«Si queremos hacer un cambio dramático en México, pienso que la manera más fácil y rápida es el desarrollo de tecnología con el talento de ingenieros mexicanos».
El linaje de Bismarck Lepe está anclado a Juchitlán, Jalisco, sin embargo sus memorias de la infancia discurren en Oxnard, California. Ejemplar alumno, a los 18 años inició los estudios de Medicina en Stanford, pero en el camino descubrió las mieles de las startups de tecnología de información, por lo que su interés viró hacia este sector.
Después de una exitosa carrera en los inicios de Google, comenzó su propia empresa, Ooyala, una plataforma de video en línea, que posteriormente vendería por US$400 millones a Telstra en 2014. Durante más de una década, Bismarck ha sido pionero en la colaboración Guadalajara-Silicon Valley, primero con Ooyala y ahora en Wizeline y StartupGDL.
Wizeline se fundó en Guadalajara en 2014 para ayudar a las empresas, con base en su transformación digital, a ofrecer nuevos y mejores productos al mercado más rápidamente, y ahora más de 10 millones de personas utilizan los productos diseñados y desarrollados por esta empresa todos los días. Lepe ha financiado Wizeline con más de US$62 millones, incluida una reciente Serie B de US$43 millones para acelerar el crecimiento en cuatro países y siete ciudades. Al inicio de 2019, la empresa operaba con más de 600 empleados de tiempo completo, y recientemente había abierto su tercera oficina en México, en Querétaro.
A Bismarck le apasiona impulsar el crecimiento económico en las comunidades donde Wizeline tiene operaciones a través de la inversión en educación y desarrollo de infraestructura tecnológica. La Academia Wizeline es una iniciativa que ofrece cursos en México y Vietnam que enseñan las habilidades técnicas más valiosas de hoy. Hasta la fecha, la Academia ha graduado a más de 5,000 estudiantes de 85 cursos en inteligencia artificial, experiencia de usuario, desarrollo de software, gestión de proyectos, liderazgo, entre varios más.
Adicionalmente, Lepe es fundador y presidente de StartupGDL, una organización sin fines de lucro comprometida con hacer de Guadalajara un líder mundial en innovación de alta tecnología al promover la ciudad como un centro tecnológico para otras startups globales. Dicha institución actualmente cuenta con una larga cartera de pequeñas y medianas empresas de tecnología con sede en los EE. UU. que buscan poner una parte o la totalidad de sus operaciones en Guadalajara.
Por otro lado, el emprendedor es el único inversor y socio en WizeFund, un fondo que apoya a los empleados de Wizeline para lanzar sus propias empresas tecnológicas. WizeFund co-invierte en rondas de semillas y series A, su misión es apoyar el desarrollo de grandes empresas y empresarios.
En su recorrido por las startups en Silicon Valley, Bismarck aprendió a dirigir centrado en las personas para desarrollar empresas de alto impacto. El fundador de Wizeline platicó con el equipo istmo sobre cómo ha aplicado tales aprendizajes a los emprendimientos que ha desarrollado a lo largo de su carrera.
¿Cómo llegaste a Stanford?
Yo soy estadounidense, pero mis padres son mexicanos. Migraron a Estados Unidos para formar una familia. Llegaron con poco, sin embargo, jamás escatimaron en educación. Esto cambió mi mente, yo sabía que debía ser de los mejores. Así logré llegar a Stanford; ahí me rodeaba gente con mucho dinero y mi meta fue tener las cosas que nunca había podido tener. Entré con la intención de ser médico como mi tío, él era la persona más exitosa que conocía, hasta que descubrí que las oportunidades en la tecnología eran muchísimo más grandes.
En la universidad trabajé en la startup Elance como gerente de Marketing, después me fui a Google, donde me desempeñé como gerente de Marketing de Productos. Cuando Google se hizo pública, coseché un patrimonio considerable, que si hubiera querido, ya no necesitaría trabajar. Tenía 24 años y opté por buscar desempeñarme en algo que me apasionara, siempre pensando en dejar un legado. No fue hasta que vi el potencial de México, que encontré un proyecto que podía ilusionarme.
En 2004 mis metas personales cambiaron. Mi objetivo pasó de hacer mucho dinero, a ver qué impacto social podía lograr. Hice unas cuantas cosas en Estados Unidos, pero no fue sino hasta 2010 que abrimos oficinas en Guadalajara, que dimensioné la cantidad de talento mexicano que no se estaba aprovechando.
Comencé con la intención de traer más empresas de alta tecnología a Guadalajara porque, si queremos hacer un cambio dramático en México, pienso que la manera más fácil y rápida es generando empleos de calidad. Como en este momento se vive una escasez de talento en todo el mundo, buscaba que las empresas vieran que ese talento existía en Guadalajara.
Comentas que de pronto viviste un cambio de mentalidad. ¿Cómo fue y cómo descubriste tu pasión por México?
En 2009, en Ooyala, mis socios y yo descubrimos que era muy difícil contratar talento en Silicon Valley y acordamos buscar fuera un lugar para montar una operación. Contratamos a un consultor que investigó cuál era nuestra mejor opción: Europa, Sudamérica, Asia… regresó y dijo: México. En ese entonces mis padres hablaban de México como un lugar sin oportunidades, y esa era la visión que yo tenía. Enviamos a nuestro CTO (Chief Technology Officer), un norteamericano, a entrevistar gente en Guadalajara. De los 15 que entrevistó quería llevarse a ocho a Estados Unidos. Así descubrimos que en México había gente interesante y seleccionamos Guadalajara porque los dos emprendedores que finalmente contratamos, Adalberto Flores y Vidal González, eran de ahí.
Abrimos la oficina en la sala de la casa de Vidal en octubre de 2010. Vine a Guadalajara en diciembre de ese año a la posada que tendríamos. Adalberto me invitó a otro evento, en donde encontraría a 60 emprendedores de empresas interesantes, mi sopresa fue mayúscula, le comenté a Adalberto que se necesitaba que más inversionistas supieran que esto existía. Así empecé a conocer otro México.
¿Qué es y cómo surge StartupGDL?
Es una organización sin fines de lucro comprometida con hacer de Guadalajara un líder mundial en innovación de alta tecnología. Ha resultado ser un ejercicio interesante. Iniciamos en 2014 y hemos creado más de 200 empleos. El programa se centra en atraer empresas de alta tecnología que van a compartir el aprendizaje de las mejores prácticas sobre cómo se manejan las empresas globales de tecnología, que es lo que necesitamos aquí en México. Esto mismo ocurrió en India en 2005 cuando llegaron empresas como Amazon, Google o Facebook. Todos los emprendedores relevantes de ese país han salido de esas empresas.
StartupGDL es un proyecto que me apasiona, a mí y a Wizeline. Hasta ahora ha sido non profit y por ahora creemos que no vale la pena cambiar en este sentido, estamos muy enfocados en que mejore la comunidad y la sociedad de Guadalajara.
La mayoría son empresas estadounidenses que han venido a México y que no hace mucho desconocían que existía este talento en el país. Lo interesante es que ahora, prácticamente todas las semanas, alguna empresa se comunica conmigo para decirme que les gustaría platicar con nosotros acerca de nuestra experiencia en México.
Estoy convencido de que, si se fomentan más empleos, mejores sueldos y una distinta forma de tratar a los colaboradores, permitiéndoles que después ellos mismos creen sus propias empresas, se detonará una fuerza económica increíble.
¿Se ha querido atraer talento de todo el mundo?
Exactamente. A nosotros no nos importa de dónde seas, siempre y cuando quieras trabajar en Guadalajara. Tenemos oficinas en la Ciudad de México y en Querétaro, pero nuestra intención es seguir invirtiendo y enfocándonos en Guadalajara como la marca de tecnología de México, para que cuando en el extranjero quieran invertir en talento, piensen en este lugar, igual que como se hace con Tel Aviv, Estonia, etcétera.
¿Contra quién compite Guadalajara para convertirse en ese centro de atracción de talento?
Hablando del extranjero, hay muchísimos lugares: India, Tel Aviv, Kiev. En Latinoamérica el centro de tecnología es Buenos Aires. Los argentinos son los únicos que han sacado sus unicornios (startups que, a través de su evolución, y de la acumulación de fondos de sucesivas rondas de financiación, consiguen una valoración por parte de los expertos en mercados financieros de más de 1.000 millones de dólares antes de su salida a Bolsa).
En Estados Unidos hay mucha competencia: Portland, Seattle, Reno, Utah, muchos lugares, no únicamente Silicon Valley y no obstante hay mucha escasez de talento. Se prevé que para los próximos cinco años habrá una escasez de casi cinco millones de ingenieros en el mundo.
Regresemos a tu historia como emprendedor. ¿Tu primera aventura fue Ooyala?
Aventuras he tenido muchas. Mientras estudiaba, pensé en varias ideas de negocio. Medio formé cinco que fracasaron. Después fui a Google, lo vi crecer, aprendí mucho y en 2007 empecé Ooyala, misma que vendimos en octubre de 2014 cuando aún estaba en flujo de caja negativo.
¿Cómo surgió Wizeline y qué futuro le anticipas?
Iniciamos la empresa inmediatamente después de Ooyala, con la idea de crear una herramienta que solucionara muchos de los problemas que tuvimos en nuestro emprendimiento previo. En este momento estamos invirtiendo para llevarla a empresa pública en 2021 o 2022. Pienso que nuestras opciones serían NASDAQ o New York Stock Exchange, donde hay más flujo de capital y más inversionistas.
Considero que en diez años se habrá transformado esta industria a la que también llegará la automatización. Lo mismo que está pasando en manufactura pasará en el desarrollo de software. Estamos invirtiendo mucho en la automatización del desarrollo de software para que no necesites gente que lo haga.
¿No es una contradicción lanzar un proyecto tan ambicioso como StartupGDL y tratar de posicionar a Guadalajara como un centro y, a la vez, creer que la tendencia es hacia la automatización de software, para lo que no se requiere talento?
Considero que ésta es la forma idónea para mejorar la sociedad y la economía rápidamente. La meta es que estos ingenieros que reciben instrucciones y educación en dichas organizaciones constituyan las empresas que darán el siguiente salto en la tecnología. Necesitamos los cimientos, lo básico.
¿Te consideras un inversionista activo con emprendedores?
Sí. Invierto en unas 20 empresas al año. Pienso que tengo inversiones en unas 75. Aproximadamente 15 han sido vendidas y solo 15 han fracasado.
En tu experiencia en Silicon Valley, ¿percibiste alguna metodología especial en el gobierno de las empresas de alta tecnología?
He visto que lo que más funciona es dejar operar a las empresas. Los consejeros se hacen a un lado, ofrecen su punto de vista, apoyo en contratación y en traer clientes, pero de ninguna manera operarlas.
En el caso de Wizeline, ¿cuáles son los puntos relevantes en la agenda habitual del Consejo?
Siempre hablamos de la cultura, de si se nos está yendo la gente, y de ser así, por qué y a dónde se va, también hablamos sobre los avances en la misión de aumentar el número de empresas de tecnología en Guadalajara. Analizamos nuestras métricas a través del plan decidido el año anterior para ver nuestro avance. Si vamos muy atrás, tenemos que cambiar el plan para ser más agresivos. Al equipo le encanta prepararse e ir a presentarle al Consejo.
En tu caso, eres el inversionista principal de Wizeline y al mismo tiempo el CEO. ¿Tienes que reportar?
Así es. No quise tomar más sillas para mí en el Consejo, ahí se encuentra Vidal González que está aquí en las operaciones de Guadalajara de tiempo completo. Si él y el resto de los consjeros consideraran que ya pasó mi tiempo, yo estaría abierto. Toda persona tiene un tiempo que expira en el puesto que ocupa.
¿Disfrutas de la operación?
Sí, la veo como un compromiso. Pienso que hay mucha gente que le ha apostado a Wizeline y ninguna tarea es menor para mí. Estoy ahí dispuesto a hacer lo que se necesite, 24 horas al día. La gente sabe que puede llamarme a cualquier hora.
¿Qué anticipas en nuevas tecnologías?
Pienso que los próximos cincuenta años serán muy interesantes por la aplicación de la tecnología en la que se le ha estado invirtiendo los últimos veinte o treinta. Ahora, la inteligencia artificial y machine learning son como la nube hace diez años; aunque en este momento menos de 15% de todo el cómputo está en la nube, el tema está ya en la agenda de todas las empresas.