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La batalla de la precisión

El nuevo periodismo de precisión (New Precission Journalism) amenaza con invadir nuestras redacciones. Esta tendencia, que se basa en la aplicación al periodismo de los métodos de las ciencias sociales, causa furor en Estados Unidos y se va extendiendo al resto del mundo. Las diferencias de este nuevo periodismo de precisión con el anterior son pocas. Simplemente, estriban en el hecho de que el periodismo de precisión, que se empezó a practicar en los años sesenta, se limitaba a la realización y utilización de encuestas y sondeos de opinión, mientras que este nuevo periodismo incluye el acceso informático a los bancos de datos y ficheros públicos y privados para realizar estudios y llegar a unas determinadas conclusiones. Fruto de ello son por ejemplo, la comparación realizada en Carolina del Norte entre el fichero de los ciudadanos castigados por conducir bajo los efectos del alcohol y la lista de autobuses escolares, con el resultado aterrador de que cincuenta de estos profesionales del transporte habían sido multados por conducir ebrios.
El ejemplo más conocido del nuevo periodismo de precisión es el libro América: What Went Wrong, publicado previamente por Donald Barlett y James Steele en el.
– En este libro, los autores han comparado datos fiscales de los últimos setenta años para demostrar el permanente aumento de la presión fiscal sobre los estadounidenses. Sin embargo, en muchos países resulta difícil practicar este tipo de periodismo, ya que hay numerosos archivos y registros que todavía a no están informatizados y resulta difícil acceder a ellos por falta de normativa específica y por la existencia de una estricta ley de secretos oficiales.
La opinión de un experto
El profesor Robert L. Stevenson, de la Universidad de Carolina del Norte, es uno de los principales especialistas en este nuevo campo, favorecido por los avances de la informática, que permiten realizar con computadoras personales los trabajos que antes se hacían con grandes sistemas.
– Las prisas y el puro «noticierismo» impiden en muchas ocasiones realizar trabajos más profundos e ir a la raíz de los problemas.  ¿Cómo se enfrenta el nuevo periodismo de precisión con estos obstáculos?
El periodista tiene que simplificar. No puede explicar cuestiones muy complejas en sólo 1,500 ó 2,000 palabras. Creo que cada vez más periodistas, directores y empresarios comprenden que el nuevo periodismo de precisión es algo bueno. En lo que podrá amos llamar la primera generación e periodismo de precisión, el uso de encuestas y estadísticas está¡ plenamente establecido. La crítica que se podrá a hacer ahora sobre este tema es que se está convirtiendo en una obsesión.
En las últimas elecciones norteamericanas, el diario USA Today y la CNN realizaron encuestas de popularidad de los candidatos casi todos los días durante seis semanas. Creo que el principal problema se encuentra en hacer en- tender a los directores y empresarios la conveniencia de hacer un uso más generalizado de métodos realmente científicos en el periodismo. Los periodistas tienden a pedir respuestas fáciles y tajantes: ¿El presidente, sube o baja? ¿Cuál es la clave de la campaña electoral? La mayor parte de las veces se trata de preguntas triviales, cuando el verdadero poder de los periodistas se encuentra en su capacidad de dar explicaciones de lo que ocurre. En cierta medida, es bastante parecido a realizar investigaciones sociales. Si se hace un análisis concienzudo de unos datos, aunque no se incorpore la mayor parte de ellos en el producto final, uno se siente mucho más seguro de sus conclusiones, ya que, aunque no aparezcan se han tenido en cuenta muchos otros datos.
Así  pues, creo que en algunos casos, el periodista que utiliza los métodos de las ciencias sociales, aunque no incluye en su artículo los propios datos que ha estudiado, gana en confianza cuando saca conclusiones.

No discutir, sino contar
-¿Qué añade el nuevo periodismo de precisión a la profesión informativa? Creo que dos cosas. Por una parte, un conocimiento de base que permite al periodista hablar de ciencia en una forma más exacta y con conocimientos mucho mayores. Si un periodista entiende las estadísticas, los estudios, las hipótesis científicas, podrá entrevistar a un investigador médico, a un economista o a un sociólogo con un mayor nivel. Cuanto más sepa del tema, mayores serán las oportunidades que tenga. Además, el periodista puede evitar, de esta forma, errores tontos y preguntas estúpidas. Por otra parte, permite que la influencia de los políticos, los candidatos y otras fuentes interesadas sea menor sobre los periodistas, ya que es posible realizar estudios que determinen si, por ejemplo, los políticos cuentan con los apoyos de los que alardean entre los distintos grupos sociales. Podemos examinar bases de datos, registros y archivos públicos para estudiar numerosas cuestiones de interés.
-¿Es compatible esa labor de investigación y análisis de datos para elaborar conclusiones con el «objetivismo» que domina la prensa estadounidense? Por supuesto, porque el periodismo de precisión es ciencia y toda ciencia debe ser objetiva. Por ejemplo, los resultados de una encuesta son incontestables si está bien hecha. Además, en un estudio realizado recientemente se observaron importantes diferencias entre las respuestas dadas por informadores alemanes y por estadounidenses a la pregunta de qué valores orientaban su trabajo. Mientras que los alemanes – yo creo que esto se puede extrapolar a los europeos- afirmaban mayoritariamente que su trabajo era aportar un punto de vista, los estadounidenses señalaban que su misión era ser escépticos acerca de los acontecimientos y ser precisos al narrarlos. Lo que escribe un redactor de Estados Unidos lo revisan cuidadosamente dos o tres personas antes de ser publicado, y una de las cosas que se comprueba es si todo lo que dice está apoyado en una prueba, si el periodista está¡ siendo justo, si da las dos caras de la moneda… Este periodismo se encarga de contar lo que pasa, no de discutir un punto de vista. A la caza de las preguntas más importantes
-¿Cuál es el principal enemigo del periodismo de precisión? ¿Quizá la falta de tiempo?
Creo que la excesiva simplificación a la que tiende el periodismo en general. Todo se reduce a preguntas muy sencillas: . Lo peor es que, por ejemplo, no se puede contestar a estas preguntas de forma realista. Hay demasiadas razones a favor y en contra, demasiados condicionamientos. El mundo es mucho más complejo.
– Pero entonces, ¿Se trata de una actitud o una técnica? Es tanto una actitud como una técnica. Creo que es el escepticismo que acompaña al buen periodista. El escepticismo sobre la sabiduría compartida acerca del – Puede que lo sepa; pero puede que no, y esto es el buen periodismo. Se trata de combinar esta actitud con la capacidad técnica de contestar a estas preguntas que resultan muy interesantes.
-¿Cómo se enseña el nuevo periodismo de precisión? ¿Enseñan técnicas estadísticas a todos sus alumnos? Creo que tiene que haber una especialización en diversos grados. Nosotros damos a todos los estudiantes un poco de experiencia en estos temas en la clase de redacción básica. Uno de los artículos que tienen que escribir es un análisis de los resultados de una encuesta. También deben pasar una tarde haciendo entrevistas a sus amigos. Comparando estos resultados con los de una muestra representativa del Estado, nuestros alumnos se dan cuenta de la importancia de seleccionar bien la muestra y, al mismo tiempo, de lo pequeño que es en realidad el grupo en el que se mueven. Además de esto; también disponemos de una asignatura optativa, en la que se enseña de forma intensiva a utilizar estas técnicas. De esta forma, los alumnos que lo desean se gradúan con unos conocimientos específicos en esta materia.
– El periodismo de precisión tiene una gran importancia en los períodos electorales. ¿Cree que la influencia de los medios de comunicación sobre la sociedad es tan grande como se piensa? Aunque los medios de comunicación tuvieran muy poco ascendiente por sí  mismos, esto contrastaría con la gran influencia que tienen en la práctica. En la mayoría de las elecciones, el ganador sale elegido con diferencias de uno o dos por ciento. Es relevante el hecho de que la divulgación de los primeros resultados electorales de la costa Este de Estados Unidos antes de que cierren los colegios electorales de la costa Oeste, aumente las diferencias en uno o dos puntos en favor del ganador. Creo que el poder de los medios de comunicación es mucho más importante en un grupo de gente que tiene, de alguna manera, una gran influencia en la política. En este sentido, los sondeos de opinión pública son demasiado democráticos, porque la opinión de todo el mundo cuenta lo mismo. La democracia debería reconocer que hay unas opiniones más cualificadas que otras, pero creo que una pequeña influencia de la prensa puede tener un gran impacto en el sistema político. Resulta difícil imaginar de qué manera podrá amos cuantificar todas estas cosas, porque es como preguntarle al pez qué tal se vive en el agua, cuando no tiene nada con qué compararla. Me gustará a creer en todas esas teoría que hablan de unos medios de comunicación poderosos, pero resulta muy difícil, en la práctica, encontrar pruebas concluyentes del poder de los medios.
Invertir tiempo para entender el mundo

– Usted ha dedicado parte de su carrera a estudiar la información sobre países del Tercer Mundo. ¿Cuáles fueron las principales conclusiones que sacó de este período? ¿No cree que el tratamiento informativo de esas naciones está guiado, en ocasiones, por la moda?
Durante unos años me dediqué al Tercer Mundo. En realidad, hacía periodismo de precisión, porque me dedicaba a comprobar las quejas que recibíamos sobre la cobertura informativa de la actualidad en estos países. En general, todo el mundo se queja de lo el mismo. Ningún grupo está contento del tratamiento que recibe en los medios de comunicación. Nadie se queja nunca de que los medios están demasiado a su favor.
Llegamos a la conclusión de que la cobertura de estos países tendía a la superficialidad ya ser muy episódica. En el fondo hay que reconocer también que el periodismo tiene unos límites profundos. La gente de Estados Unidos no conoce ni entiende, por ejemplo, la historia de los Balcanes. Por consiguiente, no podrá entender la complejidad de los conflictos entre serbios, croatas, bosnios y musulmanes. No creo que el periodismo pueda mejorar la educación de forma eficaz si los, colegios no lo hacen bien. Si alguien está dispuesto a invertir el tiempo necesario para entender el mundo, toda la información está disponible. Dedicando, diez minutos al día a ver las noticias en televisión, es imposible entender toda esa complejidad. No sé cuánto tiempo hace falta, pero se puede acudir a las fuentes especializadas como la cadena de televisión C-SPAN, que se dedica a transmitir comparecencias políticas, ruedas de prensa y actos oficiales, y otras. La cobertura del Tercer Mundo no es buena, pero tampoco lo es la del primero.
Hace diez o doce años toda la gente hablaba de las necesidades de desarrollo de estas naciones. Se trataba de que los medios de comunicación colaboraran con las tareas de apoyo. Ahora ya nadie habla de este tema. Lo que sucede con el periodismo occidental se parece a lo que se suele afirmar sobre la democracia y el sistema capitalista: es el peor de los periodismos exceptuando todas los demás. Actualmente, la cuestión se centra en encontrar el límite entre lo que los periódicos pueden decir y lo que el gobierno no puede permitir que digan. En Europa, los gobiernos imponen restricciones que en Estados Unidos consideraríamos inaceptables. Yo creo en mis colegas, y creo que hacen peor periodismo porque tienen peores gobiernos. Hay muchas personas que intentan ayudar a los periodistas del Tercer Mundo y a las democracias emergentes del Este de Europa para que demuestren que también allá  se puede establecer un periodismo independiente, profesional, de calidad, que incluya al periodismo de precisión. No me gusta utilizar el argumento imperialista de que deberían acercarse al modelo de periodismo de Occidente, pero no se me ocurre ningún otro. Con la colaboración de Esteban López-Escobar. Revista Nuestro Tiempo, Pamplona. Julio-agosto, 1993.
PERSIGUIENDO LA VERDAD
Donald Barlett y James Steele, dos veteranos periodistas del diario Philadelphia Inquirer, intuían que, en ( pocos años, el poder político de Washington y los financieros de Wall Street habían terminado con «el sueño americano». Para sustentar esto, sólo disponían de algunos datos relativos a la pérdida del poder adquisitivo de las clases medias, que durante decenios protagonizaron las historias de prosperidad que han configurado este «sueño». También contaban con una amplia información de aventuras bursátiles de compraventa especulativa de empresas a cargo de «tiburones» financieros, que dieron al traste con un buen número de compañías… y más puestos de trabajo. La dirección del periódico les apoyó en su empeño y Barlett y Steele quedaron liberados durante dos años de toda labor ajena a lo que se traían entre manos. Durante ese tiempo, los redactores del Philadelphia Inquirer examinaron más de 100 mil documentos y se entrevistaron con varias decenas de personalidades de los Ámbitos económico, político; financiero y sindical de Estados Unidos. El resultado de sus investigaciones fue la publicación de una serie de nueve artículos de gran extensión en los que los autores demostraron que, como pensaban, las leyes firmadas por los políticos en los años setenta y ochenta beneficiaron a los más ricos, a expensas de clases medias que ahora tienen sueldos más bajos que antes y que todos los días temen por la permanencia de sus puestos de trabajo. Todo está perfectamente detallado y justificado por el tratamiento de los datos, al alcance cualquiera, que han podido manejar Barlett y Steele. Ninguna de sus informaciones requirió de presiones, robos ni demás técnicas poco éticas que suelen servir periodismo de investigación. Su trabajo fue galardonado en 1992 con el Pulitzer de periodismo, y ha sido publicado en un volumen con el título América: What Went (¿Qué ha pasado con América?), que se ha convertido en un best-seller. El libro comienza con una gráfica formativa – técnica excelentemente utilizada en los capítulos- que ilustra un dato que sirve de base para el resto del trabajo: en 1959, el 4 por ciento de norteamericanos con rentas más altas ganaba lo mismo que el 35 por Ciento de la población con menos poder adquisitivo. Ese mismo porcentaje de las personas mayores ingresos ganó en 1989 lo mismo que el 51 ciento de la franja baja de las rentas económicas. Barlett y Steele demuestran que vale más un buen trabajo en profundidad que mil noticias del día a día.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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