Justicia poética
Martha Nussbaum
Ensayo
Ed. Andrés Bello. España. 1997. 183 págs.
Martha Nussbaum
Ensayo
Ed. Andrés Bello. España. 1997. 183 págs.
«La literatura y la imaginación literaria son subversivas», escribe Martha Nussbaum, en Justicia poética, un libro complejo y apasionante que propone que sin literatura —más concretamente, sin la experiencia de la novela—, los jueces no pueden ser buenos jueces, los legisladores buenos legisladores, los economistas buenos economistas. Sin caer en el discurso ingenuo que pretende sustituir la inteligencia «fría y calculadora» con la imaginación literaria, Nussbaum sugiere a la novela realista como afluente indispensable del juicio racional, y no como relevo de la racionalidad desprestigiada.
Destacada filósofa norteamericana, Nussbaum trabajó para una organización internacional encargada de evaluar las condiciones de vida en países del tercer mundo. Pero, ¿es posible evaluar —se pregunta Nussbaum— la calidad de vida de un obrero a partir de algunas cifras «significativas»: metros cuadrados de vivienda, ingreso anual, calorías en su dieta, personas que dependen de él? Racional, humanamente, ¿estaría completo este juicio? Si el evaluador es incapaz de simpatizar —de padecer-con— también es incapaz de comprender. Sin emoción, la inteligencia es superficial, por más que desarrolle intrincados modelos y justificadas soluciones.
La educación política y moral de los ciudadanos se acrisola con la experiencia de la novela, porque no describe «los hechos de la vida desde una perspectiva externa de distanciamiento —como si fueran los actos y movimientos de piezas mecánicas— sino desde dentro, como investidos de la compleja significación que los seres humanos atribuyen a sus propias vidas».
Justicia poética es una lectura que requiere concentración y esfuerzo; los frutos que arroja son —por esa generosidad misteriosa que cifra la vida del espíritu— más que proporcionados. Frente a la superficialidad con que algunos medios de comunicación presentan a las personas que, de esta suerte, nos tocaron por compañeros de viaje, Justicia poética es una nueva educación de la vida en sociedad: una pedagogía de la fraternidad.
Destacada filósofa norteamericana, Nussbaum trabajó para una organización internacional encargada de evaluar las condiciones de vida en países del tercer mundo. Pero, ¿es posible evaluar —se pregunta Nussbaum— la calidad de vida de un obrero a partir de algunas cifras «significativas»: metros cuadrados de vivienda, ingreso anual, calorías en su dieta, personas que dependen de él? Racional, humanamente, ¿estaría completo este juicio? Si el evaluador es incapaz de simpatizar —de padecer-con— también es incapaz de comprender. Sin emoción, la inteligencia es superficial, por más que desarrolle intrincados modelos y justificadas soluciones.
La educación política y moral de los ciudadanos se acrisola con la experiencia de la novela, porque no describe «los hechos de la vida desde una perspectiva externa de distanciamiento —como si fueran los actos y movimientos de piezas mecánicas— sino desde dentro, como investidos de la compleja significación que los seres humanos atribuyen a sus propias vidas».
Justicia poética es una lectura que requiere concentración y esfuerzo; los frutos que arroja son —por esa generosidad misteriosa que cifra la vida del espíritu— más que proporcionados. Frente a la superficialidad con que algunos medios de comunicación presentan a las personas que, de esta suerte, nos tocaron por compañeros de viaje, Justicia poética es una nueva educación de la vida en sociedad: una pedagogía de la fraternidad.