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La revolución social de las empresas

Las empresas ya no pueden darse el lujo de simplemente buscar su beneficio. Con tantos problemas sociales, éstas deben interesarse más por el medio que les rodea.
 
«La única responsabilidad social de los negocios, es maximizar utilidades». Éste es el famoso mantra de Milton Friedman el cual, si bien por muchos años fue aceptado casi como un dogma de fe, hoy tenemos que olvidar. Digo «tenemos» porque, ante la incertidumbre generada por los grandes retos sociales y medioambientales a los que nos enfrentamos hoy en día, es imposible seguir creyendo que la responsabilidad de resolver cae exclusivamente en el gobierno y la sociedad civil.
En un México donde 43.6% de la población (53.4 millones de personas) viven en condiciones de pobreza y 7.6% en extrema pobreza1; donde dos de cada tres mujeres han sufrido violencia de género2 y más de 68% de la población del país está expuesta a los impactos del cambio climático3, el paradigma de éxito en los negocios está obligado a evolucionar.
No es simplemente por ser socialmente responsables; nada tienen que ver las buenas intenciones. Cada vez es más claro que resolver los retos sociales es imperativo para poder tener éxito en los negocios.
Por ejemplo, en 2010 el Banco Mundial estimó que México está expuesto a perder «6.2% del PIB por los impactos medioambientales, lo que representa un costo de 630,000 millones de dólares por año».
¿De qué sirve trabajar para generar utilidades si éstas se verán afectadas por el deterioro del medio ambiente? Por otro lado, hoy México es el país #1 en los índices de corrupción de la OCDE, lo que le cuesta a las empresas en promedio 5% de sus ventas anuales.
Tenemos que entender que los problemas sociales le cuestan significativamente a las empresas. Entonces, si queremos hacer buenos negocios, tenemos que pensar no sólo en vender más, sino en cómo crear el espacio y el contexto para que nuestras empresas puedan desarrollarse en el largo plazo.
 
LA RESPONSABILIDAD SOCIAL YA NO ES SUFICIENTE
Desde hace ya varios años, en México se ha desarrollado bastante la responsabilidad social empresarial. Cada vez son más las empresas que llevan a cabo prácticas de mitigación del impacto.
Según Juan Felipe Cajiga Calderón, director de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) del Centro Mexicano para la Filantropía, la RSE es «una nueva forma de gestión y de hacer negocios, en la cual la empresa se ocupa de que sus operaciones sean sustentables en lo económico, lo social y lo ambiental, reconociendo los intereses de los distintos grupos con los que se relaciona y buscando la preservación del medioambiente y la sustentabilidad de las generaciones futuras. Es una visión de negocios que integra el respeto por las personas, los valores éticos, la comunidad y el medio ambiente con la gestión misma de la empresa, independientemente de los productos o servicios que ésta ofrece, del sector al que pertenece, de su tamaño o nacionalidad».4
Estoy completamente de acuerdo con Juan Felipe en todo, menos en un punto de su definición: es cierto, las empresas necesitan ser socialmente responsables, deben tratar de mitigar o, más bien, eliminar su impacto medioambiental o social y tener en cuenta a las generaciones futuras. Sin embargo, tenemos que ir más allá.
La responsabilidad social, no puede seguir siendo «independiente de los productos o servicios que la empresa ofrece». Necesitamos evolucionar de la empresa socialmente responsable a la empresa social. Nuestra meta no debe ser simplemente no aumentar los problemas sociales, sino resolverlos. Hoy en día surge un nuevo paradigma de éxito empresarial, un modelo de empresa que demuestra que resolver los grandes problemas sociales es un buen negocio.
 
EL SURGIMIENTO DE LA EMPRESA SOCIAL
El término «empresa social» fue introducido por Muhammad Yunus en 1999 en su libro El banquero de los pobres, en el que cuenta la historia de cómo logró crear el Banco Grameen, la primera empresa social, la cual ha logrado ofrecer miles de millones de dólares en créditos a personas en condiciones de extrema pobreza, replicando su modelo en todo el mundo.
Quizá el logro más importante del Banco Grameen y de Muhammad Yunus fue demostrar que los problemas sociales se pueden resolver no a través de la filantropía, ni siquiera como la estrategia de responsabilidad social de una empresa, sino como su principal estrategia de negocios.
Desde ese momento, cada vez han surgido más empresas en todo el mundo, para las cuales el impacto social no es algo «independiente de sus productos o servicios», sino su principal objetivo.
El modelo de la empresa social y la inversión de impacto es donde todos los movimientos de capital están enfocados en la generación de un resultado doble: retorno financiero e impacto social y medioambiental. El modelo ha crecido a tal grado, que ha trascendido de ser una tendencia emergente en la cual hay solamente algunos actores aislados, a ser todo un sector de negocios con una tasa de crecimiento impresionante.
Según Bain and Company, la inversión de impacto en América Latina creció de 160 millones de dólares (mdd) en 2008, a más de 2,000 mdd en 20135. Hoy los 226 miembros del Global Impact Investing Network manejan más de 226,000 mdd en 2018.6 El crecimiento del sector en los últimos 10 años demuestra las fuertes oportunidades de negocio que existen actualmente.
 
EVOLUCIÓN DE LOS NEGOCIOS TRADICIONALES
Quizá todavía hay algunos escépticos del concepto de empresa social: aquellos que argumentan que todas estas cifras y conceptos derivan de organizaciones y personas que no vienen del mundo tradicional de los negocios. No podrían estar más equivocados.
En enero de 2018, uno de los inversionistas más importantes del sector financiero, Laurence D. Fink, fundador y director ejecutivo de la firma de inversiones BlackRock (el asset manager más grande del mundo), envió a todas las empresas con las que trabaja una carta titulada Enfócate en la sociedad y en las ganancias, en la cual dejaba claro que si alguna empresa busca apoyo de Black Rock, tendrá que hacer más que simplemente generar utilidades.
«La sociedad está demandando que las empresas, tanto públicas como privadas, sirvan un propósito social. Para prosperar a través del tiempo cada compañía deberá no solamente generar resultados financieros, sino también demostrar cómo contribuye positivamente a la sociedad».7
Las empresas con ADN de generación de impacto social y medioambiental serán la nueva regla, no la excepción. Este movimiento está generando tal impacto, que ya no son solamente pequeñas empresas y startups las que se están enfocando en la generación de valor como modelo de negocio. Cada vez son más las empresas trasnacionales que están entrando al juego.
Uno de los pasos más importantes fue la noticia del primer semestre de 2018, acerca de que Danone Norteamérica se certificara como Empresa B.8
La certificación de Empresa B es promovida en todo el mundo por B Labs y en América Latina por Sistema B. Es la principal manera de formalizar el compromiso que tiene una empresa con «medir su éxito a partir del bienestar de las personas, la sociedad y el medio ambiente».
Existen más de 2,564 Empresas B certificadas en más de 50 países del mundo y, si bien la mayoría son empresas pequeñas y medianas de reciente creación (en los últimos 10 años), cada vez existen más grandes corporaciones como Danone que se están acercando a esta certificación para demostrar que una nueva manera de hacer negocios es posible.
Quizá una de las principales formas de manifestar que el impacto social es una prioridad para la empresa, es obtener la certificación de Empresa B que obliga a los candidatos a modificar sus estatutos, de manera que se incluyan los siguientes compromisos:
El objeto social deberá incluir el tener un impacto material positivo en la sociedad y el medioambiente, considerados como un todo, tomando en cuenta los estándares de un tercero independiente, desde el negocio y las operaciones de la sociedad.
Deberán también insertar, en la cláusula que establece las facultades del órgano de Administración, lo siguiente:
«En el desempeño de sus facultades, el [Consejo de Administración/Consejo de Gerentes/Administrador Único], así como los funcionarios designados en términos de estos estatutos, deberán tomar en cuenta en cualquier decisión o actuación, los efectos de dicha decisión o actuación con respecto a: (i) los [socios/accionistas]; (ii) los empleados y la fuerza de trabajo de la sociedad, sus subsidiarias y sus proveedores; (iii) los clientes y consumidores de la sociedad; (iv) la comunidad; (v) el ambiente local y global; (vi) el desempeño de la sociedad a corto y largo plazo y (vii) la capacidad de la sociedad para cumplir con su objeto social. Lo anterior únicamente crea derechos y obligaciones exclusivos de los [socios/accionistas] y del [Consejo de Administración/Consejo de Gerentes/Administrador Único], por lo que ningún tercero podrá hacer exigibles, de manera alguna, obligaciones contra la sociedad o sus órganos de administración.»9
De esta manera, empresas transnacionales como Danone, Patagonia, Natura, Ben & Jerry’s, Kickstarter y muchas más han demostrado su compromiso con evolucionar, desde buscar ser una de las mejores empresas del mundo, a buscar ser una de las mejores empresas para el mundo. El paradigma del éxito en las empresas está cambiando.
 
LAS CORPORACIONES DE BENEFICIO
Una de las críticas que escucho sobre las empresas sociales, es que al no existir una figura legal que identifique especialmente a la empresa social (hoy se constituyen como empresas regulares SAPI, SA de CV, etc.), no hay alguien que defina objetivamente quién es y quién no es una empresa de impacto, invalidando por tanto el modelo. Esto también está cambiando.
En países como Estados Unidos y el Reino Unido se ha formalizado la figura legal de las empresas que ponen el impacto social y medio ambiental en el mismo lugar que el retorno financiero.
Las Benefit Corporations son una figura legal reconocida en Estados Unidos desde hace varios años, y se definen como:
«Una herramienta legal para crear una fundación sólida para el alineamiento de la misión y la creación de valor a largo plazo. Esta protege la misión durante los levantamientos de capital y los cambios de liderazgo, generando mayor flexibilidad cuando se evalúa una posible venta u opción de liquidación y prepara a los negocios motivados por un propósito social, más allá de su IPO.»10
De esta forma, cada vez son más las empresas que formalmente se constituyen como negocios de impacto. Esta figura legal no es exclusiva de países anglosajones, incluso en Colombia, el pasado 18 de julio se aprobó este nuevo modelo.
«Fue sancionada la Ley 1901 de 2018 que crea y desarrolla las Empresas B o Benefit Corporation. Esta iniciativa, radicada en 2016 por el entonces senador Iván Duque Márquez, permite que sociedades comerciales de cualquier tipo adopten voluntariamente la condición de Beneficio e Interés Colectivo (BIC), lo cual implica la ampliación del objeto social para combinar el fin de lucro con acciones que impacten positivamente el interés colectivo y el cuidado medioambiental.»11
Hoy en día, en México todavía no hay un proyecto de ley que formalice los modelos de negocio con impacto. Sin embargo, es una de las 10 propuestas de política pública para la promoción del emprendimiento impulsada por la Asociación de Emprendedores de México (ASEM) y sus más de 14,000 miembros, la cual fue presentada por medio del Emprendecálogo12 a los candidatos a presidente en las elecciones pasadas.
 
EMPRESAS SOCIALES EN MÉXICO
Afortunadamente, México ha visto un surgimiento importante de las empresas con impacto social en los últimos años, incluso generando un sector en el cual hoy colaboran fondos de inversión, incubadoras y aceleradoras de negocios, universidades y grandes corporativos.
De hecho, México es uno de los países líderes en la promoción de la inversión de impacto y el emprendimiento social y hoy, ante la incertidumbre de los retos sociales, cada vez hay más capital y más esfuerzos en todos los niveles para impulsar este nuevo tipo de negocios.
Sin duda los retos sociales nos presentan una gran incertidumbre en el futuro del país, pero, afortunadamente hoy más que nunca, podemos saber que las empresas son una potencial fuerza de cambio para resolverlos al mismo tiempo que hacemos buenos negocios.
Así que, estimado señor Friedman, el mundo en el que «la única responsabilidad social de los negocios es maximizar utilidades» ha quedado atrás. Bienvenida la revolución de las empresas sociales.
 


1 https://www.coneval.org.mx/Medicion/MP/Paginas/Pobreza_2016.aspx
2 https://www.animalpolitico.com/2014/11/en-mexico-2-de-cada-2-mujeres-han-sufrido-violencia-de-genero-el-principal-agresor-la-pareja/
3 https://expansion.mx/estilo/2016/03/24/cambio-climatico-los-retos-y-las-oportunidades-para-mexico#article-1
4 https://www.cemefi.org/esr/images/stories/pdf/esr/concepto_esr.pdf
⁵ http://www.bain.com/publications/articles/the-state-of-impact-investing-in-latin-america.aspx
⁶ https://thegiin.org/research/publication/annualsurvey2018
⁷ https://www.nytimes.com/2018/01/15/business/dealbook/blackrock-laurence-fink-letter.html
⁸ https://www.cnbc.com/2018/04/12/danones-north-america-business-receives-b-corp-certification.html
⁹ https://sistemab.org/7-pasos-para-ser-empresa-b/modificaciones-legales-mexico/
10 http://benefitcorp.net/
11 http://www.portafolio.co/negocios/las-sociedades-bic-una-oportunidad-para-empresarios-518531
12 http://conoce.emprendecalogo.mx/emprendecalogo/

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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