Suscríbete a la revista  |  Suscríbete a nuestro newsletter

Mordida para que el lote pase

Soy director de manufactura de una empresa y entre mis funciones está desarrollar nuevos productos. Con el producto más reciente hemos tenido problemas en el suministro de un componente plástico con especificaciones muy estrictas. Lo fabrican pocas empresas en el país e importarlo resulta sumamente costoso, aun en volúmenes mucho mayores de los que requerimos.
Después de trabajar durante dos meses con el proveedor nacional más viable, recibimos un embarque considerable de ese componente, pero al hacer las pruebas de calidad fue rechazado el lote y se lo notifiqué al proveedor. Su respuesta fue ofrecerme cinco millones de pesos «para que el lote pase» y hacer su mejor esfuerzo para corregir en los siguientes. Sé que la empresa no está en condiciones de importarlo. No quisiera aceptar el dinero y no podemos esperar a que el proveedor tenga un nuevo lote, porque atrasaría demasiado la producción. No veo salida.
Los asesores sugieren:
1. El caso ilustra lo que ya es sabido: la corrupción no es un fenómeno restringido al sector público. Además, deja otra lección: cuanto mayor competencia hay en un mercado, los involucrados aumentan su competencia, bajan costos y evitan las prácticas corruptas. Esto es, los monopolios o cuasi monopolios crean oportunidades de corrupción.
Para valorar éticamente tu caso, es necesario considerar tres aspectos:
a) Existe la obligación moral de cumplir lo pactado en un contrato de trabajo que establezca un pago justo a cambio de un determinado servicio. Es patente que si la presentación de este servicio, o el modo de realizarlo en el tiempo y con la calidad necesaria, se subordina a la obtención de beneficios supletorios a través de regalos; comisiones, etcétera, se está incumpliendo el contrato.
b) Frecuentemente aunque no siempre, al dar o aceptar una comisión se ocasionan daños injustos a terceras personas.
c) Al ofrecer comisiones, se coopera a la difusión de conductas inmorales en la vida económica y social, que se oponen al bien común. Es evidente que la práctica de pedir y ofrecer comisiones, contribuye a corromper la vida social, debilita la confianza y lealtad en las relaciones profesionales, el aprecio a la honradez, el espíritu de servicio, la laboriosidad, la diligencia, etcétera. Se llegan a generar así verdaderas estructuras de corrupción.
En relación al caso planteado, y otros similares, puede ser lícito dar una comisión si se verifican a la vez las siguientes condiciones:
1. Que lo pida, explícita o implícitamente.
2. Que sea necesario para lograr un bien importante al que se tiene no sólo el derecho sino también el deber de procurar, o para evitar un daño proporcionadamente grave causado por un acto u omisión injusta de la persona que solicita la mordida.
Esta necesidad exige que, analizadas atenta y seriamente las circunstancias, y considerando no sólo el propio interés sino la obligación de contribuir a sanear las estructuras de la sociedad, no se encuentren otras alternativas posibles con una razonable probabilidad de éxito, ni sea practicable la denuncia del caso sin sufrir graves daños, etcétera.
3. Que no se perjudique a terceros.
4. Que no haya peligro de escándalo.

Pablo Riba Gargollo

Abogado y especialista en ética de la empresa

2. Por los comentarios, parece que, aunque la calidad del componente no es la deseada, es posible emplearlo para atender las urgentes necesidades de producción. Por tanto pienso que lo más conducente sería exponer el asunto con claridad.
En primer lugar informar en la empresa que, a pesar de no contar con las especificaciones de calidad previstas, sí tiene el mínimo indispensable para enfrentar la necesidad de producción. Si se acepta esto, entonces convendría hablar con el proveedor y explicarle la imposibilidad de fincar una relación comercial permanente con base en un engaño como sería el aceptar el dinero.
Proponerle la ayuda técnica factible para que su producto alcance los criterios de calidad requeridos y, entonces sí, establecer una buena relación de la que todos saldrán beneficiados. En esa conversación debe quedar muy claro que aceptar dinero no es la solución al problema y ni interesa a la empresa, pues se trata de generar valor real y no complicidades.

Felipe Jiménez

Filósofo dedicado a la docencia

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

Newsletter

Suscríbete a nuestro Newsletter