Suscríbete a la revista  |  Suscríbete a nuestro newsletter

El eterno inconforme

Diez años le costó a Silvia Cherem, la autora, convencer a don Lorenzo de la pertinencia de redactar y publicar su historia y la de Bimbo. Al final, aceptó con la condición de que se incluyera a los otros dos fundadores: su cuñado Jaime Jorba y su hermano Roberto, con quienes se sabe en deuda. El resultado es un libro muy humano; no un recuento de éxitos, sino un recuerdo vivo de luchas, dudas, aciertos y errores.

LORENZO SERVITJE: SOÑADOR DE «IMPOSIBLES»

Redactada a modo de entrevista, la parte primera y más extensa se ocupa de este empresario íntegro, ejemplar,1 quien además de fundar y dirigir Bimbo por más de tres décadas, se dio tiempo para crear e impulsar sólidas instituciones sociales. Afortunadamente la autora no sucumbió a los encantos del personaje; periodista dura e incisiva, lo confronta con lo que otros dicen de él, con sus excesos autoritarios o sus sueños de idealista.
Se documentó a fondo con todo lo que pudiera dar luz al tema y a la época en que sucedía cada cosa. Entrevistó a los hijos y amistades de don Lorenzo y a personal de la empresa. Leyó sus diarios y apuntes personales, donde, desde la adolescencia atrapaba dudas e inquietudes, todos sus libros y artículos, cartas que envió a políticos y empresarios, las revistas internas de Bimbo y publicaciones de las asociaciones que él fundó o en las que participó activamente: Fundación Mexicana para el Desarrollo Rural, USEM (Unión Social de Empresarios Mexicanos), IMDOSOC (Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana), IMEP (Instituto Mexicano de Estudios Políticos) y A Favor de lo Mejor. En algunos momentos el entrevistado protesta; las preguntas lo obligan a rebuscar en el pasado y a confesar errores y debilidades, pero responde con sencillez y honestidad.
El libro no se refiere sólo a don Lorenzo y Bimbo, sino también al papel del empresariado en la vida de México y a su lucha por hacerlo más consciente en lo social.

EL AUTODIDACTA QUE NO QUERÍA SER PASTELERO

De padres catalanes, «los hijos de inmigrantes nos distinguimos por poseer un espíritu de lucha y un mayor dominio sobre nosotros mismos. Nada nos es dado de antemano y desde nuestro nacimiento estamos marcados por un sello de trabajo, de vida austera y ahorro. Inconformes, anhelamos llegar».
Trabajó desde muy joven en la pastelería «El Molino», fundada por sus padres, pero se resistía a «ser pastelero toda su vida». Quería ser como Federico Ozanam (precursor del catolicismo social, intelectual fecundo y hombre de acción volcado al bien común), como Mahatma Gandhi o Tomás Moro; entregar su vida al sacerdocio, a un ideal. Ahora piensa que no lo hubiera hecho bien porque ha vivido serias crisis de fe y ha puesto casi todo en duda. Pero también ha entendido que creer es dudar. «Soy excesivamente dominante, a ratos intolerante y me invade cierto desgano que me desmoraliza y me impide seguir adelante».
Sin embargo, el destino marcó otro rumbo. Su padre murió cuando él tenía 17 años y hubo de dejar la escuela y hacerse cargo de su familia y de la pastelería. Más tarde asistía de oyente a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional y devoraba libros sobre política, historia, sociología, filosofía, religión, arte… Se reconoce un autodidacta lleno de lagunas. De su madre, con quien tuvo una estrecha relación, aprendió a ser «autoritario y a tener iniciativa».

COMO LAGARTIJAS APEDREADAS

En 1945, con dinero prestado y varios socios, funda Bimbo para fabricar «pan de caja» en forma industrial. Lo planearon durante dos años, en las noches en su casa él mismo mecanografiaba toda la proyección del negocio y los manuales que habrían de seguirse. Le reprochan que era exigente en extremo, a lo que responde: «No me costaba ningún trabajo ser exigente, todavía soy así. A veces, cuando converso con los jóvenes, inclusive con mis nietos, me doy cuenta de que piensan que el éxito es gratuito. (…) No suelen entender el principio: sin trabajo y dedicación, sin austeridad, sin esfuerzo y diarias exigencias, no hay forma de llegar lejos».
En 1957 ingresa a la Unión Social de Empresarios Mexicanos (USEM) donde empezó a familiarizarse con la doctrina social cristiana. Le impactó mucho porque le permitió sistematizar y aplicar en Bimbo todos los valores que intuía y conocía de manera desarticulada. Confiesa que allí contactó a sus mejores amigos con quienes comparte ideales, afecto y trabajo y le dio pie para formarse y preparar un sinfín de artículos y conferencias. «Aprendí a ver, analizar, juzgar y poder plantear soluciones concretas, cuatro pasos que sigo cuando escribo o analizo cualquier problema».
Cuando los temporales de gobiernos socializantes inundan México y se señala a los empresarios como los responsables de la pobreza en el país, se une con otros y defiende su postura. «Los empresarios con visión de futuro somos como “lagartijas apedreadas”  No nos desanimamos a la primera: sabemos correr, escondernos, defendernos y estar alerta como las lagartijas cuando las quieren apedrear».
Ante la pregunta de cómo vive el reclamo de la Iglesia hacia los ricos, responde con sencillez: «Soy un dirigente de empresa cristiano, y a veces sí llegaba a sentirme desgarrado por dos tendencias, válidas y contradictorias. Ser dirigente de empresa nos exige luchar, tener previsión, interés, cálculo, racionalidad, ambición, disciplina y un riguroso uso de los medios para alcanzar los fines. Ser cristianos, por el contrario nos exige despreocuparnos del futuro, ser generosos, desinteresados, tener misericordia y aferrarnos con locura a la cruz. Nuestro deber como hombres de negocios nos exige lo primero, y nuestra condición de cristianos lo segundo.
Durante mucho tiempo se ha debatido buscando conciliar ambas exigencias, «nunca quedaba plenamente satisfecho». (…) «Mi esfuerzo social tiene una inspiración cristiana y por eso pugno por reducir la brecha de la distribución del ingreso. Soy una extraña mezcla de conservadurismo, liberalismo y socialismo».

JAIME JORBA, FELIZ Y TRABAJADOR

Jaime Jorba, socio de Bimbo desde el primer momento, primo y cuñado de Lorenzo fue el artífice de las ventas y la distribución del pan fresco hasta el último rincón de cada ciudad a donde llegaban. Con dedicación extraordinaria y largas jornadas de trabajo lograron superar infinidad de problemas que surgían con una empresa en acelerado crecimiento y competidores dispuestos a dar la batalla.
Se reconoce orgulloso y mandón, pero siempre se plegó ante Lorenzo, «Sólo un envidioso no sería capaz de reconocer que Lorenzo era y es un sobredotado: inteligente, bueno, trabajador, ejemplar a toda prueba». Sin embargo, esa sumisión llegó a pesarle y decidió poner distancia al buscar en su país natal independencia con negocios propios.
Cuando Lorenzo escucha que Jaime estaba harto de que lo mandaran y le concedieran poco crédito, reconoce: «En aquel entonces no me percataba de lo duro e inflexible que era, pero ahora, al cabo de los años, reconozco que era atrabancado y autoritario con respecto a mi tiempo y al de la gente que trabajaba conmigo. Jaime era muy querido por toda la gente de la empresa, seguramente yo resultaba antipático».
En 1963 se decidió y creó una cadena de supermercados que creció pronto y luego se vino abajo. Quiso fundar Bimbo en España, pero los socios no lo vieron oportuno en ese momento, se lanzó solo aunque con el respaldo de la empresa. Tras la muerte de Franco los problemas laborales y sindicales lo hundieron hasta que vendió la empresa a Campbell Taggart. Más adelante logró éxito en el negocio de plantas de congelación.
Enemigo del show off y el marketing, corrió varias veces a la entrevistadora, hasta que un día insistió en terminar. «A diferencia de Lorenzo, yo de filósofo no tengo nada. He sido un hombre feliz y trabajador, un hombre práctico que afortunadamente jamás me deprimo? ¿Sabes?, esto de estar hablando de mí, ya se pasó de rollo».

ROBERTO VUELA MÁS ALTO

Roberto Servitje Sendra, hermano de Lorenzo, le sucedió en la dirección de la empresa en 1979 y la convirtió en una trasnacional, al principio sin el beneplácito de Lorenzo, quien afirma: «Aún hoy me conmueve la entrega incondicional que ha mantenido conmigo. Siento con él una deuda inmensa. Como hermano diez años menor que yo, le hice la vida muy difícil, fungía como hermano, papá y jefe, y me soportó con una nobleza y lealtad increíbles. Muy a menudo pienso que me he llevado injustamente los honores y que él debería gozar de un amplio reconocimiento por lo mucho que ha hecho. La gente tiende a personalizar, a darme a mí el crédito, pero Bimbo no es de don Lorenzo. El trabajo de fondo lo hicieron otros, y entre ellos, por supuesto, Roberto. Mi corazón está en números rojos con él y últimamente se lo he dicho inclusive públicamente».
A pesar del difícil papel que le tocó jugar en la vida y en la empresa, superó los obstáculos con creces y logró definir su personalidad, su estilo y sus metas con independencia de su hermano. Comparte, sí la casta: trabajo duro pero siempre con visión elevada, coherencia de vida y creencias, decidida conciencia social, preparación intelectual también autodidacta y gusto por la vida y los valores familiares.

1 istmo se enorgullece de contarlo entre sus colaboradores desde 1965 y a Roberto Servitje desde 1978.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

Newsletter

Suscríbete a nuestro Newsletter