La guerra de los mundos
H.G. Wells
Novela
Sexto Piso. Mexico, 2005. 200 págs.
H.G. Wells
Novela
Sexto Piso. Mexico, 2005. 200 págs.
Falta una historia comparada de la literatura utopista y la literatura catastrófica de ciencia ficción. Ambas resguardan en el centro de sus inquietudes el problema de la civilización. Esa preocupación por la Humanidad, como especie o como esfera psicocultural que nos distingue, recorre las páginas de este clásico moderno.
En el verano de 1894 una expedición marciana invade la Tierra a fin de conquistarla y así asegurar la supervivencia de sus congéneres. A lo largo de 12 noches caen sobre Inglaterra las 12 naves que transportan a los alienígenas y sus armas, estas sí, de destrucción masiva. El narrador es testigo presencial de la primera ofensiva. La mala fortuna y el deseo de encontrar a su esposa lo llevan a recorrer la campiña en dirección opuesta a la de los refugiados, razón por la cual encuentra a su paso los rastros del exterminio y el desmoronamiento del orden social –sin el cual «la vida vuelve a ser real»– ocasionados por los invasores.
Se conjetura que sólo tras el contacto con nuevas formas de vida inteligente, los hombres podrán reconocerse como semejantes. Pero el encuentro con los extraterrestres no replantea la identidad humana. O mejor dicho, la replantea en sentido opuesto reduciendo nuestra semejanza a las características y pulsiones propias de cualquier otro organismo vivo. La guerra de los mundos, en la voz de este relato, es una guerra sin dilemas, justo como la caza y domesticación de los animales son acciones amorales.
En el verano de 1894 una expedición marciana invade la Tierra a fin de conquistarla y así asegurar la supervivencia de sus congéneres. A lo largo de 12 noches caen sobre Inglaterra las 12 naves que transportan a los alienígenas y sus armas, estas sí, de destrucción masiva. El narrador es testigo presencial de la primera ofensiva. La mala fortuna y el deseo de encontrar a su esposa lo llevan a recorrer la campiña en dirección opuesta a la de los refugiados, razón por la cual encuentra a su paso los rastros del exterminio y el desmoronamiento del orden social –sin el cual «la vida vuelve a ser real»– ocasionados por los invasores.
Se conjetura que sólo tras el contacto con nuevas formas de vida inteligente, los hombres podrán reconocerse como semejantes. Pero el encuentro con los extraterrestres no replantea la identidad humana. O mejor dicho, la replantea en sentido opuesto reduciendo nuestra semejanza a las características y pulsiones propias de cualquier otro organismo vivo. La guerra de los mundos, en la voz de este relato, es una guerra sin dilemas, justo como la caza y domesticación de los animales son acciones amorales.