Las conexiones que derivan de la globalización propician que Occidente dirija su mirada a los problemas de Oriente. Así surgen iniciativas como MOAS, una ONG que rescata migrantes en el Mediterráneo en grave peligro de sucumbir. Fruto de la iniciativa de un matrimonio que quiso probar que no todo corresponde a los gobiernos.
La autora entrevista a Davide de Bernardin, quien narra los orígenes del proyecto y habla sobre los múltiples retos que enfrenta la zona y, por ende, la organización.
Hasta que dio la vuelta al mundo la turbadora fotografía de Aylan –el niño sirio de tres años que se ahogó cerca de las costas de Turquía–, la crisis que enfrentan quienes huyen de la pavorosa realidad que se vive en las zonas de conflicto en el otro Mediterráneo, logró al fin despertar al mundo occidental de la indiferencia y el letargo emocional con que afrontaba la situación.
Sin embargo, no es el caso de todos, por ejemplo, el empresario Christopher Catrambone reaccionó hace ya tres años, cuando un trágico naufragio frente a las costas de Italia, acompañado de la exhortación del Papa Francisco a la sociedad civil para que se portara a la altura de las circunstancias, lo llevó a él y a su esposa Regina, a emprender lo que él mismo llama una venture charity y fundar la organización MOAS (Estación Marina de Ayuda al Migrante).
Con la adquisición de un barco de 7 millones de dólares y la formación de un equipo de expertos, la familia Catrambone y sus asociados asisten y rescatan a migrantes extraviados en el Mediterráneo.
En septiembre pasado tuve la oportunidad de estar en Malta, donde MOAS tiene su base, y entrevistar a Davide de Bernardin, coordinador de proyectos de la ONG, quien narra los orígenes de la organización y habla sobre los mayores retos que enfrenta la zona y, por ende, MOAS.
¿Cómo surgió MOAS, en qué momento se encuentra ahora y hacia dónde se dirige?
Se fundó oficialmente en abril de 2014; nuestra primera operación inició a finales de agosto de ese año y duró dos meses, aunque en el mar sólo estuvimos 37 días. No parece mucho, pero en ese lapso rescatamos y asistimos a cerca de 3 mil personas.
La idea de MOAS nació cuando en octubre de 2013 ocurrió una enorme tragedia: a unos cuantos metros de la isla italiana de Lampedusa hubo un gran naufragio en el que murieron alrededor de 360 personas. A partir de ahí surgió una fuerte discusión sobre cuál es el papel de la sociedad y qué podemos hacer los ciudadanos. Figuras como el Papa Francisco o el presidente de Italia trataron de impulsar a la gente a esforzarse por ayudar de alguna manera.
El matrimonio Catrambone, nuestro fundador, aceptó este desafío. Él es americano y ella italiana, de Calabria; tenían algo de experiencia debido a que la compañía de seguros dirigen en Malta se especializa en seguros médicos de riesgo para personas que viven o viajan a lugares difíciles o peligrosos, tales como periodistas en zonas de guerra, voluntarios alrededor del mundo, etcétera; por ello tenían idea de cómo reaccionar en situaciones de crisis y también los medios económicos para hacer algo.
Al principio pensaron que sería mejor ocuparse ellos mismos de todo el esfuerzo, para mostrar que en verdad podría funcionar, ya que, obviamente, la primera reacción de la gente fue «estás loco, no puedes hacer eso, nadie lo está haciendo y el hecho de que nadie lo haga significa que no es posible, probablemente sea ilegal, seguro te estás metiendo en el terreno de alguien…». Toda clase de comentarios negativos, pero en realidad, nada de esto sucedió.
Cuando empezamos a operar quedó de manifiesto que era posible, que no había nada ilegal, que seguíamos los reglamentos y también empleábamos en el barco a personas con mucha experiencia en este tipo de situaciones, que trabajábamos con un nivel muy técnico, aspecto de suma importancia pues en situaciones de búsqueda y rescate es muy sencillo crear más problemas de los que se intenta resolver.
¿En qué sentido?
Las situaciones que se enfrentan en altamar suelen ser inestables; es muy fácil acercarse a una situación de la manera equivocada y causar una tragedia en lugar de evitarla. Hay que tomar en cuenta que las embarcaciones en las que viajan los migrantes están sobrecargadas y superpobladas. En un rescate se pueden encontrar dos o tres tipos de barcos: los botes de goma que transportan cerca de 120 personas; los barcos de pesca con una cubierta que puede albergar más de 300 pasajeros y finalmente los barcos de pesca con dos cubiertas donde viajan desde 500 hasta 700 personas.
En un escenario de este tipo, hay que considerar que la gente puede moverse de un lado a otro propiciando que el barco zozobre, por ello es vital mantenerla tranquila. Además debemos proporcionar chalecos salvavidas para todos y encontrar la mejor manera de desembarcar a la gente.
Por ejemplo, sabemos que debemos empezar siempre por las mujeres, niños y ancianos pero, nuevamente, no es fácil, ya que puede ser que las mujeres y los niños no se encuentren en la zona de mayor acceso; también la forma en que la gente comienza a moverse en el barco es peligrosa, por ello debemos encontrar un modo rápido de lograrlo. Lo que hacemos y recomendamos es nunca abordar el bote con el barco principal, porque es muy fácil que la gente, al ver el tamaño de la nave, diga «yo quiero ir en el barco» propiciando que el bote pierda el equilibrio y se vuelque. Por ello solemos llegar con los botes de goma y vamos recogiendo a las personas paulatinamente; es obvio que esto lleva más tiempo pero es mucho, mucho más seguro.
Hasta ahora hemos rescatado 11 mil personas con un sólo barco. El máximo que tuvimos en el Fénix en una sola ocasión fue de 416 personas, que es bastante si se considera que la nave sólo cuenta con 40 metros de largo. Sin embargo, en junio afrontamos un rescate diferente: nos encontramos con cinco barcos con más de dos mil personas a bordo, por lo que tuvimos que solicitar la ayuda de dos buques de la marina italiana, uno de la Guardia di Finanza, que es una policía financiera; dos de la marina alemana y otro de la marina irlandesa.
¿Entonces, cuentan con el apoyo de los gobiernos?
Nos gusta pensar que hemos creado en las personas algún tipo de comprensión de que esto se puede hacer, por ejemplo, hoy en día también MSF (Médicos sin Fronteras) está en el mar y nos alegra mucho que así sea.
Los gobiernos se mueven de manera diferente, la mayoría de los buques que surcan el mar no son estrictamente de búsqueda y rescate. Con excepción de Italia, la mayor parte de los gobiernos europeos trabajan desde el interior con una operación diferente, en la costa, por lo tanto su función no es buscar y rescatar, sino aplicar la ley y el control de fronteras.
Obviamente, cuando están en el mar y se encuentran en una zona cercana a donde se requiere una búsqueda y rescate también se ocupan de dichas operaciones. Insisto, desde el punto de vista de los gobiernos es un poco complicado.
¿Qué hay de la recaudación, al menos podrían obtener fondos por parte del gobierno?
Hasta ahora no hemos podido conseguir fondos a nivel europeo debido a las regulaciones, pues somos una organización demasiado joven y nuestro trabajo es muy técnico y específico. Considera que podemos tener personas durante tres días en nuestro barco en donde les proporcionamos algún tipo de refugio, les damos comida, agua y asistencia médica; pero lo que hacemos en específico es búsqueda y rescate y dicha operación siempre ha sido un asunto de estado nacional. Ni siquiera se considera un tema europeo, porque los gobiernos siempre han mantenido la operación de búsqueda y rescate por ellos mismos; por lo tanto es muy difícil encontrar el camino correcto para conseguir fondos de nuestro gobierno.
El año pasado, después de la inversión inicial y primera misión, MOAS entró en el esquema de crowdfunding, y no fue muy fácil obtener los recursos suficientes debido a que nuestras operaciones, por desgracia, son muy caras. Tratamos de mantener los costos lo más bajo posible, pero aun así… estamos hablando de medio millón de euros al mes.
¿Qué sucede después de rescatar a los migrantes? ¿Cuál es su destino final?
Una vez hecho el rescate, el Centro de Coordinación Marítima (CCM) de Italia decide qué procede, si debemos desembarcar en un puerto u otro, o hacer una transferencia a otro buque… No sé si tienes idea de las distancias (ver Mapa 1) pero desde nuestra área de operación tenemos que ir a Sicilia, Calabria o Puglia y el trayecto lleva dos o tres días de ida y otros dos para volver al punto inicial y continuar con la ayuda, lo que representa una pérdida de recursos.
Sin embargo, no tomamos decisiones hasta que el CCM nos dice qué hacer y entonces debemos ir a donde nos indique, a menos que exista una razón práctica para decir «no podemos», tal vez porque es demasiado lejos y no tenemos comida para 400 personas durante tres días.
Al llegar Italia, ¿cuál es la situación jurídica de esas personas?
Nosotros no tenemos injerencia en esa decisión, nuestra tarea termina en el momento en que desembarcamos; las autoridades locales se hacen cargo y las ONG locales pueden prestar apoyo. Para nosotros ha terminado, no conseguimos averiguar si en algún caso se les considera refugiados o no, si tienen derecho a asilo, etcétera. No depende de nosotros. Obviamente nos interesa que las personas sean tratadas de forma justa, humana y legal, pero no podemos alegar cosas como: «él es eritreo, por lo tanto es refugiado, o él es de Libia, así que envíenlo de vuelta», eso no nos compete.
¿Ustedes tienen derecho por ley de rescatara esta gente?
Exacto, no pedimos identificaciones al momento del rescate, los salvamos lo antes posible y dejamos la decisión a las autoridades. Para nosotros no hay diferencia, porque en el momento en que estas personas suben a los barcos y tratan de cruzar el Mediterráneo, su situación ya es desesperada, sabemos de hecho que al tomar tal decisión ponen su vida en grave peligro, pues actualmente ningún barco que sale de Libia será capaz de hacer el cruce. La mayoría de las veces ni siquiera llevan el combustible suficiente para el viaje.
¿Así que los contrabandistas que los subena estos barcos obtienen el dinero y los envían a una probable muerte?
Esto no es nuestra materia, pero se puede decir que, desde una perspectiva de negocio, para los contrabandistas no es muy útil enviarlos sin ninguna esperanza, así que la promesa es mantenerlos vivos hasta que sean rescatados. El punto es que nunca saben si eso sucederá porque puede ser que el barco se vuelque a dos millas de distancia de la costa y los pasajeros no sepan nadar, por ejemplo, la gente de Eritrea nunca ha visto el mar. Es un hecho que ninguno de estos barcos logrará hacer todo el viaje por sí mismo.
¿El verano es «temporada alta» para estos intentos?
Así es, pues las condiciones del mar generalmente son buenas. Hay que considerar que incluso con olas de medio metro la situación es desfavorable pues estos barcos vienen tan superpoblados que volcarse es realmente muy sencillo. Por lo tanto, aunque sea verano, el riesgo está latente.
Supongo que los contrabandistas no tienen muchos escrúpulos para continuar con las «operaciones» durante todo el año.
Hasta el año pasado las cosas eran un poco diferentes, lo que significa que, probablemente, debido a que el número de personas que buscaban ese servicio no era tan elevado, había menos presión para intentar el cruce. Antes las probabilidades de un cruce en invierno eran pocas, sin embargo el año pasado en tal temporada del año se intentaron varios cruces fallidos que terminaron en tragedia. La situación está empeorando y debemos hacerle frente.
¿Cuántas personas intentan cada día esa travesía?
Podríamos decir que aproximadamente unas mil personas diarias, por irnos a lo bajo.
Que han recorrido ya un largo camino antesde llegar al destino final…
Sí, considera que las personas vienen de todas partes de África, muchas veces a pie o en camiones de carga, paran por un tiempo hasta que pueden reanudar el viaje, hay eritreos subiendo a Libia, está la gente de Siria… El año pasado tuvimos a un grupo de sirios que subió por Estambul, tomó un avión, fue a Argelia y Marruecos y luego cruzaron a Libia para hacer el paso final en barco, ya que para ir a Turquía, Marruecos y Argelia no necesitan visa y aún contaban con algo de dinero.
También tenemos gente de Pakistán, Bangladesh, hace tres semanas recogimos a un grupo de Filipinas… Imagina por lo que han pasado antes de llegar a este momento, es una locura.
Ante tales casos se hace evidente que estas personas no tienen otras opciones, porque si las tuvieran, no lo harían, no se arriesgarían a ese grado. Ésta es la situación que se ve en el mar ahora y por desgracia, no se ve ningún cambio positivo para el futuro próximo, pues las guerras siguen siendo las mismas.