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Empresa, ¿pensamiento cartesiano o sistémico?

Mucho se ha escrito sobre nuevas filosofías empresariales de administración y mejora. Calidad total, Justo a tiempo, Teoría de las restricciones, Dinámica de sistemas y Organizaciones inteligentes, son quizás las más conocidas. Pero… ¿acaso son realmente nuevas? ¿Difieren tanto entre sí? La respuesta es: «sí y no». Veamos por qué.
Actualmente, y tras 50 largos años de aplicación de la Teoría general de sistemas, estamos habituados a oír y utilizar expresiones como ecosistema, sistema informático, sistema eléctrico y demás términos derivados de ella. El desarrollo de las disciplinas científicas que emplean rigurosamente el pensamiento sistémico ha sido espectacular.
También se suele afirmar que «toda empresa es un sistema». Paradójicamente, en la mayoría de los casos, las estructuras empresariales parecen sustentarse sobre bases opuestas al pensamiento sistémico. En general, las políticas de funcionamiento y medidores de evaluación de recursos (personal, maquinaria, etcétera) se basan en el pensamiento cartesiano, que regía la forma de ver el mundo hasta la aparición de la Teoría general de sistemas.
Un ejemplo sencillo nos permitirá deducir la diferencia entre ambos pensamientos1. Supongamos que una empresa fabrica un producto mediante un proceso que requiere de 2 recursos, A y B. Los clientes están dispuestos a adquirir todo lo que la empresa esté en condiciones de producir.
La materia prima es procesada primero por el recurso A, a una velocidad de 20 unidades por día. En una segunda operación, el recurso B finaliza el proceso de producción a una velocidad de 12 unidades por día.
Una vez fabricado, el producto se envía directamente al cliente. Por su parte, los proveedores están en condiciones de entregar, en forma instantánea, toda la materia prima necesaria.

  • Para obtener el máximo rendimiento de esta empresa, A y B deben funcionar a un ritmo de 12 unidades por día. Carecería de sentido que A funcione al máximo de su capacidad ya que B no podría procesar todo el material elaborado por A, y en consecuencia se acumularían productos semielaborados entre ambas operaciones.
  • La eficiencia de A trabajando a razón de 12 unidades diarias es de tan sólo 60%.
  • Al notar el supervisor a cargo que la eficiencia de A es tan baja, le sugerirá que mejore, que dé lo máximo de sí.
  • Por lo que, si A acepta la sugerencia del supervisor, se acumularía trabajo en proceso entre A y B a razón de 8 unidades diarias, pero no se vendería ni una sola unidad más.
  • ¿Qué consecuencias tendría para A no acatar las órdenes de su supervisor?

Este sencillo ejemplo ilustra nuestra tendencia a medir cada recurso en función de lo que es capaz de dar y no en función de lo que es mejor para el sistema en su conjunto.
Solemos partir de la suposición de que el máximo rendimiento del sistema se obtiene cuando todos sus recursos funcionan al máximo. Esto es consecuencia de interpretar la realidad bajo el pensamiento o paradigma cartesiano, predominante hasta mediados del siglo veinte.
El pensamiento sistémico, en cambio, sostiene que el máximo rendimiento de un sistema NO se consigue mediante el máximo rendimiento individual de cada uno de los recursos que lo forman, sino mediante el máximo funcionamiento de unos pocos para obtener todo lo esperable del conjunto; los demás deberán funcionar subordinados a quienes marcan el ritmo de operación.
Resulta obvio que nuestras organizaciones son sistemas. También son evidentes y fructíferos los logros obtenidos en otras disciplinas que están aplicando este nuevo paradigma. ¿Por qué entonces no logramos gestionar nuestras organizaciones conforme al pensamiento sistémico? ¿Será tal vez porque son sistemas conformados por personas? ¿Qué se necesita para provocar un cambio de pensamiento en una organización? Cambiar el pensamiento de las personas que la componen.
El enfoque del paradigma sistémico es desarrollar y hacer crecer al sistema. La pregunta clave es cómo lograr más y disponer mejor de los recursos existentes y no cómo hacer con menos recursos lo mismo que estamos haciendo en la actualidad.
Calidad total, Justo a tiempo, Teoría de las restricciones, Dinámica de sistemas y Organizaciones inteligentes, se basan en el pensamiento sistémico y buscan conseguir que nuestras organizaciones funcionen acordes a él. Cada una aporta herramientas para facilitar el cambio de paradigma necesario en la empresa. Dichas herramientas, por lo general, son complementarias entre sí. Sin embargo, muchas veces se han usado con el enfoque de reducción de recursos, con consecuencias traumáticas, como el bloqueo automático de cualquier intento futuro por avanzar en la implementación de un nuevo modo de ver la realidad. Por ejemplo: todas hacen hincapié en que la solución no está en el despido de personal. Sin embargo, en muchos casos el despido de gente es consecuencia de una mala aplicación de estas metodologías. Esto es una manifestación más del paradigma cartesiano.

REFLEXIONANDO

Estos conceptos invitan a repensar muchos criterios y herramientas que se utilizan como apoyo para la toma de decisiones empresariales.
Algunas preguntas pueden guiarnos en esta tarea:

  • ¿Son los métodos de costeo por absorción incluido el ABC- herramientas eficaces de ayuda en la toma de decisiones? ¿Bajo qué paradigma fueron concebidos?
  • ¿Es sistémico el concepto de «precio de transferencia» entre unidades de negocios? ¿Induce a las unidades de negocio a maximizar su propia utilidad neta o la de toda la corporación?
  • ¿Qué paradigma se está aplicando cuando se exige a todas las unidades de negocio de una corporación que maximicen su utilidad neta individual, sin analizar sus interdependencias?
  • ¿Cómo diseñaría usted un plan de incentivos para vendedores y personal de una fábrica o empresa de servicios? ¿Son adecuados los planes actuales?
  • ¿Qué elementos debe tener en cuenta el departamento de ingeniería de una empresa cuando va a diseñar un nuevo producto o proceso?

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1 Este ejemplo está diseñado sólo para presentar en forma simple la diferencia entre pensamiento cartesiano y pensamiento sistémico. Se sugiere a los lectores resistirse a la tentación de modificarlo para intentar mejorar el funcionamiento del sistema ya que sería contraproducente.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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