En ocasiones anteriores, he escrito sobre Santería (istmo 219) y Satanismo (istmo 241), haciendo hincapié en el vacío existencial que suele llevar a la práctica de caminos supuestamente religiosos que, como nuevos paradigmas, aparecen continuamente en el horizonte. Los creyentes de este tipo de sectas buscan milagros, vida fácil (la vida loca como canta Ricky Martin), emociones fuertes, ser diferentes a los demás, en fin, sentir que hay una meta donde en realidad sólo hay un camino mal trazado.
Cada año aparecen nuevas sectas, ritos diferentes que ofrecen a sus seguidores un ámbito de misterio, la sensación de ser distintos, de haber encontrado la verdad que los demás ignoran. Ahora se expande, como agua de una llave que alguien olvidó cerrar, el culto a la Santa Muerte.
Nos parece ilógico que se adjudique una vida virtual a lo que en realidad es una carencia, mejor dicho, el momento final de nuestra existencia, el paso al más allá, sin embargo, para muchos, es un ser real.
LA SANTA MUERTE Y EL SEÑOR DE LA MUERTE
En Oaxaca, en el pórtico del antiguo convento dominico de Yanhuitlán, se venera al Señor de la Muerte, un esqueleto de madera en posición sedente, que porta una corona de papel maché. Cuando visité el convento hace unos años, me llamó la atención y al preguntar al encargado de vender los boletos de entrada al museo, me explicó que lo veneraban muchas personas dedicadas al narcotráfico, para pedirle su protección o éxito en su trabajo. ¡Increíble!
Esto corrobora la creencia popular de que el Señor de la Muerte o, en su versión femenina, la Santa Muerte, es un culto difundido por y entre narcotraficantes.
En la ciudad de México, en el popular barrio de Tepito, la Santa Muerte tiene muchos adeptos. Es un esqueleto al que consideran de sexo femenino. Sus adoradores la visten con lujosas ropas y se turnan para cuidarla y ataviarla. Tiene capillas y nichos, cual si se tratara de íconos católicos u ortodoxos.
Las peticiones de milagros a la «santa», se envuelven en un ritual lleno de supersticiones. Quien le pida algo pensando que no se lo concederá, morirá irremediablemente, porque la «santa» enojada «se lo lleva» (frase utilizada para evitar decir que morirá). La creencia popular es que debe pedirse un favor y prometerse un regalo, si te hace el milagro y no le llevas el regalo, también «te lleva». Así narran los creyentes los caprichos de la «santa» a los incrédulos que preguntan por su culto.
No faltan sitios, sobre todo en zonas populosas, donde aparezca en un aparador, en una ventana, en un callejón, un ícono de la Santa Muerte. Al pasar frente a ella, quien trae cubierta la cabeza, se descubre. Le depositan toda clase de ofrendas: cajetillas de cigarros, ramos de flores, manzanas, dulces, tequila, muñecas… También le llevan música, el mariachi es lo más usual. Todos sostienen que es muy milagrosa, que cumple lo que le pidan, pero siempre hay que encenderle velas.
UN TATUAJE EN EL HOMBRO IZQUIERDO
Es muy frecuente que, como agradecimiento, los creyentes se hagan un tatuaje con su efigie, ya sea en el pecho o en un hombro. Hace unos meses, noté que un trabajador que reparaba una calle, traía un tatuaje de la Santa Muerte en un brazo, al inquirirle por qué lo traía me contestó que era muy milagrosa, pero había que tenerle fe y cumplirle lo prometido y añadió la consabida frase de «si no, te lleva».
Me explicó que las peticiones no tenían que ser necesariamente relacionadas con la muerte, que a él le había conseguido el trabajo, cuando necesitaba emborracharse le conseguía la bebida (¡muy comprensiva la santa!) y había salvado a su hijo de morir de un piquete de alacrán. Como puede verse, milagros muy variados? incluso me dejó leer una tarjeta que traía impresa una oración, no pude aprendérmela, porque de inmediato me la pidió, pero recuerdo que decía: creo en ti porque eres justa, te llevas por igual a pobres y a ricos sin hacer diferencias, algún día me llevarás, pero mientras llega ese día te pido (aquí se hacía la petición), y terminaba con un «ruega por nosotros».
Como radico en la ciudad de Guadalajara, acudí al barrio de San Juan de Dios, donde se localizan quienes hacen tatuajes. Pueden tatuar a la Santa Muerte en todos tamaños, de frente, con ropa o sin ella, de varios precios según lo complicado de la figura. Me sugirieron hacerme uno en el hombro izquierdo para recibir siempre sus favores (obviamente no lo hice), indagué si había culto organizado en la ciudad y ante mi asombro me dieron varios domicilios. Armándome de valor, fui al más próximo.
La sesión, una especie de culto vudú, ante un ícono de la Santa Muerte descarnada, sin vestimenta, en un altar lleno de velas encendidas. La gente, quizá 40 personas, gritaba y lloraba. Al cabo de un rato, una persona pasó recogiendo dinero para el culto en una cestita, a manera de limosna, ¡el colmo!, pero lo peor, entregaban billetes de alta denominación. No cabe duda, gente muy viva que vive de la muerte… Pude constatar que sus adoradores no son sólo personas ignorantes, de muy baja posición económica, también los hay con carrera universitaria y alta posición social.
CULTO CON RAÍCES HISTÓRICAS
Al investigar, he descubierto que el culto a la Santa Muerte existe prácticamente en toda la República Mexicana (donde al parecer surgió), en Centro y Sudamérica y al sur de Estados Unidos. Hay un sitio de internet al cual se enlazan todos los demás, con novenas, oraciones, testimonios de creyentes, breve historia y, por supuesto, venta de figuras de varios tamaños.
Me llama especialmente la atención una oración: Ritual para el dominio completo de una persona. Parece tomado de algún rito vudú, con mezcla de alusiones a ritos católicos, algo muy frecuente en este tipo de cultos; deja una sensación de rito satánico. La oración reza así: Tu pensamiento yo lo domino, tu mente sujeta está por el influjo de la Santísima Muerte… si se repite, se prenden velas y –como en el vudú– se utiliza alguna prenda de la persona a la que se desea poseer, se obtendrá «el milagro», o sea, se dominará, supuestamente, la mente de alguien.
Definitivamente, se percibe algo de satánico, hay otra oración para causar males, se sobreentiende que es como venganza. La sección llamada «Historia», sólo narra algunas creencias del pueblo azteca referentes a la muerte, pero no menciona el origen del culto.
Es cierto que en México existe un especial respeto a la muerte, en los pueblos es raro escuchar que alguien hable de ella, temen morir si pronuncian su nombre, se refieren a ella como: la Flaca, la Pelona, la Catrina… El 2 de noviembre, que la Iglesia católica celebra el Día de Muertos, se mezcla con ritos prehispánicos. En muchos lugares como Pátzcuaro, el pueblo va al cementerio con ofrendas para sus muertos, si tienen hambre, bajarán a comer.
Obviamente, esto ha contribuido al surgimiento del culto a la Santa Muerte. No he logrado precisar cuándo se inició, pero todo indica que tiene pocos años, me atrevería a decir que data de finales del siglo XX.
RITOS RÁPIDOS Y FÁCILES
¿Por qué se ha popularizado este culto a un ícono sin ojos, descarnado, que por más que se le vista con la mayor elegancia, no oculta que es un esqueleto? Más aún, ¿cómo es posible creer que la muerte es un ser y que es una santa?
La respuesta es muy simple: el vacío existencial. Cuando se pierden las raíces, se vive en la incertidumbre política y económica, y los verdaderos valores carecen de fuerza, empieza a resquebrajarse la estructura psíquico-social. Una religión conocida, quizá antaño practicada, deja de tener interés, implica cumplir con ciertas obligaciones, implica compromiso y la práctica de la virtud.
El hombre busca hoy satisfactores inmediatos, fáciles, utilitarios y tiene «necesidades» como la muerte de su jefe, obtener mucho dinero, triunfar en un proyecto? La moral ha perdido su valor, ya no importa si lo que se quiere es honesto, bueno o correcto, lo que cuenta es lo que se desea, vence el egoísmo, el egocentrismo, no importa por qué desfiladero se camina ni si el final del camino es el barranco. Obtener todo con prontitud y con el mínimo esfuerzo parece ser el denominador común.
Quizá sería interesante crear santos ¿qué le parece la Santa Enfermedad? Imagine que le da gripe o se resfría, rezándole con fe, la Santa Enfermedad, lo curaría. Ah, pero si no le rezara con fe, lo enfermaría más. Si alguien le cae mal, rezaría a la santa y esa persona enfermaría, interesante ¿no? Podríamos recoger dinero para su culto y con algo de suerte seríamos millonarios… nos reímos, pero pronto nuestro invento sería un éxito, como lo ha sido la Santa Muerte. Así surgen las nuevas sectas, ritos fáciles, ausencia de ética, un poco de misterio y vacío existencial. La secta, por irracional que parezca, será un éxito.
No podemos ignorar la existencia de estos grupos, si la Santa Muerte puede ayudar a causar males, a dominar la mente de personas, estamos ante una variante del satanismo. ¡Cuidado!