Aunque las organizaciones no son asunto de risa, el humor es un elemento interesante para la gestión empresarial, constituye un factor y, a la vez, un producto de la cultura organizacional.
Algunos especialistas destacan el humor como herramienta poderosa y frecuentemente olvidada en la construcción del éxito empresarial, aunque también le atribuyen tremendos beneficios físicos, mentales, psicológicos y hasta económicos.
Además de estos aspectos, trazaré una pincelada sobre uno menos abordado, pero no por ello despreciable: el humor entendido como producto, como un termómetro del acontecer en la empresa.
PODEROSO ACTIVO DEL NEGOCIO
La visión del humor como producto es asumida por estudios y abundantes programas de adiestramiento, libros, videos y casetes que hay sobre la materia. En ocasiones, como parte de los programas de adiestramiento del personal, se incluye la posibilidad de participar en talleres de risaterapia, con sus consiguientes efectos fisiológicos científicamente demostrados.
El mercado ofrece una amplia gama de cursos y programas de entrenamiento corporativos, asociados al humor en la empresa, cuyos extremos oscilan entre colecciones de chistes y bromas, pasando por mensajes humorísticos en los protectores de pantallas como parte de la cultura organizacional, hasta enfoques psicolegales.
Un ejemplo curioso de este último enfoque es un curso ofrecido por una firma consultora experta en relaciones laborales, titulado Humor That Works at Work: Effective Humor Guidelines (El humor que funciona en el trabajo: pautas del humor eficaz). El curso incluye una orientación amplia sobre el humor en el lugar de trabajo, destacando qué tipo es más eficaz, el impacto que las cuestiones de género tienen en este terreno, así como varias recomendaciones sobre qué hacer si el humor afecta sin intención a alguien.
Malcolm Kushner, consultor norteamericano de humor en compañías como IBM, Hewlett-Packard, Motorola, Digital Equipment Corporation, AT&T; Sony, Aetna, Cigna Healthcare of California y Baxter lnternational, plantea la conveniencia de aproximarse ligeramente a este recurso natural, usualmente pasado por alto, sugiriendo formas de aplicar un toque de humor a situaciones cotidianas del negocio, a las reuniones, a las notas, a las negociaciones y a la gerencia en general.
Su planteamiento consiste en que un ligero toque de humor puede hacer a cualquier persona un comunicador más eficaz. Sobre su libro The Ligh Touch: How To Use Humor For Business Success, se ha afirmado que «se refiere a la gerencia y a sus problemas, incluyendo la motivación de los otros, mejorando la productividad» y superando «situaciones de negocio torpes».
El humor nos puede dar lecciones serias sobre cómo manejar el conflicto, desarrollar las anécdotas personales pertinentes, subir la moral y construir equipos eficaces, superar situaciones torpes y embarazosas y comunicar mejor, entre otras. En la bibliografía se sugiere transformar el sentido del humor en un poderoso activo del negocio y se presenta como una herramienta de gran alcance para lograr el éxito profesional. El humor, en el competitivo ambiente de negocios actual, en el que cada habilidad cuenta, puede proporcionar la dimensión ganadora.
ENTRE MÁS GRACIOSOS, MAYORES BONIFICACIONES
Todavía más interesante para los empresarios resulta la recomendación de Fabio Sala sobre «prestar más atención al modo en que se utiliza el humor y al modo en que los demás responden a su humor», en función de su liderazgo directivo y la gestión empresarial.
El asunto gira en torno a cómo dar un toque humorístico adecuado; no se trata de ser gracioso, transmitir chistes por el hilo musical, disponer de una colección de bromas por los altavoces públicos o cultivar sonrisas heladas e irritar a los empleados o receptores del mensaje con humor, cuyos efectos pueden oscilar desde la inocuidad hasta el perjuicio del liderazgo.
En este sentido, cabe tener en cuenta que, tal como refiere F. Sala: «Más de cuatro décadas de estudios de diversos investigadores confirman una cuestión de sentido común: utilizado con habilidad, el humor engrasa las ruedas de la gestión». Sala considera también que «los directivos que son verdaderamente graciosos rinden mejor».
Este especialista realizó dos estudios que relacionan mediciones objetivas del «humor directivo» y sus resultados. En cada uno participó un grupo de directivos de una gran corporación, a través de entrevistas de dos a tres horas de duración. Tras los resultados del estudio se distinguieron tres clases de humor, a saber: positivo, negativo o neutral, que se pueden sistematizar, según la función atribuida y el carácter que les hemos asignado.
En el primer estudio se seleccionó a un grupo de 20 personas, 10 cuyo rendimiento había sido catalogado por los altos directivos de la corporación como «sobresaliente», y 10 con un rendimiento «normal». Posteriormente, las entrevistas se evaluaron de modo independiente por dos clasificadores para contar las «manifestaciones de humor» y calificarlas como positivas, negativas o neutrales.
El análisis reveló que los entrevistados usaban todas las clases de humor en mayor o menor medida, con una media general de 7.5 veces por hora, más que duplicada por los directivos calificados como sobresalientes, que llegaron a una media de 17.8 veces por hora.
Sala constató que: «La mayor parte del humor de los directivos sobresalientes era positivo o neutral, pero también utilizaban más el humor negativo que sus compañeros». Resulta contundente el hecho de que, al examinar las retribuciones de los directivos durante el año, Sala detectó que la cuantía de las bonificaciones guardaban una relación positiva con el empleo del humor durante las entrevistas: «cuanto más graciosos eran los directivos, mayores eran las bonificaciones».
En el otro estudio, la muestra comprendió a 20 mujeres y 20 hombres, que serían seleccionados para ejercer funciones directivas. Las entrevistas se realizaron durante el proceso de contratación y el rendimiento se midió un año más tarde. «Los directivos que con posterioridad fueron considerados como sobresalientes utilizaron todos los tipos de humor con más frecuencia que los considerados como normales» y, de manera análoga, sus bonificaciones guardaban una relación positiva con el humor manifestado durante la contratación.
FORTALEZA EN TIEMPOS DE CRISIS
Es pertinente destacar que la medición objetiva del éxito no es una correlación simple, sino que en ella concurren, en mayor o menor grado, otras variables. Se trata de una relación de influencia, probablemente explicable en el campo de las ciencias sociales a partir de la inteligencia emocional, que ha divulgado ampliamente David Goleman.
En este contexto, «la facilidad natural hacia el humor tiene conexión con un rasgo directivo, la inteligencia emocional», de la que podría considerarse un indicador. Es preciso mencionar que «la inteligencia emocional es aún ingeniosa», como destacó la lista innovadora 2003 de la Harvard Business Review, al incluirla como una de las buenas ideas útiles en tiempos difíciles, en los que es igualmente aconsejable capturar los corazones y mentes de los empleados.
Los directivos pueden valerse de la inteligencia emocional aún en tiempos de crisis. Pueden emplearla internamente para mantener la fortaleza requerida y externamente para producir armonía en el lugar de trabajo y superar a los competidores, al dotar al directivo de herramientas para entenderlos y anticiparse a ellos.
En 1998, la investigación llevada a cabo por Hay Group y Daniel Goleman evidenció que los líderes destacados tienen un elevado conocimiento de sí mismos y una capacidad excepcional para mostrar empatía, entre otros rasgos relevantes de la inteligencia emocional. El autoconocimiento y la empatía «son esenciales para el uso eficaz del humor por parte de los directivos», y son capaces de «marcar la diferencia entre la mofa humorística que espolea y el comentario hiriente que se limita a molestar».
Ciertamente, un directivo puede utilizar el humor adecuada o inadecuadamente, de tal forma que actúe como un ariete o un bumerán:
- Como ariete: al incentivar la comunicación y el diálogo, aún en casos difíciles; suavizar las críticas; disminuir la tensión; mejorar la moral y elevar la autoestima, por ejemplo, al mostrar comprensión hacia una persona o equipo que ha cometido un error. Construye puentes en las relaciones interpersonales del directivo en función del negocio.
- Como bumerán: constituye una agresión y, en consecuencia, se puede tornar en contra de la gestión y del liderazgo directivo, al aumentar la hostilidad, arruinar relaciones interpersonales, anular las posibilidades de comunicación sin resentimientos y afectar al necesario respeto mutuo. El humor puede destruir puentes entre el directivo y sus compañeros o supervisados.
Vale la pena mencionar que, en los estudios, la «denigración» se presentó como una «cosa de chicos», al constatarse que tanto las mujeres directivas como sus compañeros masculinos utilizaban todos los tipos de humor, Sala reportó diferencias significativas entre el humor directivo femenino y el masculino. Las directivas usaron más el humor. Se mostraron «más proclives que los hombres a utilizar el humor lisonjero» o que expresa algún tipo de «aprecio, amabilidad y apoyo» y menos inclinadas al humor denigrante hacia sus subordinados, y todavía menos hacia sus superiores.
El desempeño humorístico de los directivos es compatible con resultados de investigaciones sobre las relaciones interpersonales, mediante las que se ha demostrado que los hombres tienden «a hacer valer las diferencias de posición, en lugar de quitarles importancia», mientras que las mujeres hacen lo contrario. Ellos y ellas «utilizan el humor principalmente para tender puentes». De acuerdo con algunos psicólogos de empresa, la peculiaridad masculina es que asocia el humor denigrante con una manera posible de establecer y mantener la posición jerárquica.
Según Salas, la cuestión no es que siempre sea bueno más humor o que siempre sea mejor el humor positivo que el negativo o denigrante, sino su «uso eficaz». Resulta imprescindible prestar atención a las tres facetas en que se emplea y responder las interrogantes pertinentes para alcanzar el punto justo, el equilibrio necesario tanto en la empresa como en la vida:
- Acción propia: ¿Cómo se utiliza el humor?
- Reacción ajena: ¿Cómo responden los demás al humor?
- Resultado comunicacional deseado y obtenido: ¿Qué mensaje transmite? Todo está en la forma de decirlo.
Bronwyn Fryer refiere que, de acuerdo con Kim Cameron, profesor de Comportamiento organizacional y gerencia de Recursos Humanos en la Escuela de Negocios de la Universidad de Michigan, el éxito radica en proteger cuidadosamente a los empleados y desarrollarlos, consolidándolos como personas.
De acuerdo a la nueva visión organizacional que insiste en acentuar lo positivo del comportamiento laboral, las investigaciones realizadas han revelado que la felicidad de los empleados compensa. Por tanto, vale la pena desarrollar una atmósfera de trabajo positiva, no sólo por sí misma, sino también porque puede ser el fundamento de un verdadero éxito organizacional, competitiva y financieramente considerado. Algunas organizaciones cultivan culturas emocionalmente inteligentes, de las que bien podría formar parte el humor.
El humor es un factor a considerar en las prácticas gerenciales como parte de la cultura organizacional, ya que, según Nohria, Joyce y Roberson, es una práctica gerencial primaria capaz de afectar significativamente al desempeño empresarial. Una de esas prácticas gerenciales primarias, en concurrencia con las financieras, consiste en acentuar lo positivo y comunicar con humor oportuno para lograr un clima organizacional más agradable, compatible con el refuerzo de las «prácticas gerenciales secundarias», como el liderazgo, que debe reflejar compromiso con el negocio y su gente.
Aunque los especialistas recomienden a los directivos hacer el trabajo divertido para obtener una mayor disposición, los estudios sugieren que mantener altas expectativas sobre los asuntos a desempeñar permite alcanzar resultados superiores. El humor y una cultura organizacional orientada al desempeño son complementarios. Obviamente, esta no se agota en el humor, pero puede ser parte.
TERMÓMETRO DE LA EMPRESA
En foros especializados se llega a considerar que reír es el mejor consultor, y se plantea que se puede aprender mucho de una compañía prestando atención a su humor. Se recomienda observar las representaciones humorísticas y parodias en las salas de conferencias, las bromas durante las reuniones y los chistes en el correo electrónico. Todo ello refleja qué está pasando en la compañía.
T. Steward sostiene que la gente hace chistes en las empresas como una vía para revelar verdades incómodas. Así como los monarcas empleaban en las cortes a los bufones, los editoriales humorísticos y programas televisivos hacen caricaturas de los poderosos; así también esos impulsos están presentes en el trabajo.
El humor directivo forma parte de la ecología empresarial porque facilita la relación entre los grupos humanos en su ambiente laboral y considera a las personas que dirigen, gobiernan, gestionan y trabajan, tanto en su aspecto interno (en relación con ellas mismas), a través de la satisfacción dada por la empatía, la capacidad de dispensar un buen trato y sentirse a gusto; como en el externo (en relación con su entorno social), constituido por empleados, subalternos, jefes o clientes.
Además, el humor se puede gestar en la empresa como mecanismo de defensa frente a situaciones indeseables y servir para medir diferentes percepciones de la gestión empresarial.
Como el humor es un asunto interesante para la gestión empresarial es recomendable tener en cuenta que:
Puede servir para obtener atención, afinidad, disminuir la resistencia o hacer algo más memorable; para conseguir que la gente escuche y disfrute al escuchar, tal y como B. Maher señala acertadamente. El viejo dicho acerca de que cuando se es divertido no hace falta gritar, es cierto. Evidentemente, siempre hay que cerciorarse de que el humor sea apropiado en el tiempo y en el espacio, considerando las diferencias culturales significativas, especialmente si nos vamos a comunicar con un auditorio internacional.
Los especialistas estiman que el humor en la empresa y para el negocio es un aliado de vanguardia. Insisten en la conveniencia de propiciar un ambiente de trabajo agradable ergonómica y psicológicamente. Que trabajar sea agradable para sí mismos, sus compañeros y empleados, construyendo relaciones interpersonales con empatía que fomente un clima organizacional propicio al desarrollo y crecimiento humano. Una empatía, por consiguiente, compatible con la confianza, la lealtad, el compromiso y la productividad que exige la gestión en el competitivo mundo globalizado de hoy.
*Una primera versión de este texto fue publicada en la revista Nuevas Tendencias núm. 54 con el título «Humor en la empresa y para el negocio: Un asunto interesante» (abril, 2004)