Las formas actuales de la libertad
Carlos Llano
Ensayo
Trillas. México, 1983
Si se aclara bien el sentido de la libertad, no entra en conflicto con otras realidades como la autenticidad, la individualidad, la espontaneidad, la autoridad, el diálogo o la fe.
Entre las obras filosóficas de Carlos Llano, este libro ocupa un lugar destacado, pues no sólo ofrece un lúcido análisis de esta realidad antropológica central, la libertad, sino que a la vez proporciona muchas claves para la comprensión más acabada de su pensamiento en conjunto, desde el que se concentra en el estudio de la dirección de empresas hasta el que dedica a la especulación filosófica.
El libro aborda al inicio tres cuestiones filosóficas clave de la libertad humana: su existencia, sus razones o causas y su esencia. Una vez desarrolladas las respuestas, la obra nos introduce a uno de los problemas contemporáneos más apremiantes: la confusión de los distintos sentidos de la libertad, que discurre en varios cauces: confusión entre el hecho y la razón de la libertad, entre la libertad-de y la libertad-para, y entre la liberación y el compromiso.
LAS DECISIONES
DECISIVAS DE LA VIDA HUMANA
El autor reconoce los fenómenos a que se prestan esas confusiones como descriptivos de la libertad, de ahí lo apremiante de la tarea de clarificar esos sentidos, pues de eso depende que la libertad pueda componerse con otras realidades sin entrar en conflicto. Es el caso de la conexión que guarda con las vías de su propio crecimiento, con la autenticidad, la individualidad, la espontaneidad, la autoridad, el diálogo o la fe.
Antes de abordar esas conexiones, Llano afirma, en el segundo capítulo, que la libertad crece con el ejercicio de la decisión en tres direcciones: la que señala la libertad de posesión, la libertad operativa y la óntica, con sus respectivas opciones de propiedad o señorío, la persona funcional o la función personal, y el ser para mí o ser para el otro.
A continuación, y en un aparente excursus, en el tercer capítulo el autor se detiene en la clásica distinción entre libertad de objeto y libertad de ejercicio para precisar después cuáles son las formas más radicales del desarrollo de la libertad y llevarnos a la conclusión de que el uso más profundo de la libertad tiene lugar en el querer ser, que no es mera permanencia en el ser que se es, sino determinación a alcanzar en plenitud el ser que ya somos. A la explicación detallada de esto último dedica el capítulo titulado «La libertad y el fin», que no sólo ocupa el centro físico de esta obra, sino constituye el meollo de la restauración del sentido de la libertad que el autor se propone.
Individualidad, espontaneidad y autoridad son fenómenos que aborda en el capítulo quinto, donde logra la difícil síntesis entre estas realidades y la de la genuina libertad humana en lo que llama las decisiones decisivas de la vida humana, es decir, aquellas en las que todo lo que somos entra en juego y define de forma contundente la dirección de nuestros actos.
Finalmente, los dos últimos capítulos, se refieren a la articulación de la libertad con la fe y con el diálogo. Llano se ocupa en detallar las formas que la libertad adopta en dos terrenos que revelan la profundidad y alcance de esta realidad: la relación con Dios y la relación con los demás.
La fe se presenta como una relación de persona a persona -la persona humana frente a la persona divina- en un nivel no puramente intelectual sino también, y principalmente, de voluntad a voluntad en un vínculo de amor. Ese amor es una entrega, un confiarse absolutamente y sin reservas por el cual el hombre decide libremente estar disponible para Dios. En el diálogo, por último, la libertad entra máximamente en juego cuando quien dialoga se abre, porque quiere, a la influencia del otro, sin lo cual dialogar carece de propósito genuino.
Estamos, en definitiva, ante uno de los tratados más importantes para la comprensión y reivindicación del verdadero sentido de la libertad y ante una de las obras que más claramente reflejan la vocación filosófica de su autor, expresada en las siguientes palabras: «Iluminar es lo propio del filósofo, que no es sino dar a otro la manifestación de una verdad».
Carlos Llano
Ensayo
Trillas. México, 1983
Si se aclara bien el sentido de la libertad, no entra en conflicto con otras realidades como la autenticidad, la individualidad, la espontaneidad, la autoridad, el diálogo o la fe.
Entre las obras filosóficas de Carlos Llano, este libro ocupa un lugar destacado, pues no sólo ofrece un lúcido análisis de esta realidad antropológica central, la libertad, sino que a la vez proporciona muchas claves para la comprensión más acabada de su pensamiento en conjunto, desde el que se concentra en el estudio de la dirección de empresas hasta el que dedica a la especulación filosófica.
El libro aborda al inicio tres cuestiones filosóficas clave de la libertad humana: su existencia, sus razones o causas y su esencia. Una vez desarrolladas las respuestas, la obra nos introduce a uno de los problemas contemporáneos más apremiantes: la confusión de los distintos sentidos de la libertad, que discurre en varios cauces: confusión entre el hecho y la razón de la libertad, entre la libertad-de y la libertad-para, y entre la liberación y el compromiso.
LAS DECISIONES
DECISIVAS DE LA VIDA HUMANA
El autor reconoce los fenómenos a que se prestan esas confusiones como descriptivos de la libertad, de ahí lo apremiante de la tarea de clarificar esos sentidos, pues de eso depende que la libertad pueda componerse con otras realidades sin entrar en conflicto. Es el caso de la conexión que guarda con las vías de su propio crecimiento, con la autenticidad, la individualidad, la espontaneidad, la autoridad, el diálogo o la fe.
Antes de abordar esas conexiones, Llano afirma, en el segundo capítulo, que la libertad crece con el ejercicio de la decisión en tres direcciones: la que señala la libertad de posesión, la libertad operativa y la óntica, con sus respectivas opciones de propiedad o señorío, la persona funcional o la función personal, y el ser para mí o ser para el otro.
A continuación, y en un aparente excursus, en el tercer capítulo el autor se detiene en la clásica distinción entre libertad de objeto y libertad de ejercicio para precisar después cuáles son las formas más radicales del desarrollo de la libertad y llevarnos a la conclusión de que el uso más profundo de la libertad tiene lugar en el querer ser, que no es mera permanencia en el ser que se es, sino determinación a alcanzar en plenitud el ser que ya somos. A la explicación detallada de esto último dedica el capítulo titulado «La libertad y el fin», que no sólo ocupa el centro físico de esta obra, sino constituye el meollo de la restauración del sentido de la libertad que el autor se propone.
Individualidad, espontaneidad y autoridad son fenómenos que aborda en el capítulo quinto, donde logra la difícil síntesis entre estas realidades y la de la genuina libertad humana en lo que llama las decisiones decisivas de la vida humana, es decir, aquellas en las que todo lo que somos entra en juego y define de forma contundente la dirección de nuestros actos.
Finalmente, los dos últimos capítulos, se refieren a la articulación de la libertad con la fe y con el diálogo. Llano se ocupa en detallar las formas que la libertad adopta en dos terrenos que revelan la profundidad y alcance de esta realidad: la relación con Dios y la relación con los demás.
La fe se presenta como una relación de persona a persona -la persona humana frente a la persona divina- en un nivel no puramente intelectual sino también, y principalmente, de voluntad a voluntad en un vínculo de amor. Ese amor es una entrega, un confiarse absolutamente y sin reservas por el cual el hombre decide libremente estar disponible para Dios. En el diálogo, por último, la libertad entra máximamente en juego cuando quien dialoga se abre, porque quiere, a la influencia del otro, sin lo cual dialogar carece de propósito genuino.
Estamos, en definitiva, ante uno de los tratados más importantes para la comprensión y reivindicación del verdadero sentido de la libertad y ante una de las obras que más claramente reflejan la vocación filosófica de su autor, expresada en las siguientes palabras: «Iluminar es lo propio del filósofo, que no es sino dar a otro la manifestación de una verdad».