Suscríbete a la revista  |  Suscríbete a nuestro newsletter

Blanco sobre negro. Metáfora de un adiós

En sus Variaciones sobre un tema, Mallarmé sugiere un poema en donde el texto está ausente. Se trata de una página blanca marcada exclusivamente por signos de puntuación: puntos, comas, puntos y comas, simulando que la melodía poética está desnuda. Mallarmé proyecta el espacio en blanco sobre el poema, que se percibe mejor con la vista; no es audible porque el espacio vacío sin vocales ni consonantes es solamente silencio, signos impronunciables sobre la página.
Según el testimonio de Paul Valéry, Mallarmé comenzaba algunos de sus poemas arrojando palabras sobre el papel para después construir frases y luego poemas. El resultado era una combinatoria lingüística versificada. En el poema cabe, por supuesto, la transgresión gramatical, las oraciones alteradas o algunas frases segmentadas, además de la palabra aislada, solitaria, independiente, significando por sí misma. La intención es muy clara: sugerir un sentido con el simbolismo de la palabra y con la ausencia de la palabra; con el silencio, con el espacio en blanco.
El lenguaje es eso: voz y silencio que intentan referirse a lo real, pero guardando su distancia. La palabra común solamente confronta el nombre con la cosa, mientras que el lenguaje poético no confronta sino que presenta la cosa. Octavio Paz siempre tuvo la convicción de que la función del poeta es transformar, recrear y purificar el idioma, para después compartirlo. La palabra común, la frase, la exclamación que nos sirven para expresar el dolor, el placer, o cualquier otro sentimiento, son reducciones del lenguaje a su mero valor afectivo, pero la realidad indicada por la exclamación permanece innombrada: está ahí, ni ausente ni presente, a punto de aparecer o desvanecerse para siempre. Pero en el lenguaje poético, el poeta no se sirve de las palabras. Paz solía decir que el poeta es el servidor de las palabras. Gracias a la poesía el lenguaje reconquista su estado original: por sus valores plásticos y sonoros, por su carácter afectivo y significativo, el lenguaje poético deja atrás la escisión entre las palabras y las cosas, y se apodera de las cosas: los poemas son la casa de la presencia, son más que palabras, son imágenes y son iconos. Las imágenes poéticas tienen una función icónica en donde por obra de la imagen, hay una reconciliación o un acuerdo instantáneo entre la representación y la presencia de lo real.

Lenguaje: poesía en movimiento

Por su naturaleza dinámica, porque el lenguaje rompe incluso con las leyes sintácticas y gramaticales, porque a la vez que las palabras dicen «esto» dicen «aquello», porque aluden de modo inmediato a la imagen y luego regresan a la palabra, Paz llamó al lenguaje, «poesía en movimiento». El poema nos enfrenta a una realidad concreta que no se encuentra en las palabras a modo solamente de imagen sino que es presencia: la imagen poética no quiere decir, sino que dice.
Los poemas son dinámicos, los signos poéticos son signos en rotación. Esta dimensión móvil que se explica por la constante producción de imágenes y formas verbales que nacen del signo para explicar otros signos, está regida por el ritmo. El ritmo es la distribución periódica de los tiempos poéticos regidos, a su vez, por un orden cósmico cíclico: el día y la noche, la claridad y la oscuridad, siempre volvemos a empezar, el tiempo es continuo tal como lo pensaron los griegos, Nietzsche o Rimbaud. Pero después la física reveló que la figura del mundo se ensancha, el tiempo se hizo lineal y descubrimos que el espacio se expande y se disgrega.
Hay dos poemas extensos de Octavio Paz que fungen como una verdadera revelación del dinamismo verbal y su conexión con las condiciones temporales y espaciales. Son dos poemas que sintetizan el pensamiento y la poesía, el discurso filosófico y la poesía instantánea. Precisamente el discurso filosófico es lineal, se construye lentamente con proposiciones que siguen a otras proposiciones, mientras que el lenguaje poético es instantáneo, se trata de una percepción inmediata que se asemeja a la de un relámpago. El primero de estos poemas es Piedra de Sol, un poema temporal; el segundo es Blanco, un poema espacial.
En ambos casos el problema es el principio y el fin. Piedra de Sol es circular, el tiempo regresa a sí mismo y, por eso, el poema empieza y termina en el mismo lugar, es decir, lo esencial es lo temporal y el intento por integrar la instantaneidad poética al fluir del tiempo:
un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado mas danzante,
un caminar de río que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo
y llega siempre:
Piedra de Sol, escrito en 1957, también es un poema biográfico, de modo que incluso hay cierta analogía entre la temporalidad del poema y la temporalidad de la vida. Blanco, el motivo de estas líneas que rinden homenaje al poeta mexicano, también es un poema extenso escrito en la India en 1966. Este poema reúne la visión que tenía Octavio Paz de la poesía. En oriente lo espacial es más importante que lo temporal y, de la misma manera que Mallarmé distribuye signos en el espacio en blanco, Paz escribe un poema en donde los signos ¾ las palabras¾ están distribuidas en un largo rollo como el que utilizaban los tántricos para sus grabados y, a medida que el poema se lee, las páginas van desdoblándose y extendiéndose en el espacio, ocasionando un doble movimiento: el movimiento de los signos en sí mismos y el movimiento del texto que va apareciendo poco a poco, va desenrollándose como si estuviésemos ante una procesión sacra.
El poema tiene varias partes que son regiones simbólicas lo mismo en su lectura que en su escritura. Estamos ante una combinatoria lingüística y visual similar a la propuesta por Mallarmé: palabras, frases, espacios en blanco que, sin embargo, se conjugan en un espacio: el espacio del poema. Es un texto único que a su vez contiene una pluralidad de textos como si fuese un collage. Al extender el rollo en donde está contenido el texto, encontramos catorce poemas aislados que pueden dividirse en dos poemas independientes y, el segundo, a su vez, puede leerse como cuatro textos separados.
El mundo espacial está dividido en cuatro puntos cardinales que en el poema significan también cuatro colores, cuatro elementos naturales, pero al centro siempre el punto neutro. Todos los puntos cardinales nacen del punto neutro y vuelven a él, el Blanco es un no-color esencial en la composición de todos los colores y, también, todos se funden en él. La intención de Octavio Paz es el retorno al punto neutro, al Blanco, al Absoluto, el punto de partida y el punto de llegada. Pero ahora no solamente hay una alusión a la temporalidad como en Piedra de Sol, sino también a la espacialidad. El punto en donde nace el poema y en el que termina es el mismo: antes de la palabra todo era blanco, después de la palabra todo vuelve a ser blanco, salimos de la matriz y terminamos en la tumba: nada queda más que la realidad en blanco. Y esta misma atadura a la temporalidad y a la espacialidad se hace manifiesta por el hecho de que el poema se convierte en objeto por unos instantes: es un texto corpóreo, un extenso rollo de papel. Desenrollar las páginas de Blanco es un rito que lentamente va desenvolviéndose en el espacio y va simulando un tiempo desde la presencia de un conjunto de símbolos que reunidos vuelven la lectura una experiencia vital; es un rito que va suscitándose palabra por palabra, frase por frase, poema por poema, un rito presencial como el erotismo, un poema móvil que expresa la movilidad de la vida.
Blanco tiene muchas características verbales y visuales. Hablo primero de las verbales que tienen su punto de partida en la distribución de los signos: palabras puras, no hay signos de puntuación ortográfica, solamente rítmica y, por supuesto, temporal mientras el poema se desdobla. El comienzo es una distribución de palabras independientes, sin frases, solamente la palabra ritmada. Además, entre cada signo hay espacios blancos como si fuese una página plagada de palabras en movimiento que aparecen, desaparecen, vuelven a aparecer. La escritura está en el espacio, pero la lectura está en el tiempo. No es posible reproducir con exactitud el poema de Paz, pero el primer segmento es más o menos como sigue:
el comienzo
el cimiento
la simiente
latente
la palabra en la punta de la lengua
inaudita inaudible
impar
grávida nula
sin edad
la enterrada con los ojos abiertos
inocente promiscua
la palabra
sin nombre sin habla
Paz explicaba que Blanco persigue la unión, la separación y la reunión en forma de espiral, de dos elementos: palabra-mujer. Ambos se funden en el poema, del mismo modo que todos los colores se funden en el blanco. Blanco es una forma sensible que refleja el cuerpo femenino y el cuerpo universal: la naturaleza. El poema presenta analógicamente el acto poético y el acto erótico, dos actos distintos que son uno solo, tal y como se expresa en las partes del poema que enfrentan dos textos distintos ¾ de un lado tinta negra, del otro tinta roja¾ que unidos o fundidos producen un tercer texto. Como ejemplo el siguiente fragmento:
Contemplada por mis oídos
horizonte de música tendida
olida por mis ojos
puente colgante del color al aroma
acariciada por mi olfato
olor desnudez en las manos del aire
oída por mi lengua
cántico de los sabores
comida por mi tacto
festín de niebla
habitar tu nombre
despoblar tu cuerpo
caer en tu grito contigo
casa del viento
La irrealidad de lo mirado
da realidad a la mirada
Aquí hay dos poemas que admiten pluralidad de lecturas: como un solo texto, separadas las columnas de la derecha y la izquierda, la columna del centro ¾ en este caso compuesta de las dos últimas líneas¾ o como dos poemas independientes. Sugiero la lectura por separado y luego leer de corrido, como si fuese un solo poema que está unificando las dos columnas y presenta la unión de dos elementos distintos: palabra-mujer. En la versión original del poema hay también una percepción visual que aquí hemos simulado con letras normales e itálicas. Lo que no podemos imitar es el poema desplegado a lo largo de la alfombra.

«Mi casa fueron mis palabras»

La percepción visual de Blanco va más allá del texto desplegado, de los signos distribuidos, los espacios blancos y el negro y rojo de la tinta. Hay una exploración entre sonido, plástica y palabra, un intento por combinar de forma dinámica los signos escritos, la palabra hablada y las sensaciones visuales y auditivas. Octavio Paz construyó un guión cinematográfico del poema. Cinco escenas de distintos colores. Las primeras cuatro: amarillo, rojo, verde y azul; la última vuelve a reproducir la idea del poema que comienza con blanco ¾ antes de la palabra¾ , negro ¾ la palabra¾ , blanco ¾ después de la palabra. El color amarillo alude a la sensación, al fuego, al sur; el rojo es la percepción, la sangre, el oeste; el verde imaginación, tierra, norte; el azul es el entendimiento, el aire, el este. El blanco los funde a todos, es el horizonte, el más allá.
Hay una escena en forma de prólogo: en un cuadro amarillo con un fondo negro se proyectan los dos epígrafes de Blanco, el primero de The Hevajra Tantra y el segundo de Mallarmé. El primero dice By passion the world is bound, by passion too it is released; el segundo dice Avec ce seul objet dont le Néant s´honore. La escena amarilla culmina expresando La pasión de la brasa compasiva; las gamas del rojo aparecen desvaneciéndose poco a poco hasta que La transparencia es todo lo que queda; el verde intenso se combina y lucha contra el rojo y el amarillo, se enlaza entre líneas de color hasta triunfar en El mundo, haz de tus imágenes; el azul se extiende sobre el verde visto, tocado, desvanecido, hasta que La realidad de lo mirado/ da realidad a la mirada. La parte final es un espiral que se extiende como un torbellino que va del blanco al negro, de la claridad a la oscuridad, hasta culminar en el blanco: un cuadro amarillo sobre un fondo blanco y la palabra fin.
La intención de Paz fue enseñarnos que la experiencia poética no es solamente la palabra. Sí, se expresa por palabras, pero da un salto a las imágenes. Solamente ahí, en las imágenes, encontramos las correspondencias, las equivalencias entre los contrarios. La poesía es una asociación de imágenes semejantes que inicia con el lenguaje, pero lo trasciende. El poema dice lo que no podría decirse porque representa desde el lenguaje, pero presenta desde la imagen. El poema presenta y en ocasiones re-crea la realidad y, en ese sentido, es un estar en la realidad, se nos presenta como un discurso que nos hace re-vivir y re-crear el mundo con una sola intención: la ampliación de nuestra experiencia vital. El lenguaje hablado es sonido, ritmo e imagen; el lenguaje escrito es ritmo, imagen y espacio.
Blanco es un espacio sensible: audible y visible. Es tiempo y espacio que se mueven, así como vivir es moverse en un haz de sensaciones. Blanco es un espacio listo para ocuparse; Blanco es el espacio que ha quedado después de ser ocupado. Blanco es lo que había antes de nacer, de vivir, de escribir y de amar; en Blanco quedamos cuando dejamos de vivir, de escribir y de amar. Nuestro mundo es palabra y es imagen, por eso hablamos, por eso hacemos; en Dios hablar y hacer son lo mismo. Blanco se hace negro y negro se hace Blanco. En ese movimiento de la matriz a la vida y de la vida a la tumba, nos queda un recuerdo: la instantaneidad poética, la instantaneidad de la vida y más si Mi casa fueron mis palabras, mi tumba el aire.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

Newsletter

Suscríbete a nuestro Newsletter