de Estados Unidos a partir de 1994. Frente a la idea de que en E.U. se crea mucho empleo pero muy mal pagado, el informe destaca que en los dos últimos años el vigor del crecimiento económico y el descenso del desempleo han aliviado la presión que mantenía bajos los niveles salariales y generó empleos mejor remunerados. Estudios recientes muestran que el 68% del aumento neto del empleo a tiempo completo correspondió a las categorías de puestos de remuneración media.
Por otra parte, la noción de “crecimiento económico sin generación de empleo” es infundada. Más bien se estrechó la interdependencia entre ambos. El informe hace notar que “mientras que antes de la crisis del petróleo hacía falta una tasa de crecimiento anual del 2% en E.U. y del 4,3% en Europa para empezar a crear empleo, hoy basta que esas tasas sean un 0,6% y un 2%, respectivamente”.
Frente a lo que a veces se cree, el ritmo de creación de puestos de trabajo se mantuvo constante durante casi todos los últimos 35 años; sin embargo, estuvo por debajo del ritmo de aumento de la fuerza de trabajo.
La utopía del sector no mercantil
La segunda clase de pesimismo corresponde al punto de vista según el cual existe una tasa natural de desempleo, de modo que todo intento de forzarla fracasaría al provocar un aumento de la inflación. Por lo tanto, el elevado volumen de desempleo actual no sería sino un modo de mantener los equilibrios económicos. Ahora bien, la OIT advierte que las patologías sociales que provoca el desempleo de larga duración pueden tener un costo humano y económico insoportable, al convertir en permanentes los subsidios de desempleo.
Otro modo, al menos dramático, de resignarse ante el desempleo postula el “fin del trabajo”: las sociedades post-industriales se caracterizarían por el incesante crecimiento de la productividad y la riqueza, con la consiguiente reducción del número de empleos. Esto dejaría un amplio margen para dedicarse a actividades de realización personal, aunque tal vez sin valor mercantil.
La OIT tacha de “utópica” esta perspectiva que prevé desvincular la percepción de ingresos y trabajo. Se trataría, por ejemplo, de sustituir los salarios por un “ingreso básico del ciudadano”, que podría aumentar o disminuir al tomar parte éste en actividades laborales a tiempo completo o parcial. El informe considera “extremadamente discutible” que la economía haya alcanzado una productividad que permita estos lujos y advierte que “la propuesta de desvincular los ingresos y el trabajo se encontrará con un serio problema de viabilidad financiera”.
Puestos a desmentir creencias muy arraigadas, el informe de la OIT asegura que no hay pruebas empíricas de que el empleo sea cada vez más inestable y la movilidad laboral más frecuente. En realidad, según los datos disponibles, “prácticamente no hay indicios que reflejen una tendencia general de mayor inestabilidad en los principales países industrializados. Las personas empleadas en la actualidad han ocupado su puesto de trabajo entre 6 y 12 años, según los países, y estas cifras no han disminuido”.
Los requisitos para crear empleo
La OIT atribuye el persistente desempleo que afecta a los países industrializados a tres causas principales: las menores tasas de crecimiento económico registradas desde 1973; el insuficiente ajuste de los salarios a la menor progresión de la productividad laboral; y la progresiva marginación del mundo del trabajo de los desempleos de larga duración.
Paralelamente, señala tres requisitos previos esenciales para alcanzar el pleno empleo. En primer término, es preciso aumentar las tasas de crecimiento económico en un contexto que implica reducir los tipos de interés y modelar las alzas salariales. Segundo, hay que establecer mecanismos para que el crecimiento no sea inflacionario, entre ellos, la coordinación de las negociaciones salariales y el refuerzo del pacto social. Tercero, se deben perfeccionar las políticas laborales, entre otras cosas con la “aplicación de subsidios a los empleos de baja remuneración y medidas fiscales destinadas a estimular la contratación de desempleados de larga duración”. El fortalecimiento de la capacitación profesional debería favorecer especialmente a estos grupos más vulnerables.