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¿Existe eso que llaman «ética» en la empresa?

Muchos piensan que es una pregunta ociosa. Otros, que es irrelevante. Los más, asumen un «desconocimiento no imputable», es decir: como-no-sé-de-qué-se-trata,-no-soy-responsable-de-lo-que-suceda. Con estas tres reflexiones podríamos caracterizar las tres actitudes principales en torno a la ética por parte de los ejecutivos en las organizaciones:

TRES ACTITUDES TÍPICAS

En primer lugar, están los que piensan que es ocioso preguntarse tales cosas; se trataría, a lo sumo, de una pregunta retórica, sin impacto real. Piensa así el amplio conjunto de ejecutivos prácticos, activos, dinámicos; que viven orientados por los resultados, por las metas.
Cuando se trata de considerar el carácter ético o no ético de los medios, simplemente eluden la reflexión y tienden a menospreciar y hasta a eliminar los medios, porque representan amenazas u obstáculos para conseguir los resultados. Lo importante es, entonces, lograr el resultado… sin importar los medios. Son los ejecutivos maquiavélicos.
En segundo lugar, están los que consideran que la pregunta es irrelevante, meramente trivial. Son los ejecutivos que ni siquiera se plantean el carácter ético o no ético de los resultados, mucho menos de los medios que emplean para conseguirlos. Vamos, ni siquiera consideran que pueda existir alguna conexión entre lo que piensan y lo que hacen. Nunca les ha pasado por la cabeza que su propio comportamiento pueda ser objeto de reflexión; «son tantas las influencias de tantos agentes piensan que sólo soy una resultante de esa gran marea de intereses». Esta actitud puede originarse en dos creencias generalizadas: la primera considera que la razón tiene que ver muy poco con la acción, es decir, lo que importa es actuar, dejar de pensar y la segunda, considera que sólo vale la pena lo que es práctico, patente, tangible. Ambas creencias son responsables de este comportamiento. Son los ejecutivos cínicos, «pasotas» les llaman en España porque pasan de todo.
En tercer lugar, estarían los que consideran que no es necesario un «saber» para actuar. De hecho, la pregunta implica una contradicción: ¿cómo está eso de «saber» para «hacer»? No les cabe en la cabeza que se pueda requerir de algo inmaterial (principios, normas, responsabilidades, etcétera) para realizar las tareas. Y que precisamente sean estas realidades inmateriales las que definen el buen hacer de las tareas. No, imposible. Son rollos, retórica Son los ejecutivos ignorantes.
ANTE LAS “SOSPECHAS”, MÁS Y MÁS CONTROL
En el fondo, las actitudes descritas tienen un común denominador: resulta «sospechoso» quien se detiene a considerar el comportamiento humano propio o ajeno desde el punto de vista ético. Al ejecutivo se le paga por realizar, ejecutar, dirigir y lograr resultados. «Eso de andar viendo la calidad moral de la actuación piensan significa, a lo sumo, que habrá endurecimiento y mayores rigideces en el aparato burocrático y de control de la organización». Lo más triste de todo es pensar que el control contribuirá a mejorar la actuación ética de los ejecutivos. A la larga, resulta del todo inoperante.
NORMAS DE TRÁNSITO SEGURO
No debe ser vista la ética en la empresa como un conjunto de limitaciones a las que hay que someter la conducta. Ciertamente, las normas facilitan orientar el comportamiento y permiten elecciones acertadas en diversas situaciones. Sin embargo, funcionan más como el acotamiento de las carreteras, es decir, señalan una zona de tránsito seguro, facilitan la conducción adecuada del vehículo, aseguran un camino transitable para llegar al destino elegido. Finalmente, la elección corresponde a cada uno.
Seguir o no las normas de la carretera, por ejemplo corresponde por entero a la libre elección de cada uno. A tal grado es esto importante que mi elección puede rebasar ampliamente los cauces definidos por las normas. Puedo rebasar el límite de velocidad y circular por fuera de la carpeta asfáltica, si así lo quiero. Y puedo elegir esa acción libremente, siempre y cuando también sea consciente de las responsabilidades y riesgos en los que incurro con mi decisión.
Las normas me señalan el terreno seguro para realizar mi propósito (llegar con seguridad y rapidez a mi destino, sin rodeos, sin retrocesos, sin riesgos). Aceptarlas, por tanto, es también un acto de elección libre. Desde este punto de vista la ética contribuye a ensanchar la posibilidad de uso de mi libertad personal; no le impone restricciones, como a menudo se cree.
Una «ética de la empresa», más allá de los códigos de conducta y las normas específicas para cada organización, es reflejo fiel del comportamiento de cada una de las personas que la integran. Gracias a la ética, la persona se puede plantear decisiones acertadas o desacertadas, tanto en el ámbito personal como en el profesional. Es así porque la ética no es una ciencia estrictamente teórica ni puramente práctica.
ÉTICA: FACTOR CLAVE DE AHORRO DEL TIEMPO VITAL
La ética no se dedica sólo a contemplar principios (teoría;tampoco se ocupa de transformar objetos por la vía tecnológica (práctica). Es un saber «político-prudencial», es decir, un saber que parte del hecho de la libertad humana, como posibilidad de realización, para guiarla productivamente a partir de las elecciones grandes y pequeñas que cada uno hace para alcanzar su propia realización.
Es el saber para el uso correcto de la libertad personal en cada momento de la vida. En la acción ética quien se transforma es el propio agente que la realiza. En cierto sentido, se dice que la ética es el factor primordial en la realización humana ya que permite grandes ahorros de tiempo. Evita retrocesos, rodeos, desorientaciones, desviaciones y toda clase de «distractores» a la tarea, siempre urgente, de la realización personal.
La ética, como todo saber «político-prudencial», no se aprende estudiando y «aplicando» recetas en los casos de una escuela de negocios. No es algo que se aprende y se aplica, como receta de cocina. Ciertamente es muy importante en la enseñanza de los saberes «político-prudenciales» como la dirección de empresas y la ética ejercitarse con la discusión de casos, ello forma la capacidad para emitir juicios prácticos específicos con base en principios generales. Sin embargo, no lo es todo.
Si se quiere en verdad entrar en el terreno de la realización personal en libertad, lo más importante es adquirir las habilidades personales propias virtudes que capacitan al individuo para realizar elecciones adecuadas en función de las circunstancias.
Sólo actuará con justicia quien es justo, o lucha por serlo. Sólo conseguirá ser fuerte quien lucha por desarrollar sus capacidades para resistir y emprender. Sólo quien se esfuerza por prever cada vez que actúa y pide consejo al experto, estará luchando por ser prudente. Sólo quien es capaz de autodominarse ante la irrupción violenta de los reclamos instintivos, estará templando su ánimo con verdadero fuego. ¿Cómo se aprende eso? Pues, simplemente haciéndolo, incorporando hábitos buenos en nuestra propia naturaleza humana, al grado de que formen una «segunda naturaleza». Y esto, que se dice fácil, es el meollo de la formación del carácter. Se requiere esfuerzo, disciplina, guía y consejo para lograr resultados válidos en este terreno.
¿CÓMO EMPLEA CADA PERSONA SU LIBERTAD EN LA EMPRESA?
La pregunta por la existencia de la ética en la empresa se refiere, ni más ni menos, a la calidad con que cada persona utiliza la libertad en la organización. Se refiere al núcleo de acción y de eficacia de su gente y al trabajo que desarrollan en su propio beneficio y en el de la empresa.
Preguntar por la ética en la empresa significa explorar múltiples aspectos, por ejemplo: ¿Cuáles son los fines que motivan los comportamientos en las diversas áreas funcionales? ¿Cuál es la naturaleza del trabajo que desarrollan sus integrantes y en qué medida contribuye a su desarrollo individual y profesional? ¿En qué grado se promueve la dignidad humana en el trabajo? ¿Cuál es el ámbito de responsabilidades personales y sociales de la organización? ¿Cómo se vinculan los valores organizacionales con el comportamiento individual? ¿Cómo se viven las oportunidades de mejora en términos de la propia calidad humana?… en fin, el horizonte es muy amplio. Implica considerar al ser humano como un ser ampliamente dotado, capaz de realizarse en libertad. La ética en la empresa es, simple y sencillamente, un reflejo de lo que cada uno hace con su libertad… dentro y fuera de la organización.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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