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Hombre-mujer, ansiado equilibrio

TRANSICIÓN DE COORDENADAS

Un somero repaso a algunos fenómenos recientes permitirá acercarnos un poco al tema de cómo serán, cómo son ya en muchos casos, los hombres y mujeres de este nuevo milenio. No hablamos de situaciones hipotéticas o futuras, sino de una realidad que no siempre consideramos, porque está en transición y porque quizá muchos crecimos bajo otras coordenadas.
La tecnología abarca cada día aspectos más amplios de la vida y los ciclos tecnológicos son cada vez más cortos. No alcanzamos a asimilar las novedades en muchas áreas cuando ya los avances técnicos pasaron a la siguiente etapa. La biotecnología y la computación son claro ejemplo de esta carrera desbocada.
Esta celeridad en los cambios nos obligará a reconvertirnos varias veces durante nuestra vida profesional. Antes, los conocimientos adquiridos en la etapa de estudios y de iniciación profesional eran suficientes para toda una vida; las generaciones actuales, en cambio, tendremos que alternar trabajo y estudio toda la vida. Es indispensable seguir aprendiendo continuamente, porque en pocos años quedamos atrás. El estudio formará parte esencial de nuestro desarrollo.
Todavía hoy, muchas personas de 60 años seguramente dirían: «a mi edad, ya para qué estudio», pero al enterarnos que el promedio de vida se extenderá entre 110 y 130 años ese «ya para qué» pierde sentido. Además de que la medicina alarga la vida, muchos descubrimientos recientes nos permitirán mantenernos jóvenes más tiempo. La incorporación de la mujer a los mercados laborales es una realidad del siglo XX que culminará en el XXI. En 1960 las mujeres ya representaban en Estados Unidos 60% de la fuerza laboral. México no lleva ese paso pero en los últimos años el porcentaje ha crecido mucho, especialmente en las zonas donde hay empresas maquiladoras.
Además, los avances de la biotecnología plantean una serie de interrogantes que rebasan esa ciencia: ¿Qué nos define como personas? ¿Tendremos que cambiar acaso el concepto de persona o escoger algún modelo concreto? ¿Qué tipo de modelo? ¿Qué es lo permanente en el hombre y en la mujer y qué lo circunstancial?
El tema de si existe o no una naturaleza humana, que ya se había puesto sobre el banquillo desde hace algunos años, está cada vez más candente. ¿Existe de verdad una naturaleza permanente en la persona, en el hombre y en la mujer, o puede cambiar? Para analizar el tema tenemos que optar por una definición y desde allí tomar posiciones.
Personalmente y en el área de Factor Humano del IPADE elegimos un modelo con bases tradicionales pero abierto al cambio y a la reconversión sobre lo que es la naturaleza humana.
El proyecto de cambio es común a hombres y mujeres. La mujer ha incursionado ampliamente en el mundo de la vida pública y la empresa, y el hombre se ha visto obligado a participar más de la vida doméstica. Existe una interacción entre los mundos femenino y masculino. Como es lógico, cualquier cambio suscita problemas, hay desajustes y pasarán años antes de que las aguas se asienten.
Por otro lado, los descubrimientos en la investigación del genoma humano sin duda traen unos logros interesantes y otros amenazantes. Algo similar a lo que ocurrió con la era industrial, la ilustración y el racionalismo: nadie podía adivinar qué iba a suceder. La tendencia era pensar que gracias a la ciencia y el progreso viviríamos cada vez mejor, que si el hombre utilizaba más la razón viviría mejor.
Pero empezamos a ver problemas sociológicos y desastres ecológicos, hasta concluir que la producción no puede crecer sin más. Para producir cualquier cosa debemos tomar en cuenta el impacto que tendrá en la naturaleza, en los bosques, ríos, mares Los brutales desastres ecológicos son en gran parte por no haber analizado las consecuencias de muchos procesos industriales y tecnológicos.
Lo mismo pasa con la biotecnología. Nos enteramos recientemente que el genoma de un ratón es similar al de un humano en 90%. ¿Qué sucederá si a los científicos se les ocurre crear un hombre-ratón, o un ser que me sirva en calidad de esclavo, u otro con la agresividad necesaria para ser mi guardaespaldas de por vida y sin sueldo?

PERSONALIDAD FUERTE Y ORDENADA

En palabras de Ortega y Gasset, elementos más orden, igual a estructura. La persona cuenta con una serie de elementos biológicos, psicológicos, ambientales, genéticos, hormonales, estructurales, cerebrales, etcétera que si logra poner en orden le permitirán tener una estructura fuerte.
¿Qué elementos constituyen mi persona? Precisamente en esos elementos está mi proyecto de vida, ¿qué quiero yo hacer, de qué soy capaz, para qué estoy dotado? Además de conocer los elementos, para ordenarlos necesito una jerarquía, una escala de valores. Esto se requiere en cualquier área: en un país, en la sociedad, en una empresa si no hay un orden no hay estructura. Así, nuestra primera conclusión importante será delimitar cuáles son los elementos de la persona, cómo los vamos a ordenar y cuál es la jerarquía.
Dice también Ortega y Gasset: Yo soy yo y mis circunstancias. Es decir, soy el individuo que tiene que proyectar, desde lo personal, qué tipo de vida quiero llevar en la siguiente etapa de mi existencia, plantearme qué pretendo, cuál es mi proyecto vital y cómo voy a aprovechar las circunstancias. Puedo afrontar las circunstancias como facilitadoras de mi proyecto personal familiar, empresarial, de nación o como amenazas.
Volviendo al tema de la naturaleza del hombre y la mujer, en el modelo que propongo se acepta, no se excluye, que ambos son estructuras recíprocas, que cada uno está orientado al otro y que esta relación constituye algo fundamental.
Como afirmé antes, se trata de un modelo tradicional. Otros modelos hablan de hombre-hombre o mujer-mujer. Los avances de la biogenética podrían, por ejemplo, plantear que no se requieren dos sexos, que uno sería suficiente.
En este modelo, ser varón es estar referido a la mujer y ser mujer es estar referida al hombre. El antecedente o fundamento más lejano lo encontramos en la tradición judeo- cristiana. Dice el Génesis que el hombre, uno sólo, fue creado en la tierra y que no era bueno que estuviera solo. Y fue creada la mujer y se estableció esa relación.
La condición del hombre es sexuada e incluye la biografía, íntimamente relacionada con la concepción personal que cada uno tiene del sexo y la que se acepta en el entorno, en la comunidad donde vive. La visión de la sexualidad depende de muchos factores. Los procesos que vivimos desde chicos, los accidentes que pudieron haber sucedido en el desarrollo psicosexual, las ideas espirituales, religiosas, morales y éticas que hemos recibido con relación a la sexualidad.
¿Qué hace que una persona sea varón o mujer? Ahora hay mucha discusión al respecto, que si todos somos iguales o no, que si hay igualdad de géneros Genéticamente los varones son XY y las mujeres XX, pero además hay otros factores, entre ellos las hormonas masculinas y femeninas.
Cuando está formado el feto, si en la séptima semana de gestación recibe un «baño» de hormonas masculinas que la misma madre produce, el cerebro o la estructura cerebral se forma masculina, pero si ese «baño» no se da o es insuficiente por alguna razón, entonces el cerebro se forma femenino. Después, en la adolescencia, viene otro baño.
Hay mujeres que reciben este baño y tienen un cerebro masculino, siendo totalmente normales y femeninas en su apetito sexual; y lo mismo hay hombres que no lo reciben y su cerebro es femenino, siendo también normales en su apetito sexual. Influyen mucho los aspectos culturales y el medio ambiente para que la persona desarrolle su sexualidad.
Fisiológicamente hay algunas diferencias entre los cerebros masculino y femenino, por ejemplo, la localización cerebral del centro de la emoción. En el hombre está muy localizado y se ubica en el hemisferio derecho, en cambio, en la mujer se encuentra en ambos hemisferios, mucho más difuminado. Una consecuencia práctica es que a la mujer le cuesta más trabajo separar la emoción de la razón, porque estructuralmente está más difuminada; al hombre se le facilita.
Sin embargo, lo que al hombre se le dificulta como ser humano en comparación con la mujer, o viceversa, se puede facilitar mediante la educación y el ejercicio mental, es decir, se trata de tendencias, pero se pueden encauzar o incluso modificar.
Las hormonas influyen mucho en las personas, un aumento de hormonas masculinas en los hombres provocan agresividad, competitividad, autoconfianza. Al aumentar la edad empiezan a predominar las hormonas femeninas, por ello notamos muchas veces que se vuelven más condescendientes, más tranquilos.
Es muy conveniente conocer estos cambios, porque la situación hormonal modifica muchas cosas y afecta la dinámica familiar. Si los hombres lo saben podrán entender más fácilmente a la mujer. La irritabilidad, depresión, cambios de humor, facilidad al llanto, nostalgia, cambios físicos, cansancio, dolores de cabeza y musculares, mareos, muchas veces se relacionan con cambios hormonales, forman parte de su funcionamiento, es decir, no es hipocondríaca.
Santo Tomas de Aquino, en el siglo XIII, recomendaba a las personas que padecían tristeza darse un baño de agua caliente, comer pastel, platicar con una persona grata y hacer un rato de oración. Algunas no están tan sujetas a los cambios hormonales y otras sí, en parte tiene que ver con la aceptación de su propia femineidad, en la medida que la mujer la acepta tiene menos problemas.
Femineidad y virilidad no sólo son condiciones naturales, sino históricas y sociales. Sus contenidos han ido cambiando, pero no ha cambiado la polaridad. Lo que se han dado son extremos en los polos: el feminismo y el machismo, corrientes que defienden a ultranza los valores femeninos o masculinos.
El feminismo surge como reacción ante los abusos de los hombres, por ejemplo, la mujer no tenía derecho a estudiar en una universidad, a realizar trámites, a viajar sin permiso del padre o marido… era discriminada. En el siglo XX se empieza a aceptar a la mujer en la universidad y, poco a poco, se le van reconociendo derechos, aunque todavía en muchas culturas prácticamente no cuenta en muchos aspectos de la vida social, política etcétera.
En el machismo el hombre quiere reafirmarse por miedo o inseguridad. El machista no va a poder manejar esa tendencia ni contribuir a que desaparezca el trato desigual a la mujer si no trabaja primero sobre sí mismo con respecto a su seguridad personal.
¿QUÉ SE ESPERA DE LOS HOMBRES Y LAS MUJERES?
Todos los seres humanos, hombres y mujeres, tenemos dos arquetipos, el masculino y el femenino: el animus y el anima. En el caso del hombre contamos con una parte masculina arquetípica, y elementos de la otra parte, del arquetipo femenino; en el caso de la mujer existe el arquetipo femenino junto con elementos del masculino. Cuando el hombre, como hombre, no acepta su parte femenina, le entra una inseguridad tremenda y adopta una postura extrema. A la mujer le pasa lo mismo, pero en sentido contrario, cuando no acepta su parte masculina adopta una actitud de extrema rebeldía.
¿Qué espera la mujer del hombre? En principio espera que sea fuerte, audaz, firme, para llevar a cabo su misión. ¿Implica que la mujer no puede ser fuerte? Claro que lo es, y en muchos casos más que un hombre, pero de forma diferente. ¿Qué se espera de la mujer? La integración, la cohesión, el calor. Por ejemplo, cuando muere el padre en una familia, la mamá es integradora; cuando muere la madre, muchas veces la familia se desintegra. El hombre sí puede integrar, pero en principio no es lo que más se le facilita ni se espera de él.
En mi trabajo de terapia enfrento casos muy variados, pero es frecuente el de hombres que no dan la talla, no están a la altura de las circunstancias, de lo que la mujer espera de ellos. La relación se torna difícil y se plantea una problemática brutal en la dinámica familiar.
El varón no siempre es fuerte, tiene que serlo y definirse ante la mujer. Cuando no cumple esa pretensión de fortaleza sólo se tranquiliza y aquieta si percibe a la mujer como dependiente e inferior. Para sentirse seguro necesita ver a la mujer dependiente, pero cuando trata de aplastarla el primero que sale perdiendo es él.
La relación de pareja se puede dar sólo si ambos toman una posición de respeto frente al otro. Cuando el varón percibe a la mujer independiente y fuerte, entra en conflicto y la abandona o se aprovecha de ella.
Cuando el varón no acepta a la mujer toma actitudes agresivas, de dominio, de fuerza, y vive de ella o la explota, y si opta por dejarla, la sustituye por una dependiente e inferior.
¿Qué actitudes se esperan de uno y otro? De la mujer:- disponibilidad para la inteligencia emocional- seguimiento de los procesos- interdependencia- actitud inclusiva- tendencia hacia la reflexión- actitud orientada hacia el proceso- agudeza sensorial y emocional- receptividad- suavidad en el trato- desarrollo del nosotros- sentido de humanidad- introspección- conservación de los recursos- que se haga cargo de las cuestiones afectivas y particulares- armonía y capacidad de relaciónDel hombre:- que sepa escuchar el pensamiento más que el sentimiento- que se fije metas y vaya por ellas en línea recta – autosuficiencia- competencia- rapidez en el actuar- actitud orientada hacia el resultado- tendencia a la insensibilidad emocional y sensorial- proactividad- expresión de la cólera- desarrollo de la propia identidad- sentido de la eficacia- que lleve al límite las propias capacidades- que mantenga las emociones bajo control- que se haga cargo de las cuestiones efectivas y generales- agresividad

EL DESATINO DE LA IGUALDAD

¿Cuándo surgen los conflictos? Cuando, por ejemplo, la mujer pide al marido que el fin de semana se quede con la familia y no trabaje. Ella busca conservar los recursos (algo que se espera de la mujer) y cree poder ayudar al hombre a mejorar como persona, pero él se siente ofendido, busca una base sólida para lograr ciertos resultados y está pensando en los resultados, la mujer en cambio piensa en el proceso, en el desarrollo de los hijos. Lo que para el hombre es sentido de eficacia, para ella es desatención.
Si inician un diálogo no es fácil que se pongan de acuerdo, porque ambos tienen razones válidas aunque diferentes. Sin embargo, si intentamos hacer una mediación o ellos la logran, puede haber entendimiento.
Podemos trasladar esto a la empresa. Por ejemplo, un tema de fricción común es no dar seguimiento a las cosas. Si pensamos contratar a alguien para ello, conviene que sea una mujer, a quien se le facilita porque es una característica competitiva propia, ella cuida la organización al seguir procesos de manera eficaz para obtener resultados. Lo interesante será armar equipos de trabajo tomando en cuenta estas características.Si alguien quiere analizar cuáles son sus recursos en la empresa, podrá ver que la mujer tiene más inteligencia emocional, da seguimiento a los procesos, busca la interdependencia, es inclusiva.
La polaridad hombre-mujer requiere cierta similitud de nivel. Un desnivel pronunciado compromete de tal modo la condición del hombre, que se deteriora. Diversos factores mantienen vigente la costumbre de pagar mejor a los hombres. Por un lado, la actitud machista, falta de respeto; por otro, la costumbre histórica de que la mujer trabaje mucho y no se le recompense económicamente. Por tradicion se le recompensaba en la cas de otra manera, pero en general se valora poco su trabajo, hasta que la pierden, ya sea en la casa o en la empresa.
Hablar de igualdad entre varón y mujer es un desatino. El acierto sería hablar de armonía entre estas dos formas polares de ser. Hay una manera femenina de ser fuerte y otra masculina. Por ejemplo, en el cortejo, la mujer no es pasiva, es activa. El varón tiene el señorío en el proyecto viril y se motiva y entusiasma por la mujer. Él tiende a poseer la gravedad, ella tiende a la constante renovación y cambio, influida incluso por la misma cuestión hormonal.

LA VISIÓN EVOLUTIVA

En la historia de la humanidad se han dado tres etapas: la de conciencia matriarcal, la de conciencia patriarcal y la de conciencia emergente.
1. Conciencia matriarcal

  • Mundo definido e instintivo de sentimientos y sensaciones.
  • Se funden el «yo» y el «no yo».
  • Las comunidades viven en pequeñas tribus o clanes cercanos a la tierra dentro del grupo. (Un ejemplo se daba en la Nueva España, donde el indio estaba rendido a la voluntad de la mujer.)
  • El grupo es más importante que el individuo y la inclinación a la guerra es escasa.

2. Conciencia patriarcal

  • Desarrollo de un sentido embrionario de la identidad individual.
  • Nueva estructura social, nuevas creencias, costumbres y forma de pensar.
  • Diferenciación entre el «yo» y el «no yo», entre el sujeto el objeto.- Objetividad analítica frente a la participación mística.
  • Individualismo feroz (esto sucede hoy en Occidente).
  • El individuo está gobernado por el arquetipo del padre y se caracteriza por la acción, la voluntad, el análisis, la lucha y la competición.
  • Esta fase se convierte en el proceso general de crecimiento en el que dejamos atrás a nuestros padres obteniendo la independencia en cada esfera de la vida.

3. Conciencia emergente

  • Las mujeres se desprenden de la dependencia y subordinación masculina.
  • Crecen los valores femeninos.
  • Surgen conflictos entre las actitudes femeninas y masculinas, la mujer trata de ser como el hombre y éste se siente amenazado. (La mujer debe conservarse como tal en donde esté, tiene un valor en sí misma y no requiere adoptar actitudes masculinas).
  • Se empieza a desdeñar la procreación y atención al hogar, incluso hasta ir en contra de necesidades instintivas: matrimonio y maternidad. Por ejemplo, muchas mujeres exitosas en el trabajo no forman una familia, dicen que los hombres se asustan, que ellas representan una amenaza. El problema, desde luego, es del varón, pero afecta a la mujer.

Debemos enseñar a la nueva generación que cada ser humano vale por sí mismo y no tiene que estar defendiéndose de que la mujer sea muy capaz. Qué bueno que lo sea.
Por otro lado, muchas veces las capacidades desarrolladas por la mujer para lograr aprobación en el mundo laboral no ayudan en las relaciones íntimas. Por ejemplo, en el matrimonio se dice «vamos a hablar abierta y libremente». No es fácil, no hay que olvidar que son dos estructuras distintas y que todavía la conciencia patriarcal pesa sobre uno y otro. Se puede hablar de muchas cosas, pero hay temas que más vale no tocar a menos que se conozca muy bien a la otra persona.

ARMONÍA PERSONAL, RESPETO MUTUO

En síntesis:

  • Para lograr una buena relación hombre-mujer en la organización y en el hogar se debe aceptar lo femenino y lo masculino que cada uno tiene dentro de sí, con su peculiar y personal forma de manifestarse.
  • Reconocer mutuamente el poder, afecto, capacidades, talentos e intereses. Eso va a depender de la seguridad personal de cada uno.
  • Armonía y respeto mutuo. La armonía se logra al aprender a conjugar las características psicológicas de una y otro, se puede hacer un inventario de lo que es más fácil para cada uno. Por ejemplo, para la mujer es más fácil escribir un artículo (expresarse por escrito) o hablar en público; su inteligencia verbal es muy fuerte, pero la espacial, de cálculos, suele ser más débil. Ambos son capaces de educarse y aprender aquellas cosas que no se les dan fácilmente.
istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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