Pocas cosas son tan desconcertantes, como los peligros y riesgos que a través de la tecnología y de los medios se cuelan en nuestra casa y en nuestra vida, asechándonos.
Un ejemplo es el problema que plantea Giovanni Sartori estudioso italiano que visitó recientemente nuestro país- y que en su libro Homo videns. Afirma que la televisión está modificando la naturaleza misa del hombre al disminuir, en los videos-niños, la capacidad de la mente para remitirse a conceptos abstractos sobre los cuales se basa la ciencia y el saber. Ignacio Ruiz Velasco comenta el libro en este ejemplar de istmo.
Agreguemos a ello las guerras por las audiencias y el culto a ese nuevo dios llamado raiting, que con su poder desmesurado puede decretar la vida o la muerte de programas o medios completos y hacer famosos o dejar sin emplea a un sinnúmero de personas.
Periodistas preocupados se llama una asociación y un sitio en Iternet en el que destacados periodistas norteamericanos debaten sobre el futuro del periodismo en todas sus formas. No es solamente el medio, el conducto lo que está cambiando, sino la logística completa de la profesión. José Luis Ortiz explica cómo las audiencias se fragmentan en mil sectores diversos y cómo hasta un solo individuo es capaz de procesar su información y lanzarla al ciberespacio sin requerir ya del medio, del informador, ni del patrocinio publicitario.
Todos estos cambios vertiginosos nos agobian, todavía no identificamos la magnitud de algunos peligros cuando ya surgieron en el horizonte nuevas asechanzas que ni siquiera imaginábamos. Ello sin hablar de los destrozos informáticos con que los famosos dos dígitos nos amenazan en el año 2000 (ver página 8), ni de los problemas éticos que la globalización nos está haciendo evidentes (página 14) o la neurosis acelerada a donde nos empuja el excesivo afán de competencia para no quedarnos fuera de la autopista (ver página 34)
No hay solución a tantas complicaciones, nadie la tiene aún, lo único que podemos hacer es buscar un terreno firme donde poner los pies para, desde allí sortear mejor los cambios y decidir cuando sea posible-, cuáles deseamos y cuáles no. Juan Pablo II insiste en la apertura en no tener miedo, y en pensar con profundidad buscando la verdad y el fondo de las cosas y no quedarnos de interpretación en interpretación.
Postdata. Se valen las felicitaciones: con este ejemplar de enero-febrero iniciamos nuestro 41 año de vida. 1959-1999. ¡Salud!