Silvia Molina
Grijalbo. México, 2010
264 págs.
Extraordinaria narradora, Silvia Molina estructura su novela basada en quien fuera el gran estratega del movimiento insurgente, Mariano Matamoros. El relator es un personaje ficticio –Apolonio, un supuesto hijo adoptivo de don Mariano–, que recrea en cartas parte de la vida y andanzas bélicas del que fuera cura de Jantetelco, que sí responden a la autenticidad histórica de sus dotes como organizador de brillante inteligencia. Matamoros supo disciplinar a su ejército en forma tajante: por un lado castigaba con dureza la desobediencia más mínima de sus soldados y por otro, mostraba misericordia con los vencidos.
Fue un hombre contradictorio: «cómo conciliar sus principios sacerdotales con la vida cotidiana de la guerra –se pregunta Molina– si después de una matanza oficiaban una misa para dar gracias a Dios por la victoria…».
Fue Matamoros uno de tantos curas ilustrados que participaron en la insurgencia. Su vida como sacerdote fue recta y por ello no lo degradaron de su condición sacerdotal durante su proceso.
Fue el segundo hombre del ejército de Morelos, con dotes militares fuera de serie.
Su carta de abjuración es impactante, escrita con sinceridad y humildad.
