Bernard Lecomte
Ed. Rialp. Madrid.
1992, 440 págs.
“Todo lo que ha pasado en Europa del Este en los últimos años, habría sido imposible sin el esfuerzo del Papa…”, señaló Mijail Gorbachov el año pasado. Esta frase dicha por el arquitecto de la perestroika remarca la portada de un libro escrito por un periodista e intelectual francés, Bernard Lecomte, colaborador de “L’Express” y especialista en asuntos soviéticos y de los países del Este europeo: Cómo el Papa venció al comunismo.
Publicado a fines de 91 en Francia, cuenta ya con una espléndida edición española salida de la imprenta hace unos cuantos meses. 390 páginas de texto, más anexos e índices onomasticos, constituyen una obra de enorme importancia para entender ese prodigio que mantiene sus repercusiones hasta nuestros días: el derrumbe del totalitarismo comunista en Europa Oriental, la cortina derruida que meses antes nadie -en sus cabales- hubiera vaticinado.
Bernard Lecomte, dueño de un profundo conocimiento de la realidad social, cultural, religiosa y política de esa parte de Europa, tan desconocida por la humanidad contemporánea, lleva al lector -mediante un estilo periodístico ameno y apasionante- por la intrincada vía de los sucesos que se dieron para que el gran oso moscovita cayera espectacularmente tras haber soltado, en plena caída, presas que tenía desde las postimerías de la segunda guerra mundial.
Sin caer en providencialismos místicos o milagreros, ni tampoco en planteamientos de politiquería ni maquiavélicos, Bernard Lacomte relata una serie de hechos objeticos que se han dado desde aquel 16 de octubre de 1978 a las 18:45 horas, en que la “fumata blanca”, alertó a miles de romanos en la Plaza de San Pedro, después de que el cardenal Pericle Felici anunciara al mundo entero: “Habemus Papam… Reverendissimum ac lllustrisimum Dominum Carolum Cardinalem Wojtyla”.
Como el Papa venció al comunismo reafirma la idea que Juan Pablo II ha sido Factor primordial en ese derribo de la ideologia marxista-stalinista-brezneviana aposentada durante varias décadas en aquella región del mundo.
La primera parte del libro constata cómo ese carismático sacerdote polones accedió, casi circunstancialmente (hablando a lo humano), al arzobispado de Cracovia y al papado. Juan Pablo II llegó a estar dónde debía estar cuando debía estar.
Si la acción papal no fue ni geoestratégica, ni guerrera o militar, ni tampoco circunstancial debemos concluir que esa acción papal fue espiritual.
El Papa desde Roma dotó de la fuerza espiritual que necesitaban a esos hombres y mujeres sojuzgados por un marxismo -que ni siquiera los supo deflnir en su calidad de personas- y conformantes de un orden social. Y esos hombres, gracias a esa fuerza espiritual, se rebelaron pacíficamente y con ello vencieron a un régimen acostumbrado a actuar con la fuerza material porque rechazaba la existencia misma del ámbito espiritual de la persona.