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Universo inteligente, ¿diseño o azar?

TRAMPA PARA CAZAR JAIBAS

¿Sabía usted que la carne de jaiba de su aperitivo y su ingenuo coctel de almejas están muy relacionados con el «Diseño Inteligente»? La trampa para esta pesca es un artefacto ingenioso, el acceso para la jaiba es fácil, pero está diseñada de forma que una vez dentro cada ejemplar se alimenta vorazmente y luego le resulta imposible salir por el pequeño orificio de entrada y así queda prisionero junto a otros especímenes.
Los pescadores depositan la carnada en las jaulas, las dejan en el mar y después las sacan repletas de jaibas. Todo esto en las limpias y tranquilas aguas de un mar confortable, casi infinito; aunque paradójicamente, las jaibas estén circunscritas por los límites de la trampa que, por cierto, perciben con sus ojos compuestos y sus diversos apéndices locomotores de decápodo, mejor diseñado aún que su jaula, pero incapaz de evadirla.
Esas jaulas, cuyo uso comercial en las aguas de Sonora, en el Golfo de California, se considera reciente, parecen ahora un recurso lógico, aunque seguramente no fue sencillo diseñarlas.1 Gracias a ellas hoy se puede industrializar la exquisita carne de este crustáceo.
ARTEFACTO DE «COMPLEJIDAD IRREDUCTIBLE»
La trampa que usan actualmente los pescadores de Sonora es tosca, de tela de alambre fuerte, oxidable, pero plenamente eficaz. Tiene cuatro accesos externos, dos plantas comunicadas entre sí y lugar para la carnada. Mediante una boya flotante localizan cada trampa, en la que pueden quedar atrapadas hasta cuarenta jaibas. Sin ella, los pescadores deberían ganarse la vida mediante cualquier otra actividad productiva, algo que les financiara el juego de la improbable pesca de jaibas, como algunos hombres de negocios que liberan su estrés en la pesca o caza deportivas.
Se trata de un artefacto de «complejidad irreductible», si nos atenemos a la teoría del Intelligent Design, ID (Diseño Inteligente), que vienen desarrollando los científicos Michael Behe, bioquímico y profesor de la Universidad de Lehigh, Pennsylvania, y el matemático y físico William A. Dembski, del MIT y las Universidades de Chicago y Princeton; precedidos por Phillip E. Jonson, abogado en Berkeley, California, fuerte impulsor del ID.
El artefacto, igual que la trampa para cazar ratones a la que se refiere Behe, nos ayudará a entender, primero, el concepto de complejidad irreductible, y después a descubrir esa compleja estructura natural realizada en el mundo viviente, concretamente en las almejas.
Veremos que a su vez, esa complejidad existente en la naturaleza se resiste a ser explicada por la lógica darwinista: una gradualidad biológica, hecha de pasos ciegos y azarosos, sin proyecto alguno de llegar a una estructura de complejidad superior.
Los mecanismos biológicos que la ID llama de complejidad irreductible reclaman otra explicación que los neodarwinistas -y antes su maestro- no han alcanzando a vislumbrar en su examen del mundo biológico, campo muy limitado en los tiempos del científico británico (segunda mitad del siglo XIX), pero diversísimo al acercarnos y trasponer el umbral del siglo XXI. Si se lo reprocharon a Darwin sus primeros críticos, no se lo podemos perdonar ahora al neodarwinismo.
EVOLUCIÓN Y EVOLUCIONISMO NO SON LO MISMO
Nunca he dudado de la grandeza humana ni de la honestidad científica de Darwin, cualidades que admiro en él. Muy suya es esta ejemplar afirmación: «Si se pudiera demostrar la existencia de cualquier órgano complejo que no se pudo haber formado durante numerosas y leves modificaciones sucesivas, mi teoría se desmoronaría por completo».2 Además de honesto, valiente.
Antes de ofrecer una investigación personal que responde ahora a aquel lejano reto de Darwin -sin olvidar que su obra El origen de las especies vio la luz en 1858-, debo repetir que no habrá que reportar al darwnismo como falso, sino sólo como insuficiente.
Así lo calificaron aquel biólogo experimental y después filósofo de la naturaleza, Hans Driesch, y toda su generación.3 Y así estudié yo el darwinismo, a través de Driesch, los hermanos Hertwig, J. von Uexküll…
Esta teoría científica no explica lo que pretende; es decir, el acceso a niveles superiores de organización biológica. Sólo da razón de los «arabescos» de la evolución, como afirma el paleontólogo Schindewolf.4 En efecto, el darwinismo sólo explica la diversificación en especies biológicas afines y las variaciones dentro de la misma especie, como la ramificación racial en los perros. Pero no da razón del proceso evolutivo ascendente a los niveles superiores de complejidad que se da en los seres vivos. Explica la microevolución, no la macroevolución, conceptos aportados por el genetista de Berkeley Richard Goldschmidt.5
A la valiente confesión citada de Darwin, hay que añadir la concesión y el reto de su seguidor Richard Dawkins:6 «Es muy posible que la evolución no sea siempre gradual. Pero debe ser gradual cuando se usa para explicar el surgimiento de objetos complejos que al parecer tienen un diseño. Como los ojos. Pero si no es gradual en estos casos, deja de tener capacidad explicativa. Sin gradualismo en estos casos regresamos al milagro, que es simplemente un sinónimo de ausencia total de explicación».
Quizá ahora se entiendan mejor algunos principios fundamentales. La evolución es un proceso biológico, es el surgimiento y desarrollo progresivo de las especies, algo que está a la vista, por eso no debemos llamarla evolucionismo, expresión que conlleva algunas gotas de ideología, un ismo, que sugiere que no es ciencia pura.
Evolucionismo son, por ejemplo, algunas explicaciones de la evolución cuando añaden una ideología, como el darwinismo cuando se tiñe de un concepto materialista de la naturaleza que sólo admite la materia y niega el espíritu.
«Al lado de la materia, la energía y la estructura ?leemos en J. von Uexküll?, entra como cuarto factor natural el formador de estructura. Sólo la estructura y todo lo que obedece es mortal. El formador de estructura es independiente de la estructura, y por eso, irreductible y eterno».7
LA BIOQUÍMICA Y «LA CAJA NEGRA DE DARWIN»
El bioquímico Michael Behe ha expuesto ordenadamente sus ideas en un sugerente libro, La caja negra de Darwin8. Por un sistema «irreductiblemente complejo» entiende Behe aquel sistema compuesto por varias piezas armónicas e interactuantes que contribuyen a la función básica, en el cual la eliminación de cualquiera de estas piezas impide al sistema funcionar.
«La bioquímica moderna nos ha permitido, según Behe, llegar hasta los ladrillos con los que están formados todos los seres vivos. Lo anterior equivale a descubrir qué hay en el interior de la “caja negra”, poder desvelar los “mecanismos”  mediante los cuales dichas “piezas” se relacionan entre sí sosteniendo las distintas funciones que nos presenta nuestra experiencia ordinaria».
Como se aprende en la segunda clase de bioquímica esos ladrillos son los aminoácidos, con los que se forman las proteínas, y éstas son maravillosas máquinas moleculares de admirable complejidad, con funciones bien definidas y cuyo funcionamiento conocemos con detalle.
Los ejemplos que ofrece Behe «permiten concluir que, asombrosamente, ostentan una complejidad irreductible», es decir, inexplicable para el darwinista, aunque pretenda explicarla en su concepción reductiva de una naturaleza en competencia que carece de propósitos9. Behe ha estudiado con suficiente detalle diversos ejemplos de sistemas bioquímicos (el cilio o flagelo bacteriano10, la coagulación de la sangre, la estructura de los distintos subsistemas de una célula eucariota11, el sistema de transporte de proteínas, etcétera).
El análisis detallado de estos ejemplos, y el hecho de que se conozca su estructura hasta el nivel molecular, lleva a Behe a afirmar en ellos un evidente diseño. Por diseño entiende «la intervención de un actor inteligente que ha dado forma a dichos sistemas. No se presupone ni quién es el actor ni cuándo ejerció su actividad creativa», explica Santiago Collado.
EL DISEÑO DE LOS EPITELIOS VIBRÁTILES
Este es el caso de los epitelios vibrátiles que tapizan el interior del tubo digestivo de los animales. Ese complicado revestimiento es muy sencillo en los invertebrados, concretamente en los moluscos (caracol, almeja, ostra). Se trata de una sola capa de células adosadas entre sí que se llama epitelio monoestratificado.
El estudio del epitelio vibrátil de los invertebrados atrajo la atención de los histólogos desde finales del siglo XIX, en cuanto se desarrollaron las técnicas histológicas para la tinción de los distintos componentes celulares, como la hematoxilina férrica de Heidenhein12.
Pronto se advirtió que cada célula vibrátil posee un penacho de cilios en la parte libre y que el movimiento coordinado de esos cilios permite la circulación del alimento desde su ingreso por la boca y, tras su asimilación digestiva por parte del organismo, la expulsión al exterior del residuo fecal.
El sencillo tracto digestivo de los invertebrados necesita también un proceso interior de lubricación por las llamadas células mucosas para el desarrollo de su función. Pero la función de las células vibrátiles es de tal importancia que, sin ellas, no es posible el proceso digestivo.
¿Cuál es la estructura íntima de una célula epitelial vibrátil y cuál la función de cada una de las estructuras elementales que la componen? Pero, ¿acaso tiene partes diferenciadas cada una de las miles de células vibrátiles del intestino de una almeja, por ejemplo, y cada elemento de su fina estructura fibrilar corresponde a una función específica? ¿Y esto, en cada una de los millones de almejas que han vivido y viven, al menos desde el Cretácico, en la inmensidad de nuestros tormentosos y cambiantes mares, testigos de batallas históricas y archivos de codiciables tesoros? Ahí están, a la espera, esas variadas y casi eternas especies de almejas, que ya no son mudas sino elocuentes portavoces vivos de un designio inteligente que pervive en la naturaleza inmortal.
Tuve la oportunidad de ocuparme en este tema de investigación durante mi tesis doctoral sobre histología digestiva del molusco.
UNA CÉLULA VIBRÁTIL DE POCAS MICRAS VISTA POR DENTRO
Cada célula epitelial vibrátil -Flimmerzelle de los autores alemanes- posee un largo penacho de cilios, que se mueven armoniosamente como los brazos de una multitud humana que hace «olas» en el estadio deportivo. Cada cilio posee en la base un pequeño bulbo y se inserta en la célula por un gránulo basal, y a su vez continúa en el citoplasma por una pequeña raíz ciliar.
Las raíces ciliares de cada célula convergen entre sí formando un cono que se prolonga en el interior de la célula por la fibra terminal de Apathy. Gracias a sus gránulos basales, cada cilio se mantiene en vibración, como mostró Worley con sus admirables trabajos de microdisección en las células vibrátiles. También observó que al cortar el cono ciliar cesa la coordinación en el movimiento de los cilios.13 La coordinación biológica en los epitelios vibrátiles fue objeto de estudio de Paul Vignon desde 1901.14
La membrana celular es muy débil; no podría soportar el trabajo del sistema vibrátil. Cada célula está dotada de un sistema de tonofibrillas que refuerzan la membrana de arriba a abajo. Además, cada célula vibrátil se desprendería del tejido conjuntivo en el que se apoya su base si no existiera un sistema de refuerzo. Variantes de las mismas técnicas argéntico-áuricas, con el uso de unas gotas de piridina, y la ligera elevación de la temperatura en la solución donde se prepara el corte micrométrico, permiten distinguir las diversas partes del cilio y sus raíces, las tonofibrillas y el sistema de fibras conjuntivas que afianzan cada célula al tejido muscular del tracto digestivo.
DISEÑO INTELIGENTE
¿Por qué esa variada y coordinada estructura en cada célula epitelial vibrátil? Todo se muestra como si se tratara de un diseño inteligente, como aquellas trampas utilizadas por los pescadores de Sonora para la jaiba. Nadie pondrá en duda que esa trampa es un diseño inteligente, irreductible a la pretensión de que haya surgido por la agregación casual de pequeños trozos de alambre durante mucho tiempo -«la falacia del tiempo» ha escrito Julián Marías- y que, sin proponérselo nadie, el pescador la encuentra y la utiliza hoy para pescar jaibas, como quien encuentra una rama de árbol de apariencia caprichosa, que nadie diseñó, y la utiliza como remo.
Por otro lado, el método científico permite comprobar que los componentes fibrilares de la célula epitelial ciliada reaccionan de manera diversa al tratamiento de variados métodos, esto revela cómo cada estructura tiene una composición bioquímica distinta, acorde a la función que le corresponde. No es lo mismo accionar o coordinar el movimiento de los cilios que dar tonicidad o consistencia a la célula epitelial para su incansable trabajo, o sujetarla al tubo digestivo del que el epitelio vibrátil es su revestimiento necesario. Se trata de dos realidades inteligentes y coordinadas: las diversas funciones de cada estructura fibrilar y su distinta composición bioquímica.
El tejido epitelial vibrátil parece ser un diseño de complejidad irreductible, de los que Behe llama «diseño en sentido fuerte». No es posible que haya surgido poco a poco y que, por casualidades múltiples, sirva para hacer posible la digestión. Sin las células vibrátiles coordinadas entre sí, tal como son -complejas en su sencillez-, no es posible la digestión y no es posible la vida de ninguna almeja.

1 Es el crustáceo Callinectes sapidus. Las jaibas son activas, voraces, se alimentan de otros crustáceos, peces, moluscos y algas. Viven de 3 a ocho 8 años, el caparazón, las ocho patas y las dos tenazas son su defensa. Habitan en costas tropicales y templadas, en aguas de bahías, lagunas costeras, esteros y desembocaduras de los ríos.

2 Cfr Michael Behe, La caja negra de Darwin, p. 60. Cfr. Santiago Collado, «Debate en torno al Diseño Inteligente», Aceprensa 79/05. Madrid, 5 julio 2005.
3 «Lo que sabemos es solamente que las teorías especiales ligadas a los nombres de Darwin y Lamarck no aciertan en lo fundamental, esto es, en la causa primera de la diferenciación y son, por ende, insuficientes (no digo precisamente “falsas”). Pues la “selección natural en la lucha por la existencia” es sólo un factor de eliminación que actúa negativamente. ¿De dónde procede aquello que determina el proceso selectivo? Lo ignoramos» (Hans Driesch, El hombre y el mundo. Centro de Estudios Filosóficos. UNAM. México, 1960, pp. 56-57).
4 Cfr. O. H. Schindewolf, Grundfragen der Paläontologie. Scheweizerbarthsche Verlag. Stuttgart, 1950.
5 Cfr. Richard Goldschmidt, «La evolución vista por un genético». Arbor: Revista general de investigación y cultura. Madrid, junio 1951, pp. 229-249.
6 Richard Dawkins, El relojero ciego. Editorial Labor, Barcelona 1988.
7 Continúa el texto citado: «También nosotros, hombres, debemos nuestro advenir y subsistir a ese formador de estructura que no es ninguna estructura, ni materia, ni energía; que no obedece a la ley causal, sino que prescribe leyes que llamamos conforme a fin. Con el conocimiento de este factor natural, la investigación experimental de la Naturaleza le trae de nuevo a la humanidad un bien que es para ella una necesidad vital, y que le había sido arrebatada por el materialismo: el problema de la inmortalidad» (J. von Uexküll, Ideas para una concepción biológica del mundo. Espasa-Calpe Argentina. Buenos Aires, 1945, p. 249).
8 M. J. Behe. La Caja negra de Darwin. El reto de la bioquímica a la evolución. Andrés Bello, Barcelona 1999.
9 J. C. Frentes, del Centro de Investigación del Cerebro de la Universidad de Rochester, ofrece un ejemplo de cómo el darwinismo logra explicar algo. Cuando él estudiaba en Cambridge los hábitos del ratón británico campestre averiguó que la especie que vivía en el bosque se quedaba quieta cuando un objeto se movía sobre su cabeza, mientras que la especie que vivía en el campo abierto huía. Mostró estos datos a unos amigos zoólogos, pero invirtió las observaciones. Sus amigos fueron capaces de darle unas interpretaciones bien elaboradas, explicando los datos -falsos- a partir de ideas convencionales basadas en la selección natural (Cfr. Matematicians question Darwinism. Scientific Research, noviembre 1967).
10 Estudiados bajo el microscopio electrónico los cilios están formados por una membrana externa continuación de la membrana plasmática, dentro de la cual hay una matriz en la que están dispuestas longitudinalmente once fibrillas; un par de fibrillas simples, rodeadas por nueve fibrillas dobles junto a la periferia. Los flagelos que se encuentran en muchas bacterias tienen estructura mucho más sencilla.
11Células cuyo núcleo se separa del citoplasma por una membrana, y el material genético, ADN, concentrado en los cromosomas. En consecuencia, la división celular es por mitosis. Las células eucarióticas son la unidad estructural de todos los organismos, excepto las bacterias y las algas verdiazules o cianofíceas.
12 M. Heidenhein, Beitraege zur Aufklaerung des wahren Wesens der faserförmigen Differenzierung. Anatomische Anzeiger, 16, pp. 97-131, 1899.
13 Cfr. L. G. Worley, «Microdissection studies of the ciliated epithelial cell». Journal of Cellular Comparative Physiology, 18 (2), pp. 187-97. 1941.
14 Cfr. P. Vignon, «Recherches de Cytologie générale sur les épithéliums. L?appareil pariétal, protecteur au moteur. Le rôle de la coordination biologique». Archives de Zoologie expérimentale et générale

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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