La sal de la tierra. Quién es y cómo piensa Benedicto XVI
Peter Seewald
Testimonio
Palabra. Madrid, 2005. 310 págs.
Peter Seewald
Testimonio
Palabra. Madrid, 2005. 310 págs.
Leer un «libro-entrevista» tiene las ventajas del ritmo y fluidez que facilitan su comprensión y disfrute. La sal de la tierra es una conversación mantenida en 1996 entre Josef Ratzinger –Prefecto de la Congre-gación para la Doctrina de la fe– y Peter Seewald –redactor de Spiegel y Stern–, que de alguna manera actualiza y continúa aquel otro Informe sobre la fe de 1985, de Vittorio Messori.
Mientras el Informe era una aguda reflexión sobre la Iglesia y el mundo en el contexto de la guerra fría y el postconcilio, la entrevista de Seewald comienza a atisbar el papel y horizonte de los cristianos en un mundo unipolar, secularizado y postmoderno.
Sorprende que ante la presión y acidez de algunos cuestionamientos, el entonces Cardenal continuamente busca reivindicar lo esencialmente cristiano, como si quisiera decir una y otra vez que «Cristo es la señal definitiva en la historia del mundo, es principio y fin en la incertidumbre de los caminos –siempre más dramáticos– de la historia».
Cuando la fe ha perdido su especificidad, cuando se diluye y se vuelve pura referencia moralista, no convence a nadie. El cristianismo, nuevamente, se concibe en la mente de Ratzinger-Benedicto XVI, como sal sin la cual la tierra pierde su sentido. Sal para la tierra. Nada más necesario para comenzar bien el año.
Mientras el Informe era una aguda reflexión sobre la Iglesia y el mundo en el contexto de la guerra fría y el postconcilio, la entrevista de Seewald comienza a atisbar el papel y horizonte de los cristianos en un mundo unipolar, secularizado y postmoderno.
Sorprende que ante la presión y acidez de algunos cuestionamientos, el entonces Cardenal continuamente busca reivindicar lo esencialmente cristiano, como si quisiera decir una y otra vez que «Cristo es la señal definitiva en la historia del mundo, es principio y fin en la incertidumbre de los caminos –siempre más dramáticos– de la historia».
Cuando la fe ha perdido su especificidad, cuando se diluye y se vuelve pura referencia moralista, no convence a nadie. El cristianismo, nuevamente, se concibe en la mente de Ratzinger-Benedicto XVI, como sal sin la cual la tierra pierde su sentido. Sal para la tierra. Nada más necesario para comenzar bien el año.