Arturo Pérez-Reverte
Alfaguara. Madrid, 2010
725 págs.
El autor advierte que se trata de «una novela, no un libro de Historia». Se desarrolla en Cádiz en el tiempo de la creación de las cortes y la aprobación de la Constitución liberal, en 1811. Planteada como un tablero de ajedrez, Pérez-Reverte mueve las piezas para resolver un enigma de muertes seriadas.
Una trama entrecortada desvela una atracción amorosa por las calles y el puerto sitiado por los franceses. Describe de manera prolija ambiente y costumbres de un tiempo de incertidumbre política, comercial y social, escenario de la vida vacía de los personajes.
El ritmo lento, con extensos monólogos interiores, alcanza el clímax, digno de elogio, en las últimas páginas.
El autor llama a las cosas por su nombre: enseres de los barcos, vestidos, cálculo de las trayectorias balísticas, olores y vientos de la zona, de las callejuelas de la ciudad gaditana. El dominio del idioma, de calidad innegable, aunque se cuela algún pleonasmo, común en el habla castellana actual, como «meterse dentro».
Personajes sin apenas un resquicio para una brisa espiritual, protagonizan la trama de larga duración de esta novela de Pérez-Reverte, miembro de la Real Academia Española de la Lengua, quien aprovecha sus conocimientos del siglo XIX y de sus obras previas dedicadas a la piratería.