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Espiar a la competencia, ¿se vale?

Trabajo en una empresa de tecnología de la información y en los últimos dos años he estado involucrado con la unidad de semiconductores. Uno de los productos que diseñamos es el canal de lectura de un chip, es decir, la comunicación entre la computadora y el disco. Este proyecto en particular, es muy competitivo en el negocio de los semiconductores ya que la demanda ha aumentado el rendimiento del equipo.
Recientemente me pidieron que, como parte de un proyecto de investigación sobre las actividades y tecnologías de la competencia, aplicara la «ingeniería inversa» sobre el chip que otra empresa había diseñado. Esta práctica consiste en desensamblar el dispositivo y obtener diseños precisos de su sistema. Nunca he estado involucrado en esto a pesar de ser tan común en el mundo de la ingeniería.
¿Es incorrecto utilizar este conocimiento? ¿Cuál es el límite entre lo que está permitido y lo que no al investigar información de la competencia?
Los asesores sugieren
En este dilema es básico un concepto adecuado de competencia. Diversos tratados de ética de negocios la considera una forma de cooperación. No puede ser un fin en sí misma, es un medio para atender mejor a los clientes, aunque siempre en un marco de reglas y restricciones que imponen el derecho y la ética fundamental, como no usar medios malos: mentir, sobornar, robar documentos, fórmulas… y respetar las patentes y derechos de autor. La competencia también permite a los competidores ser mejores hombres de negocios y es un acicate para la creatividad y la imaginación.
La ingeniería a la inversa ha contribuido a lograr esos sorprendentes avances en la tecnología de información que menciona y de los que todos nos beneficiamos. Lo mismo en otros campos: por ejemplo, es conocido que la primera tarea que reciben cada año los ingenieros de una conocida empresa automotriz oriental es desensamblar a mano, pieza por pieza, el último modelo de un auto de la competencia.
Armando Reygadas
Abogado y especialista en ética de la empresa
Para resolver problemas las personas acostumbran analizarlos, es decir, descomponerlos en partes. En ocasiones sólo así se puede llegar a entender cómo funcionan ciertos objetos o circunstancias. Una práctica común en el mundo empresarial es compararnos con nuestros competidores, saber qué hacen y cómo lo hacen; esto no es éticamente incorrecto. Lo que aquí se bautiza como «ingeniería inversa» es un modo de analizar los productos de la competencia, y es éticamente permitido.
Es conocida la práctica de Yamaha para sus pianos: toman los famosos Steinway y aplican la «ingeniería inversa» para mejorar su propia tecnología. Steinway lo sabe y también sabe que no sólo en esto se basa su fortaleza. La ventaja competitiva no puede basarse sólo en el producto (fácilmente replicable), debe hacerlo en una combinación de estrategia, producto y servicio.
En resumen, el límite de lo permitido está en competir éticamente usando los medios lícitos al alcance, incluyendo el análisis del producto de los otros.
León Cordero
Profesor de ética de la empresa

Es interesante que, a pesar de que como señalas en tu planteamiento, la «ingeniería inversa» sea una práctica tan común dentro del sector, te cuestiones su validez desde un punto de vista ético. Con mucha frecuencia la rectitud de muchas decisiones se soslaya bajo el pretexto de lo extendido de una forma de actuar, lo cual no puede constituir por sí solo un argumento de justificación.
Por otra parte, no es exacto considerar que desmantelar un producto a efectos de conocer su estructura o diseño entre en la categoría de «espionaje», pues el producto es del dominio público desde el momento en que sale al mercado. Esto más bien entra dentro de la categoría del benchmark, a través del cual se miden las mejores prácticas, servicios o productos en determinado sector. Utilizar el conocimiento que deriva de ese escrutinio de las características de diseño es legítimo, desde el punto de vista ético, siempre y cuando se respeten los derechos de patente. Otra cosa muy distinta sería el que ese desensamblaje se practicara sobre una pieza obtenida clandestinamente o con engaños antes de su venta, para anticiparse a lo que el competidor intenta explotar como una ventaja producto de su capacidad innovadora. Aquí, más que el criterio de lo que hace el común de la gente, viene mejor aplicarse la conocida «regla de oro»: no hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti.
Tomás Viracocha
Consultor de ética empresarial

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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