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Leer para pensar mejor

Si México contara con mayores hábitos de lectura, sus habitantes tendrían un mejor desarrollo intelectual y emocional. Al respecto, y con motivo del Día Mundial de la Poesía, istmo platicó con el poeta Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua y de Siglo XXI Editores.
¿Desde su perspectiva, qué podrían aprender los empresarios de la literatura y particularmente de los poetas y de la poesía?
Todo ser humano está hecho de palabras. Somos seres biológicos y racionales y la racionalidad está directamente vinculada al buen manejo de la lengua; tanto es así, que en la concepción griega, un solo vocablo indicaba al mismo tiempo palabra y razón, logos. En las lenguas occidentales de hoy hay dos palabras que designan estos dos aspectos fundamentales de la conducta humana.
¿A dónde voy con este preámbulo? A algo que me parece fundamental: mientras mejor se domine el lenguaje, mejor se pensará. Y esto se aplica lo mismo a los negocios que a las relaciones humanas, desde el amor hasta la guerra. Sin palabras el ser humano deja de ser lo que es.
Por lo tanto, ¿qué le aporta la literatura, la filosofía o la poesía a un empresario? Yo creo que puntos de vista de carácter cada vez más general.
¿Por qué escogió sus estudios en filosofía como base para poder crear su poesía?
La poesía que me interesa es la que está apoyada en una concepción del mundo, pongo ejemplos: una poesía como la de Dante, la de Sor Juana o la de Paul Valéry, en fin, una poesía que revele conceptos y contenidos profundos. Por eso estudié filosofía.
Pondré como ejemplo el poema más grande que se ha escrito nunca en este país: Muerte sin fin de José Gorostiza. Ha habido supuestas interpretaciones del poema que no dan, a mi juicio, una interpretación correcta. La primera es la de Octavio Paz quien dice que tiene múltiples interpretaciones y sentidos porque la poesía es ambigua. Yo escribí un libro al respecto, donde trato de encontrar un sentido al poema, el cual se abre con fragmentos de los Proverbios de Salomón, para ello leí el conjunto de los Proverbios, con la intención de descubrir qué quiso decir el autor. Hoy me encuentro con una interpretación por lo menos coherente, hay gente que no está de acuerdo con ella y me acusa de tergiversar la información. En fin, esta labor hermenéutica no la hubiera conseguido sin mis bases filosóficas.
¿Cuál es el atractivo de la poesía de clásicos como Dante, Sor Juana o Paul Valéry? ¿Por qué sigue encantando a los lectores actuales?
Dos características: dificultad y belleza. Muchos poetas que fueron muy populares en su momento han dejado de interesar al público de hoy. Hacia fines del siglo XIX y principios del XX los poetas más leídos en México eran Juan de Dios Peza, Amado Nervo y Manuel M. Flores, hoy nadie los lee. Actualmente un poema tan difícil como Muerte sin fin es objeto de estudios y llega a transformarse en libros enteros que tratan de interpretarlo.
¿Cuál es la función de la Academia Mexicana de la Lengua y su relación con la Real Academia Española?
Tenemos una relación muy estrecha. En su origen todas las academias de la lengua en América nacieron a instancias de la Real Academia Española (RAE).
Daré un poco de contexto: hacia 1870, tras medio siglo de independencia de las naciones americanas,
España notó que ya no podía establecer vínculos de dependencia política o religiosa con América, ¿qué permanecía? La lengua española como vehículo de comunicación.
Por ello nació, en 1870, la primera academia de la lengua en América y fue la colombiana.
La segunda fue la de Ecuador y la tercera la mexicana que nació en 1875. El carácter que tuvieron las academias durante muchísimos años fue el de ser correspondientes de la RAE. México en 1951 convocó al Primer Congreso de las Academias de la Lengua Española. Pues las 20 academias en América tenían relación con la RAE, pero no entre ellas. Este congreso se realizó bajo el mandato del presidente Miguel Alemán y paradójicamente la única academia que no estuvo presente fue la española, pues el gobierno de Franco se lo impidió. Sin embargo, de esta reunión surgió la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE). Es un orgullo para nuestro país que dicha asociación haya surgido en México.
Se suele pensar que las Academias son subordinadas de la RAE y que no hacen otra cosa más que acatar sus mandatos. En 2015 se llevó a cabo el décimo quinto Congreso de Academias de la Lengua Española y por tercera ocasión se realizó en México. Ahí exigí que se deje de llamar Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) porque no es un diccionario que haga la RAE, lo hacemos entre las 24 academias y todos los conceptos que se incorporan se discuten entre todas. La academia de más reciente incorporación es la de Guinea Ecuatorial, en África. 90% de los hablantes del español está en América, pero se habla también en Europa, África, Oceanía y Asia.
Hoy nuestro vínculo con la RAE es entre iguales, sin embargo debo decir con franqueza que la academia española tiene lingüistas y lexicógrafos de primer orden, también posee un gran desarrollo teórico del que carece la mayor parte de las academias de América, y digámoslo así, es como suele afirmarse un primus inter pares, “el mayor entre los iguales”, pues además tiene muchos recursos.
Uno de los problemas que se derivan para las academias de América es que los gobiernos no las apoyan de modo suficiente, porque no se quiere reconocer que la lengua es un problema de estado, no es una cosa banal, es el patrimonio intangible. Yo he dicho, y algunos creen que exagero, que mientras el INAH cuida, preserva, desarrolla el patrimonio cultural del país de 1900 hacia atrás, y el INBA cuida, preserva y desarrolla el patrimonio cultural del país de 1900 en adelante, la Academia Mexicana de Lengua es la encargada de preservar, desarrollar y cuidar la lengua que nos une, la única diferencia es que nosotros somos una asociación civil privada y autónoma, nosotros elegimos a los que ingresan y a nuestros directivos. Desde 2012 recibimos recursos del gobierno.
¿Cree que la industria editorial, en algún punto, migre por completo al mundo digital? ¿Nos vamos a deshacer del libro?
Ya está migrando en algunos aspectos de la industria editorial. Las enciclopedias ya no se editan en papel, resulta muy costoso hacerlo y poco productivo.
Pero otros libros se tienen que seguir haciendo en papel. El libro es un artefacto muy cómodo, no necesitamos electricidad para poder leerlo, no lastima tanto los ojos. Somos muchos los que no somos tan modernos para adaptarnos sólo a la pantalla sino que nos gusta la sensación táctil del papel, el olor, los colores, etcétera; nos gusta la sensación que brinda en tanto objeto artesanal.
Por otro lado, las empresas editoriales son una industria con un lado artístico y artesanal. No creo que nos deshagamos por completo del libro; por ejemplo, el Diccionario de la Lengua Española se hacía en papel y se traducía a soporte electrónico, ahora será al revés, se hará en soporte electrónico y habrá unos cuantos ejemplares en papel.
¿Considera que México tiene la capacidad para convertirse en un referente editorial en español? De igual forma, ¿cree que el español mexicano puede fungir como referente del idioma en el mundo?
En la ASALE tenemos la teoría de que el español no tiene sólo un centro. Durante muchos siglos se pensó que el centro era España, particularmente Castilla y, dentro de Castilla, Madrid. Nosotros decimos que el español es como dijo Nicolás de Cusa del universo, que “tiene su centro en cualquier parte y su circunferencia en ninguna”, es infinito, se está expandiendo, no tiene centro, tiene muchos centros. Sin embargo el español mexicano es el que tiene mayor número de hablantes y es el que rige la lengua desde el punto de vista numérico, pero no del punto de vista teórico.
¿Podemos convertirnos en un referente editorial? Sí, de hecho deberíamos. El mercado editorial mexicano es potencialmente enorme, pero por desgracia se edita medio libro per cápita al año. La Secretaría de Cultura, cuando todavía era Conaculta, hizo una encuesta y llegó a la conclusión de que el mexicano lee seis libros per cápita al año, para ello tomó en cuenta lo que se lee en tablets, Kindle y chats.
Desde mi punto de vista los resultados de dicha investigación generan una mala apreciación porque de donde se debe obtener la cifra es de la estadística y no de la encuesta, pues en ésta la gente responde como quiere. Supongamos que las cifras obtenidas son reales, a ello hay que restarle los 220 millones de libros de texto gratuitos. Si quitamos los libros de texto gratuitos nos queda un ejemplar per cápita al año. Pero si a ese uno por ciento le restamos los libros de secundaria que los hacen las editoriales privadas, pero que son para la enseñanza, nos queda realmente medio libro per cápita al año.
Si uno compara con países de alto nivel cultural y desarrollo intelectual, vemos que en Alemania, Francia, Inglaterra, Estados Unidos, España, Argentina y Colombia se leen de 12 a 14 libros per cápita al año. Imaginemos que en México, por razones de enseñanza, se pudiera desarrollar el hábito de la lectura y que en vez de que el mexicano leyera medio libro per cápita al año, leyera uno. ¡Se duplicaría automáticamente la industria editorial mexicana! Ya no digo si llegáramos a los niveles de 8, 10, 12, se multiplicaría 20 veces.
¿Por qué no se multiplica? No porque la industria no tenga capacidad, sino porque la demanda del libro es muy específica, lo busca quien quiere cultivarse con él. No hemos desarrollado un adecuado plan educativo, creemos que la educación debe limitarse a llenar a los niños de conocimientos absurdos, son 10 materias desde primaria y se cree que la educación consiste en esto, en ofrecer datos y hacer exámenes de opción múltiple; es una tontería, eso no desarrolla inteligencia ni sensibilidad.
Cuando veo los libros de lectura y me doy cuenta de que vinculan la lectura con el programa, ¡es un desastre! El libro de lectura debe despertar la imaginación de los niños, abrirles el apetito por la lectura, hacerlos gozar con ella… ¡y no! Si hablan de higiene muestran cómo deben lavarse bien las manos en lugar de la gran literatura que se debería graduar de conformidad con los años de los alumnos. Ahora he planteado a la SEP la posibilidad de que la Academia Mexicana de la Lengua haga los libros de lectura para que sean de alto nivel literario porque esto es lo fundamental.
Si pudiéramos desarrollar hábitos de lectura cada vez mayores, México se convertiría en un país de gente con mejor desarrollo intelectual, con mejor desarrollo emocional y la industria editorial se podría incrementar.
Habló de cuánto se lee, pero, ¿qué es lo que lee el mexicano?
Volvamos a los seis libros que decía la encuesta de Conaculta. ¿Qué se lee en los chats? ¡Basura! Eso no desarrolla inteligencia. Concedamos que de manera electrónica se leen seis libros, sin embargo no sirve de nada pues, como decía Jorge Luis Borges, lo correcto no es sólo leer, sino releer, pensar sobre el libro, volver a él una y otra vez.
Si a través de la educación y de la lectura lográramos que los estudiantes se desarrollaran intelectualmente, que no recibieran conocimientos hechos sino que los buscaran por sí solos, daríamos un paso enorme, si les enseñáramos métodos antes que resultados, si les enseñáramos a hacer críticos, a hacer preguntas fundadas, haríamos mucho más por la educación que 500 mil millones de libros que la gente quiere aprenderse de memoria solamente para responder las preguntas en el examen.
Cabe mencionar que en España se lee fundamentalmente novela; en Alemania, ensayo. Francia es un país con 50 millones de habitantes y cada cierto tiempo producen una gran cantidad de pensadores de primer nivel, lo mismo Alemania. Nosotros somos 500 millones de hablantes y no hemos producido ese nivel de pensamiento, entonces todo está en el desarrollo del lenguaje.
Usted es un ejemplo de director, pues encabeza la Academia Mexicana de la Lengua y Siglo XXI editores. ¿Cuál cree que sea el perfil directivo que demandan instituciones de tal naturaleza?
Yo creo que soy un director editorial un tanto extraño. Hasta mediados del siglo XX, los directores editoriales eran escritores o intelectuales que fundaban una editorial, y se hacían rodear de amigos y escritores también. Pero desde el último tercio del siglo pasado, las empresas editoriales son dirigidas por empresarios que desean la ganancia de cada uno de los libros; sin embargo ésta no es mi ambición, yo busco contribuir al desarrollo intelectual del país. Por eso soy atípico, yo soy un escritor que dirige una editorial, no creo que haya en México y en el mundo muchos escritores que dirijan editoriales.
Ahora, esto no significa que no busquemos productos que generen un retorno de inversión. En México ha habido muchas editoriales que nacen y mueren, habrán oído de una editorial llamada Stylo, que dirigió el poeta español José Bergamín, hizo unos cuantos libros y desapareció. La editorial Cultura, que dependía directamente de la imprenta de los Loera Chávez, desapareció también. El mundo editorial tiene que ser un arte sustentable.
¿Hay algún punto en el que deba decidir entre el arte y el negocio?
Continuamente hay que ver si un libro que satisface al equipo, será rentable. Si es un producto editorial que difícilmente se venderá, buscamos patrocinadores o nos asociamos con alguna institución que desee ejemplares de ese libro, tal es el caso de los libros de arte.
¿Qué libro le recomienda al director de empresa?
Una obra sobre tácticas y estrategias militares denominado El arte de la guerra, escrito por el estratega militar chino Sun Tzu. Es útil para la empresa porque desarrolla el modo de crear estrategias.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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