Medio milenio de evangelización
Carlos Alvear Acevedo
Narrativa
Colección Mexicana V Centenario. Ed. Fundice. México. 1992, 115 págs.
Carlos Alvear Acevedo
Narrativa
Colección Mexicana V Centenario. Ed. Fundice. México. 1992, 115 págs.
Somos muchas las generaciones que hemos estudiado la materia de historia en los libros de CarIos Alvear Acevedo. Personalmente, con el paso de los años, he ido valorando –cada vez más– su obra de investigación histórica, de destacado humanista mexicano, su labor periodística, de enseñanza, etcétera. Al caer en mis manos este libro, impresiona lo bien documentado de su obra y la extensa bibliografía consultada.
A menudo sucede que hay historiadores o humanistas a los que se lanza a la palestra con todo un montaje publicitario, como José Fuentes Mares, Enrique Krauze, y algunos otros autores de El Colegio de México. No dudo de su calidad y bien ganado prestigio. Pero siempre han existido en México humanistas y escritores valiosos que –por no pertenecer a un grupo– pasan poco advertidos en el marco cultural de nuestro país, como ha sido el caso de Emma Godoy, Rubéh Marín y tantos otros. Así sucede –a mi parecer– con Carlos Alvear Acevedo. Y es que cuando se busca honesta e infatigablemente la verdad, por encima de otros intereses personales e ideologías en boga, suele no gustara esas élites, y se les excluye con la indiferencia.
Esta obra se centra en la conquista espiritual de América: la situación de los indígenas; la encomienda de cristianizar; la admirable labor misional; el trabajo de evangelización, unido a una impresionante actividad cultural tanto en lo artístico, como en lo arquitectónico, en la urbanización de las nacientes ciudades, en lo lingüístico, y en general en todo el amplio campo de las humanidades.
Frente a las voces parciales y viscerales que se han levantado en torno al V Centenario, este interesante estudio del maestro Alvear Acevedo, mantiene un tono equilibrado y sereno, con un estilo ameno y una prosa cuidada.
Como aportación novedosa, destaca la acción de los laicos en la labor de la Evangelización (págs. 71-72). Reconoce el autor que, en general, en este campo no se puede negar que se produjeron desvíos y desaciertos, pero no por eso debe menospreciarse la imponente labor positiva de cuantos contribuyeron a esta gesta –grandiosa y sin precedentes–, iniciada desde el siglo XV, por cristianizar y culturizar a todo un nuevo continente.
Concluyo con estas líneas finales del autor: «En una palabra, y visto todo lo anterior, puede sostenerse, sin mengua de la verdad, y como reconocimiento a la obra ardua, heroica, persistente y visionaria de los auténticos misioneros que llevaron a cabo la evangelización, en las tierras que dependieron de la corona española, que la cultura, tanto como las costumbres, los ideales de vida –dignidad humana, aptitud para la fe y la salvación, igualdad esencial de los hombres, libre arbitrio, etcétera– así como las Instituciones, el derecho, el arte, la economía misma, la multiplicación de obras de promoción social, en lo que fue iniciador eminente Vasco de Quiroga, de asilos y hospitales diversos, fueron los sillares que hicieron posible la integración de las nuevas comunidades de indios, y a su vez de la sociedad novohispánica en general» (p.l07).
Sin duda, este libro es una de esas obras que, por su calidad, vale la pena leer y reflexionar con detenimiento.
A menudo sucede que hay historiadores o humanistas a los que se lanza a la palestra con todo un montaje publicitario, como José Fuentes Mares, Enrique Krauze, y algunos otros autores de El Colegio de México. No dudo de su calidad y bien ganado prestigio. Pero siempre han existido en México humanistas y escritores valiosos que –por no pertenecer a un grupo– pasan poco advertidos en el marco cultural de nuestro país, como ha sido el caso de Emma Godoy, Rubéh Marín y tantos otros. Así sucede –a mi parecer– con Carlos Alvear Acevedo. Y es que cuando se busca honesta e infatigablemente la verdad, por encima de otros intereses personales e ideologías en boga, suele no gustara esas élites, y se les excluye con la indiferencia.
Esta obra se centra en la conquista espiritual de América: la situación de los indígenas; la encomienda de cristianizar; la admirable labor misional; el trabajo de evangelización, unido a una impresionante actividad cultural tanto en lo artístico, como en lo arquitectónico, en la urbanización de las nacientes ciudades, en lo lingüístico, y en general en todo el amplio campo de las humanidades.
Frente a las voces parciales y viscerales que se han levantado en torno al V Centenario, este interesante estudio del maestro Alvear Acevedo, mantiene un tono equilibrado y sereno, con un estilo ameno y una prosa cuidada.
Como aportación novedosa, destaca la acción de los laicos en la labor de la Evangelización (págs. 71-72). Reconoce el autor que, en general, en este campo no se puede negar que se produjeron desvíos y desaciertos, pero no por eso debe menospreciarse la imponente labor positiva de cuantos contribuyeron a esta gesta –grandiosa y sin precedentes–, iniciada desde el siglo XV, por cristianizar y culturizar a todo un nuevo continente.
Concluyo con estas líneas finales del autor: «En una palabra, y visto todo lo anterior, puede sostenerse, sin mengua de la verdad, y como reconocimiento a la obra ardua, heroica, persistente y visionaria de los auténticos misioneros que llevaron a cabo la evangelización, en las tierras que dependieron de la corona española, que la cultura, tanto como las costumbres, los ideales de vida –dignidad humana, aptitud para la fe y la salvación, igualdad esencial de los hombres, libre arbitrio, etcétera– así como las Instituciones, el derecho, el arte, la economía misma, la multiplicación de obras de promoción social, en lo que fue iniciador eminente Vasco de Quiroga, de asilos y hospitales diversos, fueron los sillares que hicieron posible la integración de las nuevas comunidades de indios, y a su vez de la sociedad novohispánica en general» (p.l07).
Sin duda, este libro es una de esas obras que, por su calidad, vale la pena leer y reflexionar con detenimiento.