Escuchar, leer, ver, comprender, son verbos que se diluyen poco a poco porque los medios de comunicación piensan cada vez menos en las personas como lectores, radioescuchas o espectadores y más como consumidores.
Y no es precisamente que todos los medios sean desalmados y pretendan abiertamente acabar con la natural capacidad de raciocinio, lo que ocurre es que al igual que los ciudadanos comunes, han caído en el mercantilismo descarnado y al igual que los ciudadanos comunes están perdiendo el sentido común. Lo que no deja poder, dinero o influencia, no sirve.
Los medios se han convertido en simples envoltorios de la publicidad que los sostiene. Antes, el anunciante analizaba si un periódico, revista o programa de televisión era el medio adecuado para comunicarse con sus posibles clientes, ahora surgen diariamente programas, revistas y periódicos -no necesariamente malos-, cuya principal finalidad es atraer anunciantes, el contenido o el mensaje pasan a segundo término, son el gancho, y el público es sólo el pez atrapado al final de la cadena.
Casi todo lo que necesariamente ha de ser vendido o comprado, mercadeado, necesita presentarse con recursos cada vez más novedosos; lo que sea, pero que atrape. Sólo así se entiende tanta basura, tanto mal gusto, tanta falsedad.
Pero resulta que no hay una Procuraduría del Consumidor que defienda al público de los medios. Una labor así de parte de las instituciones oficiales es muy difícil porque se le acusaría de censura, los propios medios no pueden ser juez y parte, de manera que lo único que queda es la sociedad.
Un columnista de la revista Expansión sugería hace poco, formar un comité integrado por periodistas independientes y prestigiados, electo por el propio gremio, que hiciera notar los excesos, desviaciones y manipulaciones en que incurre el periodismo mexicano.
Quizá esa iniciativa puede unirse con el ejemplo de lo que, de acuerdo al periodista italiano Alberto Michellini, está surgiendo en su país: un comité formado por personas prestigiadas de diversos ámbitos y con representantes de asociaciones de padres de familia que analicen, denuncien y pugnen porque los medios de comunicación se limpien de basura.
Un pequeño ejemplo como muestra: encuestas realizadas en Suecia han demostrado que el 40% de los niños de 6 a 10 años cree que el ser humano muere exclusivamente víctima de asesinato u homicidio. Esta es la clase de sabiduría que nuestros medios están inculcando.