La habitación del poeta
Robert Walser
Ensayo
Siruela. Madrid, 2005. 116 págs.
Robert Walser dedicó buena parte de sus fuerzas a desaparecer en vida. Esto no es una novedad. Escritor errante en su juventud, Walser pasó los últimos veintitrés años de su vida recluido en el sanatorio mental de Herisau, en Basilea, donde alguna vez le diría a su amigo y albacea literario Carl Seelig las palabras en las que muchos han querido encontrar el núcleo de su poética: «En el sanatorio tengo la paz que necesito. Que los jóvenes hagan ruido ahora. Lo que me conviene es desaparecer, llamando la atención lo menos posible».
Esta vocación por la desaparición que, desde el punto de vista literario, llevará al autor de Jakob Von Gunten a la redacción de sus míticos «microgramas» hacia el final de su vida, se encuentra ya de alguna manera en los textos del joven Walser. La habitación del poeta reúne una serie de prosas breves y algunos poemas con los que Walser colaboró en diversos periódicos alemanes. Textos casi fotográficos, en cada uno de ellos la fascinación producida por el preciso manejo de las palabras encanta al punto de hacernos perder de vista la figura del autor, que desaparece en la propia escritura: «[El escritor] Se olvida a sí mismo cada vez que escribe la primera palabra, y cuando ha dado forma a la primera frase no quiere saber nada de sí».
Robert Walser
Ensayo
Siruela. Madrid, 2005. 116 págs.
Robert Walser dedicó buena parte de sus fuerzas a desaparecer en vida. Esto no es una novedad. Escritor errante en su juventud, Walser pasó los últimos veintitrés años de su vida recluido en el sanatorio mental de Herisau, en Basilea, donde alguna vez le diría a su amigo y albacea literario Carl Seelig las palabras en las que muchos han querido encontrar el núcleo de su poética: «En el sanatorio tengo la paz que necesito. Que los jóvenes hagan ruido ahora. Lo que me conviene es desaparecer, llamando la atención lo menos posible».
Esta vocación por la desaparición que, desde el punto de vista literario, llevará al autor de Jakob Von Gunten a la redacción de sus míticos «microgramas» hacia el final de su vida, se encuentra ya de alguna manera en los textos del joven Walser. La habitación del poeta reúne una serie de prosas breves y algunos poemas con los que Walser colaboró en diversos periódicos alemanes. Textos casi fotográficos, en cada uno de ellos la fascinación producida por el preciso manejo de las palabras encanta al punto de hacernos perder de vista la figura del autor, que desaparece en la propia escritura: «[El escritor] Se olvida a sí mismo cada vez que escribe la primera palabra, y cuando ha dado forma a la primera frase no quiere saber nada de sí».