Safari accidental
Juan Villoro
Narrativa
Joaquín Mortiz. México, 2005. 258 págs
Juan Villoro
Narrativa
Joaquín Mortiz. México, 2005. 258 págs
Quizá no sea el elogio adecuado: estoy a punto de opinar que Safari accidental debiera convertirse en la lectura guía de cualquier estudiante de periodismo que curse la materia de crónica. Mejor digamos que merece su lugar en el canon de nuestra literatura junto a los escritos de Novo y Monsivais. Y que si pudiera enseñarse a escribir como antaño se hacía a pintar, los aprendices de este oficio en peligro de extinción debieran copiarlo al por mayor.
Ante el racionamiento de caracteres y la amenaza del reloj, el buen cronista hace de la urgencia literatura. En esta tarea de refutar la fatalidad del tiempo, Juan Villoro destaca sin esfuerzo ni parangón. No importa el asunto: la caravana zapatista, la muerte de Copito de Nieve, Berlín en la época de la RDA o Tijuana en la de la posmodernidad, Villoro hace más verosímil la realidad. Su narración nos descubre las veladas afinidades, los rasgos desapercibidos y vínculos soslayados entre los sucesos y actores de una vida cuyo sentido se nos escapa debido a su fugacidad.
El autor hace memorable lo anecdótico y del acontecimiento un fait-diver para agasajar nuestra curiosidad. Esta parsimonia es el sello distintivo de la excelente colección de crónicas. Una razón inicial para no perderse su lectura.
Ante el racionamiento de caracteres y la amenaza del reloj, el buen cronista hace de la urgencia literatura. En esta tarea de refutar la fatalidad del tiempo, Juan Villoro destaca sin esfuerzo ni parangón. No importa el asunto: la caravana zapatista, la muerte de Copito de Nieve, Berlín en la época de la RDA o Tijuana en la de la posmodernidad, Villoro hace más verosímil la realidad. Su narración nos descubre las veladas afinidades, los rasgos desapercibidos y vínculos soslayados entre los sucesos y actores de una vida cuyo sentido se nos escapa debido a su fugacidad.
El autor hace memorable lo anecdótico y del acontecimiento un fait-diver para agasajar nuestra curiosidad. Esta parsimonia es el sello distintivo de la excelente colección de crónicas. Una razón inicial para no perderse su lectura.