Cómo leer y escribir poesía. Primeros pasos
Hugo Hiriart
Ensayo
Tusquets. México, 2003. 126 págs.
Hugo Hiriart
Ensayo
Tusquets. México, 2003. 126 págs.
Actual director del Instituto de Cultura del Consulado de México en Nueva York, Hugo Hiriart (México, 1942) es filósofo por la UNAM y autor de una numerosa obra narrativa.
La poesía es un asunto de comunicación y supervivencia. Cada poema es un mensaje dentro de una botella dispuesto a entrar al mar. Quizá nadie lo lance nunca, pero el poema ahí estará, al borde de alguna isla —esperando— o en el mar, también a la guarda.
De ambos frentes se ocupa Hiriart en este libro: de la comunicación y la supervivencia, de la lectura y la hechura de la poesía.
Ligero y agudo, siempre ameno, el libro propone algunas formas, seguras y divertidas, de arrojar al mar las botellas poéticas. A veces parecerá que Hiriart se dirige sólo a jóvenes, incluso a niños, pero su constante desenfado no deberá alejar al lector adulto. Villaurrutia, Elliot, Borges… otean por el mar de las sílabas y la imaginación para descubrirnos fondos llenos de riqueza, aun en el corrido de Rosita Alvírez o en algún pícaro romance español.
Una idea yace en el lecho del libro, aplicable a toda la literatura: la lectura y la creación de poemas son un juego y, como casi siempre, los juegos son pequeñas ocasiones de alegría. «Hacer versos malos —decía Hesse— depara más felicidad que leer los versos más bellos».
La poesía es un asunto de comunicación y supervivencia. Cada poema es un mensaje dentro de una botella dispuesto a entrar al mar. Quizá nadie lo lance nunca, pero el poema ahí estará, al borde de alguna isla —esperando— o en el mar, también a la guarda.
De ambos frentes se ocupa Hiriart en este libro: de la comunicación y la supervivencia, de la lectura y la hechura de la poesía.
Ligero y agudo, siempre ameno, el libro propone algunas formas, seguras y divertidas, de arrojar al mar las botellas poéticas. A veces parecerá que Hiriart se dirige sólo a jóvenes, incluso a niños, pero su constante desenfado no deberá alejar al lector adulto. Villaurrutia, Elliot, Borges… otean por el mar de las sílabas y la imaginación para descubrirnos fondos llenos de riqueza, aun en el corrido de Rosita Alvírez o en algún pícaro romance español.
Una idea yace en el lecho del libro, aplicable a toda la literatura: la lectura y la creación de poemas son un juego y, como casi siempre, los juegos son pequeñas ocasiones de alegría. «Hacer versos malos —decía Hesse— depara más felicidad que leer los versos más bellos».