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Tirano manipulador o líder con valores

¿POR QUÉ ATRAE UN LÍDER?
La atracción que ejerce se debe a que muestra un bien (algo apetecible), ya sea un aspecto del mismo o un determinado tipo de bien. Por ejemplo, la libertad es un bien que la gente apetece. El líder requiere poseer bienes tangibles o intangibles que resulten apetecibles para otras personas y que por lo general satisfacen alguna necesidad de los demás. Así, Gandhi era un líder que atraía por su capacidad de presentar la libertad como algo deseable para el pueblo.
Los líderes pueden presentar bienes de distintos tipos: útiles que llevan o encauzan a solucionar necesidades físicas o mejores condiciones de vida, deleitables o placenteros una canción con un contenido emotivo.
A los líderes los seguimos porque nos atrae la congruencia de vida que muestran. Por ejemplo, Gandhi practicaba lo que predicaba predicó la no violencia y se enfrentó a los ingleses con actitudes y comportamientos no violentos o también seguimos a alguien porque presenta ideas, planes o proyectos que nos resultan convenientes de forma integral. La independencia que Gandhi quería llevó al pueblo de la India a una vida más acorde con su idiosincrasia y sus costumbres.
En estas categorías caben desde ideas o conceptos hasta objetos materiales, dinero, servicios, afecto, reconocimiento, poder, estatus Por ello, la atracción que despiertan los líderes puede ser física, emocional o espiritual.
La segunda característica del líder es que conquista o capta seguidores. Hay mucha gente atractiva a la que admiramos pero no seguimos. De cuántos artistas nos atrae su imagen, su persona o incluso su trato, pero no pretendemos ir tras ellos porque no ofrecen algo que consideremos útil o bueno para nosotros. Desarrollan bienes, sí, pero no alteran el curso de la vida de otros.
Cuando seguimos a alguien es porque tiene algún bien que nos satisface, que llena una necesidad personal o nos permite realizar algún tipo de valor. Volviendo al ejemplo de Gandhi, él satisfacía la necesidad de libertad que la gente tenía y a la vez le permitía vivir a su manera, realizando sus propios valores y tradiciones.
Por último, el verdadero líder es el que transforma las circunstancias o a las personas, que imprime huella. Puede ser algo tan superficial como vestirse de determinada manera, colgarse un arete, hasta llevar al individuo a encaminar su vida y todas sus capacidades en pos de un proyecto específico. La India logró su vida independiente como país gracias a la influencia de Gandhi.
El líder transforma cuando se da un cambio en los seguidores, ya sea en el pensar, en el sentir o en el modo de comportarse.

NO TODO EL MUNDO ES LÍDER

La pregunta típica de si el líder nace o se hace no se puede responder con facilidad. Evidentemente, como en todas las cosas hay ciertas predisposiciones del temperamento, del carácter, que si existen, se pueden desarrollar.
El medio, las circunstancias concretas, también hacen que la gente se convierta en líder en determinados momentos. Por ejemplo, es indudable que Hitler fue un líder, pero probablemente no lo hubiera sido en otro país o en una situación de bonanza en Alemania.
¿Es pues una cualidad nata o se puede adquirir? Soy partidario de que se puede desarrollar lo que ya existe. De otra manera, es imposible. Hay individuos que desde pequeños, cuatro o cinco años, se van desarrollando como líderes, en principio porque la gente los ve, los festeja o premia y ellos perciben que existe en sí mismos algo en lo que pueden ser competentes y lo desarrollan. Pero sin duda hay gente que definitivamente no cuenta con esa capacidad.
En general, creo que toda persona quiere atraer. Quiere que la sigan y querría transformar su mundo en mayor o menor grado, pero ese deseo o necesidad se da en muy diversas gradaciones, como la necesidad de afecto, de reconocimiento o de poder.
Varía mucho de una persona a otra. Existe en todas, pero en quienes se convierten en líderes esa necesidad es más fuerte, por ejemplo, cuando alguien se erige en líder de una organización, de un país o de un movimiento.

MÁS QUE FOMENTAR EL LIDERAZGO, DESARROLLAR BIENES

Con relación a esa urgencia, tan generalizada hoy, de fomentar el liderazgo en todos lo niños o jóvenes como algo casi indispensable, creo que se debe enfocar mejor. Lo realmente importante es impulsar a la persona para que se desarrolle plenamente. Que padres, educadores, jefes o guías la conozcan a fondo para detectar en qué aspectos se le puede ayudar. Qué herramientas darle para que se desenvuelva con armonía, crezca y desarrolle sus talentos, que se conozca a sí misma para que encuentre un sitio en la sociedad, que no será forzosamente de líder, no todo el mundo puede serlo.
En ciertos ambientes, sobre todo en empresas familiares, se fuerza la vocación de la persona y eso acaba resultando mal. Lo esencial es abrir una gama de posibilidades a la gente, conocerla a través de su comportamiento y de sus reacciones y con esa base ayudarla a explorar las posibilidades que quiere desarrollar en un momento dado. Por maravillosa que nos parezca la carrera de pianista, nunca se nos ocurriría concluir que todos deben ser pianistas.
Lógicamente a todos los padres les gustaría que sus hijos fueran líderes; en este mundo de figuras, de protagonismos, se ve como un atributo muy deseable. No está mal aspirar a ser líder si por ello se entiende desarrollar un bien y compartirlo, pero con frecuencia se enfoca más desde un punto de vista equivocado. «Quiero que mi hijo sea líder para que lo admiren, lo sigan, tenga poder», dice más de alguno.
Muchos podrían ser líderes en una proporción adecuada a diversos contextos en los que se desarrolla cada sujeto. Si alguien ha desarrollado un bien y está dispuesto a compartirlo, la gente a su alrededor, aunque sea unas cuantas personas, lo seguirán y es probable que influya en ellas. En ese sentido sí es una aspiración lógica. Lo que sería ingenuo pretender es que todos sean grandes líderes; ese papel, mucho más difícil, depende en gran parte de las circunstancias.
El que todos podamos ser líderes en nuestro pequeño mundo dependerá pues de que cada quien desarrolle bienes en sí mismo, eso despertará atracción, y si otros necesitan esos bienes y les ayudamos a desarrollarlos, se dará la transformación. El acento debería enfocarse más bien en desarrollar bienes en las personas para que los utilicen en beneficio de la sociedad. Es la única razón por la que queremos líderes. ¿Para qué querríamos lideres que arrastren al egoísmo, a la corrupción, a los vicios…?
Una persona puede ser líder en algún aspecto, por ejemplo político o empresarial, y dejarse liderar por otros. Someterse incluso, si su vanidad por el liderazgo conseguido en otra área no se lo impide. Hay líderes a quienes siguen otros líderes, o líderes en un mismo campo que pueden pedir a otros líderes ayuda para conseguir determinados fines.

LIDERAZGO O TIRANÍA

Evidentemente, el liderazgo puede degenerar y la persona volverse tirana. No es difícil ver a un autócrata que atrae. La gente lo sigue y va transformando realidades, pero con frecuencia utiliza a los demás y deja de ser una persona que sirve a la gente para convertirse en alguien que somete a otros para sus fines personales.
La tentación de manipular a los demás, de conseguir que hagan lo que queremos para nuestro exclusivo beneficio es muy común. Para evitarla en quienes tienen dotes de liderazgo, facilidad para que otros los sigan, se debe inculcarles antes que nada el respeto a la persona y a su libertad. Los líderes han de ser muy conscientes de su obligación de alentar un profundo respeto a estos dos aspectos. El propio Jesucristo da un ejemplo claro: teniendo incluso la posibilidad de detener a Judas no lo hace, porque respeta su libertad.
La libertad que tenemos todos y se debe fomentar es muy amplia, pero tiene una limitante: los hombres no podemos determinar qué es el bien y qué es el mal. No está en nuestras posibilidades. Vivimos en la misma situación que en el Paraíso, que se relata en el libro del Génesis: tú puedes escoger todos los bienes que quieras y así serás libre, pero si escoges este determinado (el fruto del árbol del bien y del mal), te convertirás en esclavo y morirás.
Esto que parece muy lejano es muy actual. Estamos en la misma condición que en el Paraíso, podemos elegir muchos bienes, pero no está en nuestras manos decidir lo que es bueno y lo que es malo. Eso ya lo decidió el Creador de todo el universo, incluyéndonos a nosotros.
El líder puede proponerse influir y educar, pero nunca manipular. No hay que confundir manipular con educar. La manipulación lleva implícito el engaño, la mentira o algo turbio. Llevar a una persona con presión o con engaños a hacer algo que no quiere es manipular. Impulsarla con medios abiertos y claros a hacer algo que le conviene, pero que de momento no ve como un bien, es educar.
Cualquier líder, desde el más doméstico hasta el de un país, tiene una responsabilidad moral, porque la gente confía en él, le entrega muchos aspectos queriéndolo o no. En el caso de los líderes políticos o de las organizaciones, la gente confía en que le van a resolver algún tipo de necesidades.

DETRÁS DE UNA PERSONALIDAD ATRACTIVA…

Se habla mucho del líder carismático, ¿en qué consiste eso? Generalmente se refiere a una personalidad atractiva. Un ser humano es atractivo básicamente cuando no tiene máscaras y es auténtico. Pero auténtico, entiéndase, no en el sentido chabacano que tantas veces se le da. No podemos decir de alguien que es un patán auténtico. Eso no es ser auténtico sino majadero.
Ser auténtico corresponde al adecuado uso de la naturaleza del hombre. Pero, cuidado, no de la naturaleza animal, sino de la racional. Mucha gente se escuda en que «así es mi naturaleza». No. La naturaleza es racional y la razón pide orden. Ortega y Gasset decía: «Elementos más orden, igual a estructura». Cuando están ordenados los elementos del carácter, de la personalidad, sean emocionales o espirituales, darán una estructura firme, sana. Si, por ejemplo, nuestros aspectos más biológicas están en desorden en relación con los intelectuales o emocionales, no habrá una estructura adecuada, habrá enfermedad.
Una buena estructura da una personalidad madura, es decir, serena y estable. Sin embargo, puede haber personalidades seguras que no resulten atractivas. Puede ser porque aunque tengan algunos bienes muy valiosos no los dan a conocer, no los manifiestan en su comportamiento o también puede ser que la gente que les rodea no está capacitada para apreciarlos.
Los líderes más «populares» son los que presentan los valores más sencillos y fáciles de percibir. Cosas que gustan a la mayoría de la gente. Hay otros líderes con valores potencialmente muy atractivos pero que muestran pocas veces y que sólo algunas personas son capaces de captarlos, ya sea porque tienen una preparación y disposición para ello o porque son más sensibles.
Juan Pablo II, por ejemplo, es una persona que ciertamente tiene carisma. Sin embargo, para captar toda su grandeza como líder es necesario profundizar en sus escritos y en su vida para así percibir la calidad y profundidad de su pensamiento y la congruencia con su vida y comportamiento.
De muchos líderes percibimos lo que nuestra propia capacidad nos permite. Lo dice aquel aforismo en filosofía: «que lo recibido se hace al modo del recipiente»; cada persona puede captar de otros, dependiendo de cómo es ella misma.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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