A Carlos Llano le divierte presumir, con su acento español, el lugar preciso donde nació: es mexicano y vino al mundo el 17 de febrero de 1932, frente al monumento más representativo de nuestro país: el Ángel de la Independencia. Sus padres, Antonio Llano, inmigrante español y Estela Cifuentes, cubana, vivían en una casa en la esquina de Reforma y Florencia donde nacieron y crecieron los primeros hijos del matrimonio.
Don Antonio Llano, hombre práctico, dedicado al comercio, y a la distribución de alimentos fue uno de los fundadores de la fábrica de chocolates «La Suiza». Cuando Carlos tenía 10 años su familia se trasladó a España donde terminó la primaria y cursó el bachillerato, y a los 15, mientras se recuperaba de una tuberculosis, se enfrascó como autodidacta en los primeros estudios de filosofía.
Ya repuesto de la enfermedad, cursó un año de la licenciatura en Economía en la Universidad Central de Madrid y un año de la licenciatura en Filosofía. Su padre se disgustó cuando Carlos le dijo que quería estudiar Filosofía, disciplina muy alejada de su profesión. Sin embargo, establecieron un pacto: le permitiría hacerlo, siempre y cuando se dedicara luego a los negocios familiares.
Con una beca del Instituto de Investigaciones Científicas de España, terminó la carrera de Filosofía en la Universidad de Estudios de Santo Tomás, en Roma, donde después también se doctoró con magníficas notas. Uno de sus maestros fue el prolífico escritor Reginald Garrigou Lagrange, sacerdote dominico que enseñaba un tomismo tradicional, pero buscando aplicarlo a los problemas actuales.
Sin duda, lo que marcó más sus años en Roma fue la cercana convivencia con san Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Carlos había pedido su admisión a la Obra.
Ya como doctor en Filosofía, regresó a México y, como había prometido, se involucró de inmediato en los negocios familiares. En «La Suiza» empezó como jefe de compras, llegó a gerente y luego a director general. Pero como su espíritu estaba en la Filosofía, se inscribió a la vez en la UNAM, donde revalidaron sus estudios de doctorado por los de licenciatura y volvió a cursar los estudios para el doctorado con un enfoque radicalmente distinto a su formación aristotélico-tomista, lo que le sirvió para integrarse a la filosofía moderna.
MENTE ABIERTA Y VOLUNTAD FIRME
Para entonces Carlos ha desarrollado ya una mente abierta e incluyente: en su propia familia se mezclaron las culturas de tres países, estudió en universidades de tres países, España, Italia y México y sus ocupaciones profesionales, la investigación y docencia filosóficas y los negocios, fueron labrando esa personalidad sui generis tan determinante en su vida.
La intensa y fructífera actividad se apoya en varios pilares: su pertenencia al Opus Dei, que busca llevar a Cristo a todas las ocupaciones humanas, un hombre sin un núcleo esencial de principios es siempre pusilánime, tímido, medroso, débil.1
Un carácter apasionado y leal. El corazón es el motor de la vitalidad. El silogismo puede convencer, pero no arrastra. La idea esclarece, pero no se torna propulsora si no se une a la profundidad afectiva del corazón.2 Y una voluntad férrea para lograr las metas propuestas: Si no se puede en un día, se puede en dos, o en un año, en la vida entera. Si no se puede con los medios de que se dispone, se acumulan otros progresivamente, hasta conseguir poder. Pero es necesario querer. Querer con toda el alma. Querer con pasión. 3
Cree más en el trabajo esforzado, ordenado y constante como instrumento para hacerlas realidad, que en la brillantez de la inteligencia. El laborioso vence antes y mejor que el inteligente en todos los terrenos; aquel que vence la pereza llega más lejos que el superdotado.4 Porque está convencido que el armazón, la estructura, el esqueleto que sostiene a la constancia es la humildad. […] Una persona madura comprende que para perseverar en cualquier camino es necesario desprenderse de la vanagloria.5
ÉPOCA DE INICIOS
En 1958, ante una sugerencia de monseñor Escrivá de Balaguer, inicia con varias personas su primera aventura fundacional: una revista de pensamiento, que presente a lectores con inquietud cultural, lo que verdaderamente vale la pena y conviene saber.6
En enero de 1959 ve la luz el primer número de istmo, «Revista del centro de América». Llano es el primer director, cargo que ocupa hasta 1984, aunque seguirá siempre impulsando de cerca su desarrollo.
Metido de lleno en el ámbito de los negocios, ve con otros empresarios que en México hace falta impulsar el quehacer de los empresarios. Gracias a una iniciativa de Manuel Senderos, en 1966, se involucra en la creación de un instituto de perfeccionamiento para empresarios.
El propio Manuel Senderos, Eneko Belausteguigotia y otros miembros fundadores y promotores del IPADE, y poco después Juan de la Borbolla y Jesús Magaña, de la Universidad Panamericana, narran en la sección Testimonios de este ejemplar, los escollos que hubo que salvar en cada caso y cómo Llano era un motor entusiasta que pronto se daba a querer y a respetar.
Entendió el entorno político, económico y académico y gracias a su impulso, la Universidad Panamericana es hoy una institución con tres campus: Guadalajara, Aguascalientes y México DF y muchos miles de alumnos en niveles de licenciatura y posgrado.
Participó también activamente en la fundación del ICAMI, instituto hermano del IPADE, que prepara a los cuadros medios, futuros directivos de las empresas; del INDEPO, que desarrolla operarios, ambos con sede en varias ciudades; y del IMDOSOC (Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana).
AFÁN POR TRANSMITIR
En medio de una actividad incesante, como Rector de la Universidad Panamericana (1985-1994), Presidente del Consejo Superior del IPADE, profesor en ambas instituciones, conferencista solicitado y consejero de administración de muchas empresas destacadas, Carlos no deja de nutrirse con textos académicos y literarios.
Se apoya en el trabajo de uno o varios estudiantes que transcriben a máquina las citas que señala en los muchos libros que lee. Fruto de una reflexión inteligente y de contrastar teorías con la realidad, maduran en su mente una serie de ideas que empieza a publicar en libros, además de artículos para revistas, notas técnicas y casos para el IPADE y textos en revistas filosóficas.
Los dos primeros títulos, Análisis de la acción directiva (1979) y Las formas actuales de la libertad (1983) marcan la pauta de dos vertientes por las que discurrirá su labor editorial: la teoría empresarial y la antropología filosófica. Es investigador nivel II del Sistema Nacional de Investigación y ha publicado 26 libros sólo y 7 en coautoría; 249 artículos en revistas y un centenar en periódicos.
Su labor no ha pasado desapercibida y, además del cariño y reconocimiento de todos sus alumnos y amigos, ha recibido varios premios y condecoraciones: Medalla de Honor al Mérito Empresarial (1994), Premio Eugenio Garza Sada (1999), Premio Nacional a la Excelencia «Jaime Torrres Bodet» (2001) y Miembro del Salón del Empresario (2004).
Con su vida ha demostrado cómo la eficacia y la exigencia se conjugan con la amistad y la comprensión, el buen humor con la seriedad y la preocupación por los grandes problemas con el cuidado de los detalles.
1 Discurso pronunciado en el Acto Académico de Graduación de la Primera Generación (1991-1993) del Programa Master en Dirección de Empresas para Ejecutivos con Experiencia del IPADE.
2 Ibid.
3 Ibid.
4 Discurso pronunciado en el Acto Académico de Graduación de la Generación 1990-1991 del Programa Master en Dirección de Empresas del IPADE.
5 Ibid.
6 Folleto de presentación de la revista. 1958.