Suscríbete a la revista  |  Suscríbete a nuestro newsletter

Festival de Cannes 60 años entre la calidad y la honorable medianía

Según cifras oficiales se proyectaron mil 615 películas provenientes de 95 países. 22 en competición, 20 en Un certain regard y 16 sesiones especiales. Podía contarse una decena de directores «abonados», algunos con más de una Palma de Oro, frente a una docena que asistía por primera vez.
Otro gran tema de discusión sobre la selección es la oposición entre el cine de autor y de diversión. Cannes defiende el primero, pero no cabe duda que es preciso no pegar esta etiqueta sobre un cierto vacío. Es preciso reemplazar todas estas etiquetas por una: «cine de calidad».

PELÍCULAS DE GÉNERO

Una primera distinción entre comedias y dramas confirma la existencia de un festival claramente sombrío. Una sola franca comedia, Promise Me This, de Emir Kusturica.
Podemos preguntarnos si Death Proof de Tarantino es comedia, con un criminal que asesina a tres jóvenes en la primera parte de la película para ser víctima después de otro trío femenino.
Los hermanos Joël y Ethan Coen utilizan el humor –sumamente negro– adaptando una novela de Cormac McCarthy, en No Country or Old Men. Se trata del terreno ocupado por los traficantes de droga entre la frontera de México y Texas.
El caso de James Gray es aleccionador, en We Own the Night muestra el ambiente de su juventud en Nueva York en el barrio de Queens. En los años ochenta, el responsable de la policía, Burt Grusinsky (Robert Duvall) tiene dos hijos, Joseph (Mark Wahlberg) integrante de la policía y Bobby (Joaquin Phoenix) dirigente de una discoteca de moda, propiedad de una familia rusa que le trata como un hijo, pronto descubre que la disco es en realidad un punto neurálgico del tráfico de drogas. Bobby deberá elegir entre su verdadera familia y la de adopción. Termina con un homenaje al heroísmo de la policía, pero no faltaron los abucheos de los que piensan que por principio es más «moderno» estar del lado de los delincuentes.
Zodiac de David Fincher, es una excepción en el panorama de Cannes por representar a un gran estudio: Warner Bros. Es la historia de un asesino serial que a partir de 1969 comete una serie de crímenes en la región de San Francisco. Excelente película, pero su fidelidad a la historia la perjudica por no respetar las leyes del género que exige que cualquier enigma criminal termine por el descubrimiento del culpable y la explicación de sus móviles.

SELECCIÓN FRANCESA

La selección francesa, siempre objeto de polémicas, se caracterizó por su eclecticismo y no todas las críticas vienen del sector cinematográfico. En primer lugar contamos con Les chansons d´amour de Christophe Honoré, película singular tanto por el tema tratado (amores homosexuales) como por la forma (la introducción en la historia de una decena de canciones).
La conclusión de los múltiples intercambios amorosos, es que la humanidad es homo o bisexual; lo raro sería la heterosexualidad. El esfuerzo por hacer pasar las situaciones como la cosa más normal produce a menudo el ridículo más espantoso. La película parece destinada a ser vista, en circuitos americanos más o menos especializados, como el non plus ultra de la «audacia francesa».
También será cuestión de audacia y un poco de ridículo Une vieille maîtresse de Catherine Breillat, adaptación de una novela de la literatura libertina de Jules Barbey d´ Aurevilly. Su cine, por muchos considerado pornográfico, ha tenido siempre audiencia reducida. Su intención de adaptar una novela de época podría hacer pensar en cierta discreción con respecto al pasado. En todo caso, si Catherine Breillat renuncia a sus audacias habituales, sigue haciendo un cine esencialmente erótico, construido sobre un cierto vacío existencial.
Persepolis se trata de un dibujo animado que procede de cuatro álbumes de «comics» firmados por Marjane Satrapi, que firma la película a dúo con Vincent Paronnaud. La animación simple, sin el menor alarde técnico, es en realidad una autobiografía de la dibujante y directora, curso abreviado de la historia de Irán desde la caída del Shah hasta hoy.
La familia de Marjane, de filiación comunista, fue perseguida en la época del Shah después de la revolución. Exiliada en París adquirió la nacionalidad francesa y conoció el éxito con sus «comics» nada favorables al régimen de Teherán. En esta época de proezas técnicas en la animación, este film muestra que existe una visión minimalista, que el ingenio y la invención pueden hacer eficaz.
La selección francesa se completa con una obra boomerang que parte de Francia para volver a ella. Le scaphandre et le papillon del americano Julian Schnabel, adaptación del libro del mismo título de Jean-Dominique Bauby, que iba a ser una película americana pero terminó rodándose en Francia con actores franceses. Se trata de la historia insólita de Jean-Dominique Bauby, periodista de la revista Elle, víctima de un ataque cerebral. Dos meses en coma y un despertar particular bajo el signo del locked-in-syndrom que comporta parálisis total con actividad cerebral completamente normal. Naturalmente no se vive una experiencia de este tipo sin una reflexión profunda sobre el sentido de la vida.

LA AVENTURA AMERICANA DE WONG KAR WAI

My Blueberry Nights, de Wong Kar Wai, es sin duda una de las mejores películas del Festival 2007. Doble desafío para el autor: rodar por primera vez en Estados Unidos y pilotar la llegada al cine de una artista de la canción, Norah Jones. De los dos retos, sale airoso con una película de corte clásico. La protagonista, Lizzy (Norah Jones), acaba de ser abandonada por el hombre con quien compartió su vida durante seis años. Intenta consolarse en un bar, cuyo propietario, Jeremy (Jude Law) le ofrece un pastel de moras. Lizzy recorre el país y hace encuentros variados, sin olvidar su desengaño.
Otros dramas cruzan su vida, el recorrido es una cura sentimental y una apertura a la desgracia de los otros. Durante todo ese tiempo, Jeremy, que ha quedado enamorado, la busca desesperadamente y cuando Lizzy regresa a Nueva York se produce el final feliz, pero más que una figura obligada es una consecuencia del paso del tiempo, única piedra decisiva de la solidez de los sentimientos. Wong Kar Wai realiza con esta película una proeza rara, pasar de una civilización a otra sin traicionar ninguna de las dos.
Con Paranoid Park, Gus Van Sant sigue fiel a la disciplina que se ha impuesto en su última trilogía (Gerry, Elephant y Last Days): no dar explicaciones y dejar que el público busque las respuestas. El punto de partida es una novela de Blake Nelson, como protagonista, un adolescente de 16 años, Alex (Gabe Nevens, actor no profesional), hijo de una familia mal avenida. El joven tiene una pasión por el skateboard y frecuenta una pista sumamente arriesgada, Paranoid Park, cerca de un depósito de trenes. Una noche un accidente cambia la vida de Alex. Se trata de un drama de la soledad que no tiene una conclusión.

UN INTERMEDIO DE ANTOLOGÍA: CHACUN SON CINÉMA.

Gilles Jacob, actual Presidente del Festival tuvo una excelente idea para celebrar el 60 aniversario: una película compuesta de 133 secuencias de tres minutos cada una, lo que daba, por la presencia de dos pares de hermanos (los Coen y los Dardenne), 135 directores. El tema ha sido bien elegido: las salas de cine. La película reúne un chispeante conjunto de ingenio, sorpresas, nostalgia y amor al cine además de una impresionante lista de directores en la que se encuentran antiguas Palmas de Oro y otras personalidades unidas a la historia del Festival (Alejandro González Iñárritu incluido). La empresa era arriesgada pero el resultado fue regocijante. El tema está al servicio de una idea: aunque el cine se vea en los lugares más variados, las salas deben seguir siendo los lugares donde el séptimo arte encuentra su forma de expresión ideal.

MUNDOS IMPENETRABLES

¿La misión de una obra cinematográfica es crear el desconcierto? Si este fuera el caso varias películas del último Festival habrían cumplido perfectamente su cometido.
En primer lugar puede citarse L´homme de Londres del húngaro Béla Tarr. Poeta de la imagen, visionario de un futuro apocalíptico, creador de situaciones insólitas, Béla Tarr se caracteriza también por su hermetismo. L´homme de Londres es la adaptación de una novela de Georges Simenon, imbuida de crimen, misterio y ambiente portuario. Desgraciadamente el resultado no estuvo a la altura.
Béla Tarr ha decidido adaptar la novela de Simenon porque «trata a la vez del aspecto universal y cotidiano de la vida, porque es al mismo tiempo cósmica y realista, divina y humana por englobar la totalidad del hombre y de la naturaleza, así como su trivialidad». Digamos en su favor que se limita, como siempre, a dar pistas de reflexión para que cada espectador explore por su cuenta.
El desconcierto ha sido también la nota dominante de la película del sur-coreano Kim Ki-Duk, en Soom (El soplo). Lo que vemos en la pantalla es claro, la dificultad radica en su interpretación. Seguimos en paralelo un condenado a muerte que intenta varias veces suicidarse y una escultora a la que su marido engaña, que se interesa por el caso del condenado cuando descubre en la televisión sus suicidios fallidos.

LATAS DE SOLEDAD

El itinerario de Raphael Nadjari es sorprendente. Francés de origen judío presenta una familia semita donde el padre pertenece a una rama ortodoxa, mientras que la madre viene de una corriente laica. El acontecimiento es la desaparición del padre, hecho misterioso del que el director parece desinteresarse para centrarse en la reacción de los diferentes miembros de la familia, en particular de los dos hijos que intentan buscar a su padre por medios diferentes que los empleados por la familia. Es una evidencia que la película sólo puede ser captada en sus matices si el espectador esta familiarizado con los caracteres que encarnan los diversos personajes, Tehilim renuncia a dar una conclusión a su relato.
El bosque de Mogari de la japonesa Naomi Kawase pertenece también al reino de los inaccesibles. Su película llama la atención por la belleza de sus imágenes y por lo extraño de la situación. La acción transcurre en un asilo de ancianos. El viejo Sidheki (Sidheki Uda) decide partir al bosque vecino, una joven enfermera, Machiko (Machiko Ono), le acompaña para tratar de disuadirle de su curiosa excursión. La película es la historia de este viaje liberador y amenazante, donde la comunión con la naturaleza alcanza máxima expresión.
Naomi Kawase se afirma panteísta y sus personajes verán realizados sus deseos: Sidheki, dar un último adios a su esposa; Machiko, encontrar la fuerza necesaria para superar la tristeza de la muerte de su hijo y seguir viviendo. Es preciso decir que todos estos elementos sólo nos son desvelados al final; Mogari significa el tiempo del duelo por un difunto, pasado el cual la vida debe recuperar sus fueros.
No habremos abandonado la mentalidad oriental sin aludir a Secret Sunshine, del sur coreano Lee Chang-dong. El título original de su película es Miryang, nombre de la ciudad donde transcurre. Una mujer, Shin-ae, afectada por la reciente muerte de su marido se instala en la ciudad con su hijo, que poco después es secuestrado y asesinado tras una fallida petición de rescate. Shin-ae atraviesa una situación desesperada de la que parece sacarla su contacto con un grupo protestante que organiza sesiones de oración. En todo caso esta película confirma también el tono sombrío del Festival.

EUROPA DEL ESTE, DRAMAS Y FRONTERAS

El cine del Centro y Este de Europa despierta y nos envía cierto número de obras que evocan los problemas del choque entre culturas.
Las relaciones entre Este y Oeste están en el centro de la película del austriaco Ulrich Seidl, Import Export, quizá la más sombría de todo el Festival. La visión ofrecida es la de un intercambio de personajes en busca de una vida mejor, que naturalmente no encuentran. Una joven ucraniana, Olga (Ekaterina Rak), madre soltera, deja a su hija en Ucrania para trabajar en Viena. Por su parte, un joven austriaco, Paul (Paul Hoffman), hace el viaje contrario, de Austria a Ucrania. De ambos lados de la frontera todo es negativo y sórdido, su pesimismo se transmite en imágenes de un realismo brutal. Hay una complacencia un poco sospechosa aunque Ulrich Seidl insista en que su objetivo es despertar las conciencias sobre problemas reales.
Los intercambios de personajes, esta vez entre Alemania y Turquía, son también el tema de la película alemana de Fatih Akin, Auf der Anderen Seite (Del otro lado). Akin ha nacido en Hamburgo, de padres turcos, representa una segunda generación de la inmigración turca que adopta a Alemania como su propio país.Esta vez sus primeros personajes son un obrero jubilado turco que se casa con Jeter, para sacarla de la prostitución. El hijo del obrero, Nejat, profesor de la Universidad, descubre que Jeter envía todo lo que gana a Estambul para que su hija Ayten, haga estudios superiores. Cuando Jeter muere accidentalmente, Nejat la busca en Estambul, pero ya Ayten, activista política, ha huido a Alemania para escapar de la policía… Fatih Akin trata el problema de las relaciones germano turcas sin ningún rastro de racismo. Esta película forma parte de una trilogía: Contra la pared trataba del amor, esta trata de la muerte, la tercera abordará el problema del mal.

EL RETORNO DE RUSIA: ZVIAGINTSEV Y SOKOUROV

Andreï Zviagintsev ofrece Izgnanie (El destierro) donde presenta una familia proveniente de la ciudad que se instala en una casa campirana. Alex (Konstantin Lavronenko) y Vera (Marie Bonnevie) forman una pareja feliz que se derrumba cuando Vera anuncia que espera un tercer hijo de otro hombre.
Alexandre Sokourov exhibe la historia de Alexandra, una abuela que visita a su nieto, brillante oficial de 27 años estacionado en Chechenia. La llegada de una mujer de edad a este rudo mundo masculino de soldados jóvenes es insólita. Pequeños detalles hablan indirectamente del carácter absurdo de la guerra y la necesidad de superar las heridas de un combate, en el que las responsabilidades son compartidas.
Es preciso distinguir la verdad de las apariencias y encontrar la verdadera razón de ciertos comportamientos, que pueden parecer inverosímiles. Debe resolverse, después del drama, en clave religiosa sumamente explícita. Todo ello baña en una luz maravillosa que Zviagintsev capta con su director de fotografía, Mikhail Krichman, capaz de recrear Rusia en el sur de Bélgica.

CUATRO MESES, TRES SEMANAS Y DOS DIAS DE CRISTIAN MUNGIU

El cine rumano sale de un largo letargo donde el pasado pesa como losa de plomo. Las evocaciones de la dictadura de Ceaucescu y sus consecuencias son siempre sombrías. Cristian Mungiu inicia con Cuatro meses, tres semanas y dos días una serie de películas bajo el título irónico de: Historias de la Edad de Oro. La acción se sitúa en Rumania en 1987. Ottila (Anamaria Marinca) y Gabita (Laura Vasiliu) comparten la misma habitación en una residencia universitaria. Gabita, embarazada, decide recurrir al aborto. Ottila está dispuesta a ayudarla y recurren a un individuo repugnante (Vlad Ivanov) que practica abortos tarifados según el tiempo de la concepción. El aborto deja en las jóvenes una terrible marca.
Una película sobre el aborto plantea siempre el problema de saber qué opción adopta el autor. De entrada Cristian Mungiu se limita a contar hechos que responden a la época. Insiste en que los jóvenes de esos años no se planteaban el aborto como problema moral, pues se había impuesto en las mentalidades y sólo se trataba de una cuestión penal. Hoy el aborto está legalizado en Rumania y tiene el porcentaje más elevado de Europa.
Desde el punto de vista estético el director consigue transmitir el ambiente de una época, dejando siempre en segundo plano las cuestiones políticas, y el tema central opta por el más sórdido realismo. Más tarde serán las manipulaciones abortivas, mostradas en toda su crudeza, para terminar con la eliminación del feto en el que apunta a película de horror. Todo indica que el cineasta, sin negar la libertad de opción, insiste sobre lo que el aborto representa. Después de ver la película no es posible trivializarlo. El debate está, sin embargo abierto, sobre el impacto que puede tener sobre las conciencias.

PALMARÉS CON CLAVE

La lista del Palmarés del 60 Festival requiere una lectura atenta para no perderse en la jungla de países y estilos. Cristian Mungiu, recibió la Palma de Oro de manos del Presidente del Jurado «en nombre de los cineastas venidos de pequeños países».
Se trata de distinguir obras e intérpretes menos conocidos, que pertenecen a las nuevas generaciones de la selección. El único nombre consagrado fue Gus Van Sant con el premio del 60 aniversario.
Ciertas películas favoritas de la crítica como la de Sokourov, la de Wang Kar Wai o la de los hermanos Coen, fueron ignoradas. Bajo esta óptica no hay ninguna sorpresa en que El bosque de Mogari recibiera el Gran Premio, que galardonaran por el guión a Fatih Akin (Auf der Anderen Seite), el de dirección para Julian Schnabel (Le scaphandre et le papillon), y que el premio del Jurado ax aequo fuera compartido por Carlos Reygadas y Marjana Satrapi y Vincent Paronnaud (Persepolis).
Los premios de interpretación iban también para actores aún no populares en Occidente; el ruso Konstantin Lavronenko por El destierro y la sur-coreana Jeon Do-yeon por Secret Sunshine.
Así termina un festival en el que las películas, salvo contadas excepciones, no pasaron de una honorable medianía, bien lejos de la calidad que hubiera sido deseable para celebrar dignamente el 60 aniversario del primer festival de cine del mundo.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

Newsletter

Suscríbete a nuestro Newsletter