Oímos hablar constantemente de la libertad con aire de exaltación, pero, ¿sabemos distinguir cuándo nos ayudan a vivir plenamente nuestra vida y cuándo, por el contrario, intentan manipularnos porque nos bajan a un nivel indigno de nuestra condición de personas?
Cuando alguien se manifiesta partidario de la eutanasia activa y aduce, como razón, que es partidario de la libertad. ¿Sabemos discernir si ejerce un papel de guía o, por el contrario, de manipulador?
Para adquirir la capacidad de discernimiento al analizar, hay cuatro preguntas útiles: 1. Qué significa exactamente manipular, 2. Quién manipula, 3. Con qué fin, 4. Qué tácticas utiliza. Una vez que analicemos someramente estos temas, quedará de manifiesto que la posición del manipulador se opone a la actitud que inspira el proceso de crecimiento personal. Clarificarlo nos permitirá descubrir un antídoto contra la manipulación que salvaguarde en cierta medida nuestra libertad interior.
COMO SI FUERAN OBJETO
Manipular significa manejar personas o grupos como si fueran meros objetos. Esa forma de manejo implica una forma de envilecimiento:
- La manipulación comercial reduce a las personas a la condición de meros clientes, seres manejables a través de las astucias de la propaganda.
- La manipulación ideológica considera a las personas como meros seguidores.
- La manipulación política toma a los ciudadanos como meros súbditos.
- La manipulación amorosa trata a la persona a quien se dice «amar» como un medio para los propios fines.
Amontonar como paquetes a 200 personas en un vagón de tren, significa manipularlas, rebajarlas de condición, envilecerlas. Este envilecimiento es un acto sádico, no sólo por ser cruel, sino básicamente por no hacer justicia a la dignidad de tales personas. Podemos afirmar que las cuatro formas de manipulación mencionadas constituyen otros tantos modos de sadismo en la medida en que son reduccionistas, reducen el valor de la persona digna de respeto.
¿QUIÉN MUEVE LAS CUERDAS?
Manipula el que quiere vencer a otra persona sin convencerla ni ofrecerle razones, no así el que la guía hacia algo valioso para desarrollar su personalidad.
El que nos orienta hacia un valor e indica la riqueza que alberga, habla a nuestra inteligencia y nos deja libertad de opción. Es un guía, un maestro que desea nuestro desarrollo como personas y procura enamorarnos de los valores, en cuanto que ofrecen posibilidades para lograr una vida de excelencia. Si alguien confiesa que no habla a sus hijos de valores para no manipularlos, muestra que desconoce la diferencia entre guiar y manipular.
El manipulador no quiere elevar nuestra personalidad, nuestro conocimiento de los valores o nuestra libertad creativa. Actúa subrepticiamente sobre nuestros centros de decisión para que sigamos sus consignas y defendamos sus intereses. No habla a la inteligencia ni respeta nuestra libertad. Para eso, más que inteligente, requiere ser suficientemente astuto. A este tipo de arrastre artero se denomina seducción, fascinación, no enamoramiento. Al analizar el tema de la manipulación, hemos de extremar el cuidado en matizar bien los conceptos y expresarlos con los términos adecuados.
La seducción se lleva a cabo con diversos recursos o «trucos». La mayoría se basa en la táctica de poner en relación una realidad atractiva para millones de personas con la realidad que se quiere promocionar. Al ser atraídos de forma automática, no da tiempo a reflexionar y solemos dar por hecho que esa realidad, que se ha vuelto atractiva, es incuestionablemente deseable y, por tanto, digna de ser adquirida. Con ello abdicamos de nuestra condición de seres inteligentes y libres para convertirnos en dóciles clientes. No hemos sido engañados pero sí manipulados.
EL FIN DEL MANIPULADOR
La meta del manipulador no es hacer feliz a nadie sino dominar en algún aspecto y dirigir su conducta. Si la meta de las emisoras de radio y televisión es aumentar la audiencia a cualquier precio, podemos inducir que los contenidos que ofrecen no se dirigen a incrementar la riqueza espiritual de la gente sino a convertirla en adicta a sus programas. En un congreso, varios empresarios cinematográficos confesaron que en más de una ocasión filmaron a los espectadores de una determinada película y posteriormente proyectaron a la vez las dos películas, para captar la reacción del público ante cada pormenor y dosificar luego los incentivos psicológicos a fin de aumentar la audiencia. Obviamente, esto es tratar a los espectadores como meros clientes, no como seres que, para lograr el desarrollo debido, necesitan determinados alimentos espirituales.
ESTRATEGIAS
Un experto en el manejo oculto de los pueblos, Iósiv Stalin, dijo que el medio más eficaz que poseen los estados modernos para dominar a la gente no son las armas sino los vocablos del diccionario. La manipulación se realiza mediante el lenguaje y la imagen, por ser sumamente elocuentes.
a) Términos talismán. En distintos momentos de la historia, ciertas palabras cobran un prestigio especial, porque toda la vida humana parece gravitar a su alrededor. Los términos orden en los siglos XVI y XVII; razón, en el XVIII, y revolución en el XIX fueron tan valorados socialmente que apenas nadie osaba ponerlos en tela de juicio. El vocablo libertad tuvo en el siglo XX y la mantiene a comienzos del XXI esa orla ascendiente. Son términos «talismán», que parecen albergar el secreto de la autenticidad humana. De ahí arrancan sus dos poderes básicos:
- Prestigian de modo automático los vocablos cercanos o parecidos. Así, democracia, autonomía, independencia, cogestión, cambio y otros afines se convierten, por su cercanía al término libertad, en vocablos talismán por adherencia.
- Desprestigian en automático todo vocablo que se les oponga o parezca oponérseles. La supervaloración de la libertad entendida unilateralmente como «libertad de maniobra o de elección arbitraria» considera todo tipo de censura, como radicalmente opuesta al ejercicio de la libertad. La aceptación de la libertad así entendida es tan incondicional y ardorosa que, hoy, el que ose defender algún tipo de censura queda desplazado del entramado sociocultural. No se analiza su posición; se descalifica abruptamente su figura.
b) Esquemas mentales. Pensamos y nos expresamos a través de esquemas o pares de términos: dentro-fuera, interior-exterior, arriba-abajo, libertad-norma, independencia-solidaridad… Manipulando los esquemas, podríamos dominar a las personas en su pensar y decidir. Un ejemplo es el esquema libertad-norma, decisivo en nuestra vida ética.
En el plano de las realidades físicas, el guión que divide los dos términos de los esquemas dentro-fuera, interior-exterior, arriba-abajo indica una oposición dilemática: estoy dentro o estoy fuera, arriba o abajo.
Si pensamos que estos esquemas son dilemas, de manera que elegir uno nos obliga a renunciar al otro, no podemos realizar en la vida ninguna actividad creativa ya que la creatividad es siempre dual. Si pienso que cuanto está fuera de mí es distinto, distante, externo y extraño a mí, no puedo colaborar con cuanto me rodea y anulo mi capacidad creativa en todos los órdenes.
Cuando percibimos el valor de lo que se nos sugiere y lo asumimos como propio estamos siendo creativos, si nos quedamos en el nivel de las exclusiones, entonces hemos conseguido tergiversar el sentido de la libertad humana y llevar a la confusión a quién sabe cuántas mentes.
Cuando Stalin ponderaba el poder de las palabras para sojuzgar a los pueblos, se refería sin duda a las palabras insertas en los correspondientes esquemas, que es donde juegan su papel expresivo.
c) Planteamientos tácticos. Si aceptamos un planteamiento diseñado de manera astuta para dominarnos, iremos a donde quieran llevarnos. Buen número de los temas controvertidos en los últimos tiempos divorcio, aborto, eutanasia se plantean de modo unilateral. Al tratar la cuestión del divorcio, se destaca la necesidad de resolver el problema de los matrimonios rotos, pero se rehuye analizar el efecto negativo del divorcio sobre los hijos. Para defender la ley abortista, se subraya el drama de las jóvenes embarazadas y se echa un velo sobre los derechos del no nacido.
Hemos de rechazar con decisión todo planteamiento unilateral, pues delata la intención estratégica del manipulador de omitir los datos que no favorecen la tesis que quiere imponer.
d) Procedimientos tácticos. El manipulador moviliza diversos recursos para dominar al pueblo sin que lo perciba. Tres personas difaman a una cuarta en un pueblo. Yo me le acerco y le cuento exactamente lo que dicen, pero hago un pequeño trueque con el lenguaje. En vez de decirle quiénes son los difamadores, me limito a indicarle: «¡Esto dice de ti la gente!» Si le dijera los nombres, le infundiría miedo ante la maledicencia, pero podría superarlo tomando ciertas medidas: hablar con esas personas, o incluso intimidarlas. Si, en vez de nombres concretos, indico el colectivo «la gente», suscito angustia en su ánimo, pues se ve acosada por un entorno anónimo contra el que no puede defenderse. De aquí el fenómeno temible del rumor, cuyos efectos son devastadores.
EL ANTÍDOTO CONTRA LA MANIPULACIÓN
La experiencia diaria nos advierte que no basta vivir en un régimen democrático para gozar de auténtica libertad. Si queremos ser verdaderamente libres en una sociedad manipuladora, debemos tomar tres medidas:
1ª. Estar alerta, tener en mente los argumentos antes mencionados.
2ª. Pensar con rigor, ajustar el pensamiento a las exigencias de cada modo de realidad.
3ª. Vivir creativamente.
En nuestro desarrollo personal adquirimos diversas experiencias, conocemos de primera mano qué actitudes adoptar ante la vida. Si haces una promesa y la cumples, aprendes por ti mismo qué es la virtud de la fidelidad. Cuando el manipulador de turno advierta que tu estado de vida exige sacrificios para mantener un nivel de altura y te incite a no aguantar más, podrás decirle que no estás llamado a «aguantar» pero sí a ser fiel, actitud distinta y superior, pues significa crear en cada momento la forma de vida que prometiste en un momento determinado de tu biografía.
Al comprobar la capacidad destructiva de la manipulación, nos asombra que apenas se estudie este tema en los centros escolares. Ningún estudiante debiera salir de las aulas sin un conocimiento preciso sobre la manipulación y los modos de neutralizarla. Ya los niños deben ser iniciados en este tema, y los jóvenes ahondar en él para trasmitirlo a otros y defenderse, tanto de la tentación de manipular, como del riesgo de ser manipulados. La libertad interior está en juego, y con ella el destino como personas .
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Miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Catedrático de Filosofía (Universidad Complutense, Madrid). Ha escrito diversas obras sobre manipulación y estética. Fundador de la Escuela de Pensamiento y Creatividad.