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Identidad catálogo abierto: mediterráneos, nórdicos, tropicales

¿Hay alguna forma de entender cómo somos los mexicanos? Diversos autores han abordado el tema de la psicología de nuestro pueblo. Entre las obras más conocidas, está la que escribió Samuel Ramos, con la influencia de la visión positivista de los años treinta y cuarenta: El perfil del hombre y la cultura en México, donde analiza qué aspectos caracterizan al mexicano.
Otro libro, México oculto, concluye que los verdaderos mexicanos son los indígenas. Nosotros, «las cruzas», somos unos advenedizos; el auténtico México es indio. En los cursos que he impartido sobre este tema, solía hablar de los mestizos, pero sus clasificaciones no me ayudaban mucho a entender las similitudes y diferencias entre las personas del sur de Mérida, del norte de Hermosillo, de Guanajuato o del Bajío aunque todos somos mexicanos, no encontraba las conexiones precisas entre unos y otros.
Me ha ayudado, en cambio, el libro Las dos Américas de Enrique Moreno García, donde afirma que, en términos generales, se puede dividir a las personas en tres tipos:
1. Mediterráneo (incluye a los latinos, pero no exclusivamente).
2. Nórdico (los sajones).
Estos dos tipos forman lo que el autor llama «culturas paralelepípedas», es decir, no equilibradas, donde predominan unos rasgos sobre otros.
3. Tropical, al que Moreno García llama «cúbico» porque aspira al ideal o paradigma de lo que debe ser el hombre en general.
De acuerdo con este esquema, que personalmente me convence bastante, existen cuatro actividades que determinan que seamos más nórdicos, tropicales o mediterráneos; es decir, más latinos o sajones. Estas actividades son: pensar, actuar, sentir y obedecer.

VIVENCIAS HUMANAS

¿Qué es lo que hace que seamos lo que somos? Enrique Moreno responde que las vivencias. ¿Y éstas, de qué dependen? Entre otras cosas, de la genética: los genes determinan si uno es moreno, alto o de ojos azules… Pero también influye la geografía, no es lo mismo nacer en Noruega, que en el estado de Veracruz. Es decir, influye todo lo que sea geografía, altitud, clima y también historia, lenguaje, incluso la manera de ver y presentar las cosas.
Vivencia es todo lo que vivimos como producto de muchos de estos factores. Las vivencias pueden ser individuales o colectivas, estas últimas atañen a todo un grupo, independientemente de si los integrantes son negros, blancos, cobrizos o con cualquier otra característica: todos las afrontan. Estas vivencias colectivas van conformando la cultura de la familia, clan, pueblo, etcétera.
Toda vivencia se enmarca en una dimensión y existen cuatro dimensiones de las vivencias:
1. Teoréticas
2. Prácticas
3. Éticas
4. Estéticas
DIMENSIÓN TEORÉTICA
La dimensión teorética (o teórica) es la del pensamiento o la razón. Aquellas vivencias en donde las funciones principales son discurrir, razonar, pensar, meditar, especular, imaginar, creer. El teorético no es sólo el científico, sino también el compadre que se reúne con su otro compadre para platicar y, entre diálogo y diálogo, medita. Por eso decimos que el mexicano es teorético, porque medita, habla y elabora teorías. Por ejemplo, la teoría del «machismo».
El valor intelectual o resultado de las vivencias teoréticas son el juicio, los razonamientos, las filosofías y las convicciones, y las diversas vivencias teóricas son: metafísicas, teológicas y místicas, pues al teórico le importa mucho el ser y el fundamento de las cosas. Aclaremos lo que son:
Vivencias metafísicas: capacidad de la mente humana para conocer la verdad objetiva con certeza, mediante el uso de los primeros principios de no contradicción, razón suficiente y finalidad, inmediatamente conectados con el concepto abstracto de ser. Mucha gente se preocupa por conocer la verdad objetiva, una verdad que se fundamenta en el ser; el ser que es unidad de bondad y belleza.
Vivencias teológicas: son las que se expresan en las sagradas escrituras o en revelaciones hechas por la divinidad o por seres elegidos. Los individuos que tienen vivencias teológicas basan sus actividades en lo que dice la Sagrada Escritura, el Antiguo Testamento, el Corán…
Vivencias místicas: implican el acceso a un nivel superior de conocimientos donde se clarifica y se goza el verdadero significado de la realidad; son inefables por definición, sólo pueden expresarse en términos simbólicos, poéticos y mitológicos.
Más de alguno ha tenido una vivencia mística y no implica forzosamente que experimente un arrobamiento, puede ser en apariencia muy simple, como si alguien de repente ve una estrella de David, se siente sobrecogido y dice: «tengo que cambiar de vida, porque he sido un hombre malo». Es decir, hay una transformación interior por medio de esa vivencia mística.

DIMENSIÓN PRÁCTICA

La segunda dimensión es práctica. En estas vivencias, lo importante es que la práctica está relacionada con la voluntad; no tanto con el pensar, sino con el hacer: actuar, obrar, realizar y ejecutar. Toda persona centrada en estas actividades tiene una vivencia práctica. ¿Cuáles son las vivencias de acción? Las científicas (ciencia como aspecto experimental o conocimiento de las cosas por su causa próxima), tecnológicas y económicas. Las personas que tienen una vivencia práctica no piensan cómo hacer las cosas, van directamente a hacerlas. Por eso decimos que los norteamericanos son prácticos. El valor utilitario de las vivencias prácticas son los logros, las realizaciones y las obras.

DIMENSIÓN ÉTICA

En la dimensión ética lo importante es obedecer reglas, normas, preceptos y mandamientos. Sus repercusiones prácticas, es decir, el valor moral de las vivencias éticas, son las leyes, reglamentos y códigos. La conexión de las vivencias éticas con la dimensión teorética produce la ética heterónoma y la conexión con las vivencias prácticas la ética autónoma.
Ante la pregunta ¿qué es la moral, cuál es su finalidad?, hasta el siglo XIII nos contestarían que la moral sirve para ser feliz mediante la práctica de las virtudes y los mandamientos. Pero a partir del siglo XVII y hasta nuestros días, nos señalarían que su finalidad es permitir la convivencia basada en reglas y normas.
El Papa Juan Pablo II se remitiría a ese enfoque anterior mucho más positivo: los mandamientos son luz que ayuda a ver lo que existe en el interior. Menciono a Juan Pablo II porque su ética es cúbica (equilibrada), no paralelepípeda (desbalanceada;es decir, no predominan unos aspectos sobre otros; busca una integración armónica de todas las facetas del hombre.
Hoy, la mayoría de la gente, entiende la ética como normatividad y reglamento (incluso como puro control o represión). Cuando hablamos de vivencias éticas en la dimensión de la ética heterónoma, me refiero a que las cosas son buenas o malas, no dependiendo de mí, sino de algo externo a mí; si se refieren al ser, son de dimensión metafísica; si a la divinidad, son teológicas.
En cambio, cunado tengo una vivencia ética conectada a lo que es práctico (ética autónoma), depende de que yo decida qué es bueno o malo, práctico o útil. Con este marco, podemos entender las diferencias de enfoque entre patrones de pensamiento latinos y sajones con respecto al aborto y la eutanasia, por ejemplo. Los primeros, usualmente partimos de principios generales y los sajones, por lo general, de principios particulares, ellos hacen la regla.

DIMENSIÓN ESTÉTICA

En la dimensión estética lo importante es la sensibilidad; no sólo la belleza, también el sentimiento. En las vivencias estéticas entran el gusto, el placer, la sensibilidad y todo lo relacionado con el sentimiento: amar, odiar, sufrir, apreciar. Estas vivencias se relacionan también con la parte biológica del ser humano y se manifiestan a partir del gusto y disgusto, amor y odio, compasión y desprecio En los ritos, ceremonias y fiestas, el valor es emotivo, sentimental. Son vivencias de orden estético los placeres, los goces, el arte, la felicidad, el paraíso…

ENTRE SAJONES Y LATINOS…

Con estos cuatro elementos que determinan la dimensión de las vivencias, ¿qué predomina en los patrones sajones?, ¿qué tipo de vivencias poseen con mayor frecuencia los latinos? Aclaremos que, de las cuatro actividades mencionadas – pensar, actuar, sentir y obedecer- , para el marco de comportamiento sajón, las más importantes son actuar y obedecer, pero no quiere decir que no importen las otras dos; para los latinos, en cambio, suele ser al revés.
Pongamos un ejemplo: en una organización un sajón le dice a su socio latino: «Aquí hay que hacer A y B y éstas son las reglas». El latino transmite a su gente: «Esto es lo que debe hacerse (teórico), y espero que les guste (estético)» la respuesta inmediata del mexicano o latino será: «¿por qué hay que hacerlo?, ¿cuál es el fundamento?, ¿quién lo dijo?». Se va al origen, a las últimas causas. Si le responden «lo tienes que hacer porque es tu deber», dirá que sí, pero no lo hará. En cambio, si le dicen: «ándale mano, ayúdame; es que estamos reagobiados y queremos pasar la Navidad con la familia», contestará: «¡Encantado!».
Todo lo que el hombre vive se resume en: pensar, sentir, actuar y obedecer, y dependiendo de qué predomina en un sujeto, grupo o cultura, ésta puede ser cúbica o paralelepípeda.
Es cúbica cuando tenemos el ideal de hombre, es decir, dosis suficientes de las cuatro cosas. Será una cultura bien balanceada, con la misma intensidad a través de las dimensiones teorética, práctica, ética y estética, integrando el pensamiento, la acción, normas y sentimientos, en un sistema de relaciones equilibradas y perfectas.
Cuando falla el equilibrio encontramos una cultura paralelepípeda. Por ejemplo, personas que piensan mucho y actúan poco, otras que actúan de continuo y apenas piensan. Otras más que sólo actúan cuando sienten ganas.
Veamos el caso de México: pensamos muchas cosas, «cotorreamos» y vamos a fiestas: predomina el sentir. Es una paradoja, que a pesar de ese sentimiento de sociabilidad, en nuestras casas siempre ponemos bardas, entre más altas, mejor. En Estados Unidos todo está al descubierto, como un parque, pero no están unidos en el sentido en que lo están los latinos, por ejemplo, no puedes visitarlos si no llamas antes por teléfono, son más formales.

DIMENSIONES DE LA LIBERTAD

El concepto de libertad varía en cada dimensión: si yo soy un hombre teorético, la libertad para mí es libertad de creencia, pensamiento, expresión, prensa, enseñanza es la posibilidad de opción entre diferentes condiciones cognoscitivas. Me siento libre en cuanto puedo serlo en este aspecto; cuando me prohiben algo, ya no lo soy, las dimensiones de la libertad teorética se han cortado.
Si soy un hombre práctico, la libertad es autodeterminación. Decido y determino dentro de mí mismo. Es la posibilidad de optar entre diversas acciones voluntarias, por ejemplo, de creación, método y ejecución. La voluntad es la facultad de la determinación personal.
En la dimensión práctica soy libre sólo si hago lo que quiero y me oriento hacia el bien que a mí me parece. En esos casos, una persona aprueba algo porque le parece práctico hacerlo, no importa si objetivamente está bien o no. Las personas que parten de esa premisa, no acosutmbran hacer cosas que molesten a la mayoría, pero si los demás no se oponen las hacen, ya sea por razones prácticas o económicas. En cambio, quienes viven más en la dimensión teorética, quizá no lo aprueben porque, aunque sea práctico, va contra el ser, la revelación contra lo que reconocen como el fundamento último de la realidad. Por ejemplo, siendo teoréticos, nunca podríamos llegar a la eutanasia, porque nuestros principios no lo permiten, sin embargo, personas prácticas sí.
La libertad ética es la posibilidad de opción entre diversas normas y reglamentos, es decir, libertad de toda clase de trabas legales, de cumplir o no con los reglamentos. Aquí tenemos que la libertad está en la intencionalidad, la apertura de la voluntad hacia su objeto. Desde ese punto de vista, la voluntad es la facultad de la que se sirve la persona para alcanzar el objetivo.
La libertad estética es la posibilidad de optar entre diversos gustos, emociones o sentimientos. Se manifiesta en libertad de ceremonias, ritos y expresiones artísticas. Es muy típica del latino: no hay nada malo en hacer tales cosas porque la persona sienta «ganas» de ello, el peligro es que se deje llevar sólo por las dimensiones estéticas.
En la libertad cúbica (cuando no predomina ninguna de las cuatro dimensiones) soy libre en la medida en que me oriento hacia el bien y la verdad. En cambio, en una dimensión práctica no es así. Esto se ve muy claro en el individuo que es alcohólico. Su realidad o verdad es que es un enfermo que no puede tomar una gota de alcohol; entonces, si él no orienta su conducta a su verdad objetiva, se vuelve esclavo de su enfermedad. La verdadera libertad es que todo se oriente hacia el bien y a la verdad; cuando esto no es así, la persona se convierte en esclava.
De acuerdo a los comportamientos que hemos mencionado, tenemos dos dimensiones de la libertad:
La autodeterminación, cuando decido o determino sobre mí mismo. La voluntad, en este caso, es la facultad de la autodeterminación personal.
La intencionalidad es la apertura o dirección de la voluntad hacia su objeto. Desde este punto de vista, la voluntad es la facultad de la que se sirve la persona para alcanzar sus objetivos.
El concepto de libertad podría ser el conjunto de convicciones, gustos, acciones y normas. Entre latinos y sajones la diferencia que marca la libertad es el predominio de alguno de estos elementos. Los hombres mediterráneos, nórdicos o tropicales tienen también enfoques distintos hacia el trabajo, el ocio, el tiempo y la gente.
¿CÓMO TIENDE A SER EL MEXICANO?
Buscamos conocer un poco la psicología del mexicano, no simplemente para ilustrar, sino también con el objetivo de educarnos a nosotros mismos y a otros.
Todas las afirmaciones que a continuación hago deben, desde luego, suavizarse, ya que las señalo como una forma de entendernos y entender a los demás. Cada persona es irrepetible, aunque es válida la creación de esquemas flexibles donde cada prototipo de persona pueda circunscribirse.
El hombre mediterráneo es teórico-estético, ve el trabajo como algo que debe hacerse para disfrutar el descanso. ¿Cuántas veces hemos dicho: «tengo que trabajar para poder descansar, pero si pudiera, no trabajaría»? El ocio es la condición normal y meta de la vida, tenemos que descansar. El tiempo es un concepto subjetivo, existe poca previsión y planeación de él. La gente mediterránea no tiene mayor necesidad de colaboración que la que se extiende a los miembros de la familia o el clan, o si se presentan ataques al Estado o al gremio. Se fija más en la familia, luego puede ir agrandando el círculo.
El hombre nórdico es práctico-ético. Toma el trabajo como necesidad. Si un hombre de Noruega tomara el trabajo como el mediterráneo se moriría de hambre. Él tiene que trabajar duro y ser constante porque ya viene el invierno; el ocio es solamente un paréntesis de descanso porque luego viene el otro invierno. El tiempo es un concepto objetivo que hay que prever y planear porque si no, le irá mal. La gente trabaja con solidaridad, en conjunto, ya que de no organizarse y apoyarse, todos sufrirán; se requiere trabajar en equipo.
El hombre tropical es teórico-estético, práctico-ético. Su problema es que no distingue entre el trabajo y el ocio. Por ejemplo: en Veracruz, un señor canta con su guitarrita – «yo tenía mi cascabel» – y está trabajando; pero si una muchacha bonita le pregunta: «¿ya se acabó?», seguramente tocará otras seis canciones «de regalo». En este caso, ¿fue ocio o trabajo? En cambio, un nórdico cantaría las canciones que debe cantar y ni una más. El hombre tropical no distingue el tiempo; el presente es perpetuo y por tanto no requiere de planeación o previsión, lo importante es vivir la vida. La gente tiene poco sentido de solidaridad familiar y grupal.
Si observamos a los mediterráneos, no es lo mismo uno nacido en México que otro de Argentina o Chile. Hay dos Américas Indohispánicas: una conformada por México y Perú donde, en general, existen más tropicales que mediterráneos y otra por Ecuador, Centroamérica, Bolivia y Paraguay, sitios en los que tiende a haber más mediterráneos que tropicales. También está la América Afrohispánica – Cuba, Panamá, Santo Domingo, Puerto Rico, Colombia y Venezuela – allí existe un equilibrio. Por último tenemos la América Eurohispánica – Argentina, Uruguay, Chile y Costa Rica –  zona en que también predominan los mediterráneos sobre los tropicales.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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