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Un libro sobre el papa que no es sobre el Papa

¿Cómo decirlo? No es que no interese quién es el papa en cada momento de la historia. Claro que interesa. Cada uno con sus singularidades virtudes y defectos es una riqueza. Hasta los que han sido grandes santos, cada uno imprime a la marcha de la Iglesia una dirección propia. Ningún hombre puede encarnar todas las sensibilidades, todos los espíritus, todos los estilos que admite el mensaje cristiano, «eso de que Dios encarnado vino y luego se fue pero al rato regresa» (p.60).
Lo que pasa es que, cuando no se trata del Papa el del momento sino del papa, y se mantiene el uso del singular en una exposición que cubre veinte siglos, se palpa cómo todas esas sensibilidades, espíritus y estilos han ido encontrando una encarnación humana.
Tal variedad desempeña una función de unidad frente a lo que no es variedad sino dispersión. «Al papa se le otorga la facultad de ser árbitro infalible, de resolver las fastidiosas e interminables diferencias entre divas de la fe cristiana, que tenían constante motivo de disputa, pues el cristianismo es una historia que se puede contar del mismo modo siguiendo mil caminos diferentes, pero cada obispo tenía la obsesión de que su manera fuera declarada la única y mejor» (p.169).
Este párrafo da una idea del tono del libro. Asegura Sanders que lo escribió para saber más sobre el papa, y añade: «Si Dios fuera cuerdo, no hubiera tenido necesidad de aprender acerca del papa. Pero Dios no es cuerdo. Está loco. Por loco creó el Universo con todo cuanto contiene, a través de Su palabra. Por loco reintegró en la unidad a la Creación entera, por medio de Su muerte y resurrección. Su locura es más cuerda que la cordura de los hombres» (p.13).
La Iglesia es un misterio, y sólo desde ahí se responde a los seculares malentendidos sobre su naturaleza. Por eso disfruté el continuo recurso de Sanders a la ironía con todos sus riesgos, muy a tono con la visión de la criminal Iglesia Romana que últimamente garantiza ventas.
Entre esas gustosas ironías (gustosas para quien sepa que lo son) se cuentan expresiones como: «…el cristianismo, la religión de la basura del mundo…» (p.176;los cardenales, se dice, son pocos porque «tienen que ser hombres excelentes, de costumbres intachables, de palabra segura, norma para la vida y el pensamiento de los demás, (…) exigencias especialmente difíciles de cumplir para los católicos practicantes» (p.119).
La estrategia de saltar de un pontificado a otro, hablando siempre de «el papa», causa un cierto vértigo que, al igual que el originado por las ironías y las exageraciones, exige ajustar el registro de lectura. Me pregunto cómo habríamos recibido un libro como éste hace diez años. En este preciso momento, la decisión de enfocar la figura del papa de modo atemporal entra en resonancia con los mencionados éxitos editoriales, donde más que la atemporalidad metodológica reina el anacronismo ignorante (hablar de Vaticano en el siglo XIII, etcétera). Mi experiencia es que, superado el vértigo establecida la sintonía para la lectura, El humo blanco se convierte en un entrañable paseo por la realidad divina y humana de la Iglesia su misterio, con sus luces y sus sombras, siempre con el soplo del Espíritu.
Puesto a exultar o a mostrar perplejidad, tendría mucho que decir. San Pedro me pareció excesivamente vapuleado. El capítulo de las herejías es de una lucidez logradísima. ¿Un balance? Muy deseable el que declara el autor mismo: «saber sobre el papa me ayuda a aceptar el hecho de que me ama un Dios loco» (p.16). Aceptar, sí, porque «el papa es siervo de los siervos de Dios enamorado, de Jesús el Amante. Para servirlo, ama a los hombres como si fuera un papá. Este amor es algo desconocido para la mitad de los católicos y aborrecido por la mitad de los cristianos. El amor, cuando es ardiente, puro y absoluto, hiere y ofende. Hace cobrar conciencia de la propia pequeñez y casi nadie está dispuesto a que le enseñen cuán pequeño es. El amor del papa hiere en secreto a los cristianos, como hiere el amor de un padre» (pp.21-22).

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1 El humo blanco. Sobre el hombre que llaman papa, Jus, México, 2003, 257págs.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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