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Las ¿«indispensables» mordidas?

Soy subdirector operativo de una empresa reciente de reciclado que ha trabajado intensamente con varios gobiernos estatales. Hemos logrado crecer, colocarnos bien en la industria y dar trabajo a más de doscientas personas. Sin embargo, me acabo de enterar que hemos ganado varios concursos de licitación repartiendo fuertes sumas entre distintos niveles de nuestros clientes. El director y administrador de la empresa me ocultaron esos datos porque esperaban mi reacción de rechazo y «escrúpulos excesivos». Ahora que lo sé me argumentan que es la única manera de seguir adelante y que si nos negamos la empresa se reduciría notoriamente y dejaríamos a mucha gente sin trabajo. Siempre he buscado actuar con ética pero hoy no veo modo de resolver este dilema.

 
Los asesores sugieren
1 Me parece un tanto iluso pensar que con esas mordidas se está dando trabajo a mucha gente. Basta pensar en las empresas que concursaron y no ganaron por no haber participado en la corrupción y en los empleados que tuvieron que ser despedidos o no fueron contratados por ellas. El sistema de mordidas siempre es ineficaz y termina por hacer los procesos más caros e ineficientes y es finalmente la sociedad, y los más necesitados, quienes salen perdiendo. Tu empresa maneja un sistema de poca transparencia, lo que genera muchos peligros. Ahora fue el tema de las mordidas, luego será el de los impuestos, después las prestaciones de los trabajadores, y más tarde podrá ser cualquier cosa. Además, se pretenderá mantener la información real en sólo ciertos niveles o círculos de gobierno.
Creo que habrá que hacer, con valentía, una evaluación sincera de las posibilidades reales de influir positivamente en las prácticas éticas de la empresa y según el resultado decidir si permanecer ahí o mejor buscar trabajo en otro lado donde tus «prejuicios éticos» no interfieran con las prácticas de la empresa.

Armando Reygadas

Abogado especialista en Ética de Empresa

2 La manera en que la corrupción sobrevive en una sociedad es porque se parte de la premisa que «las cosas así son y nunca cambiarán». Lamentablemente vivimos en un país que se define con un «entorno de alta corrupción», donde no sólo las prácticas de mercado están permeadas de actos corruptos, sino que además la sociedad las tolera.
Todo acto de corrupción es de injusticia porque siempre hay un tercero afectado (casi siempre los más pobres). Ahora bien, cada acto que realiza la empresa va construyendo su imagen, su marca, por tanto, si la empresa está acostumbrada a dar sobornos la imagen ante sus stakeholders se verá dañada.
Si consideras que este tipo de prácticas van contra tus valores tienes que pensar muy bien si permaneces ahí; con el agravante de que tus colegas te han ocultado información por algún tiempo. Una empresa que es corrupta difícilmente logrará retener talento en el mediano plazo. La lucha contra la corrupción no es fácil y no se puede emprender solo, pero si las cabezas no están convencidas de ciertos valores como la honestidad, es muy complicado pedirla al interior de la misma empresa.

Rodrigo Villaurrutia

Profesor de Ética de la Empresa

 

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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