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Muy competentes, poco confiables

Son cada vez más comunes los problemas –a nivel de escándalo mundial– por la falta de ética en empresas grandes y pequeñas, corporaciones internacionales y gobiernos, en todas las regiones del orbe, sin excepción. Casos de fraude, uso de información privilegiada, competencia desleal, abuso de fuerzas de poder económico…
Los problemas se inician, a veces, como simples diferencias de negociación y llegan a pugnas de intereses y hasta bloqueos y guerras. Se ha encontrado, casi siempre, que detrás de todo ello se buscan ventajas o privilegios ilegítimos, personales o de grupo, a costa de terceros o del bien común. Podríamos afirmar que la crisis actual más que económica, política o financiera es una crisis de finalidad.
A mediados de la década pasada, la comunidad de los negocios en Estados Unidos hizo un reclamo que recogió Derek Bock, Dean de la Universidad de Harvard. Pedían más ética, impartida como asignatura básica en las escuelas de negocios.
Los egresados trabajaban con verdadera sagacidad, dominio técnico y visión. Sin embargo, eran cada vez mayores los casos de profesionistas con poca lealtad y compañerismo, ambición desmedida, violación del secreto profesional, individualismo extremo y uso frecuente de prácticas desleales: se formaba a personas muy competentes pero poco confiables.
John McArthur, Dean de la Harvard Business School, gestionó de inmediato 30 millones de dólares para establecer cátedras de ética, para el MBA. Las escuelas de negocios están volviendo a dar importancia a los aspectos morales en la empresa. Ciertos gobiernos reducen multas a quienes demuestran el establecimiento de programas de formación ética para sus ejecutivos. Grandes problemas actuales están estrechamente relacionados con el comportamiento moral de los empresarios.
Iguales responsabilidades, mejores resultados
Importantes responsabilidades pesan sobre los empresarios, ya que de sus decisiones dependen económicamente gran número de personas de manera directa o indirecta.
Las responsabilidades genéricas que tienen los directores de las empresas son:
1. Producir bienes y servicios que satisfagan las necesidades del medio socioeconómico.
2. Generar valor económico suficiente.
3. Cumplir de modo equilibrado y razonable todos los compromisos económicos que la empresa ha adquirido. Trabajadores: salario; empleados: sueldo; clientes: servicio, calidad y precio; proveedores: pagar a tiempo y a precios razonables; acreedores: intereses y pago del adeudo; inversionistas: utilidades; directores: participación; gobierno: impuestos.
4. Proporcionar el desarrollo de las capacidades de sus empleados, como comunidad humana de trabajo (responsabilidades, habilidades, creatividad). Relaciones productivas pero también cordiales.
5. Generar su propia continuidad para garantizar su permanencia en el mercado.
6. Crecer y expandirse de modo que un mayor número de personas puedan también trabajar.
7. Cuidar que los efectos indirectos de su empresa no afecten negativamente a la sociedad, principalmente en dos renglones: el ambiente y las condiciones del mercado y la competencia.
Las responsabilidades son las mismas siempre, pero los resultados deben mejorar.

Vender daño

Los fines de la empresa no sólo se cumplen insuficientemente sino que, incluso, se aprecia un deterioro en muchos de ellos. Algunos ejemplos: se venden productos o servicios económicamente demandados pero que dañan a la población (pornografía, droga, imágenes violentas, armas…;en muchos países ya no se genera suficiente valor económico agregado; el punto anterior propicia desempleo regional y mundial; en algunas empresas, las relaciones de trabajo y ambiente son un verdadero infierno, ¿quiénes deben evitarlo sino dueños y directores?, ¿hay alguien más capaz de corregir su propia empresa?; se aprecia nueva concentración de riqueza por un lado y grandes contingentes de pobreza por el otro…
A diferencia de la contaminación ambiental, se aprecia aún insensibilidad respecto al impacto secundario negativo de la acción de las empresas en el mercado. Unos ejemplos:
1. Manejo de información privilegiada. A pesar de que existen códigos de ética para las transacciones en el mercado de capitales, algunas personas influyen en el manejo de la información del mercado de capitales de renta variable, y obtienen un provecho ilegítimo. Principalmente en países latinoamericanos, donde los mercados de capitales son aún jóvenes, pequeños, y hay un desconocimiento general, más que en los mercados maduros, de que se dé un mal uso a la información privilegiada, sin que exista una acción reguladora real y eficaz, con fuerza jurídica y práctica que lo evite.
2. Fuerzas de negociación en alianzas estratégicas. En todo el mundo se llevan a cabo alianzas estratégicas, donde cada quien aporta sus fuerzas y negocia en consecuencia los beneficios esperados. Un juego en el que se procura que todos ganen. Sin embargo, conozco tres casos recientes, en que el procedimiento de negociación, por parte de empresas extranjeras, consistió en una amenaza velada de aniquilarlas si no aceptaban la asociación en los términos propuestos. Las empresas extranjeras hacían ver que poseían mayor tamaño y fuerza financiera y tecnológica. Pedían mayoría en el capital de la empresa mexicana. En ninguno de los tres casos ofrecieron pagar su compra de acciones, sino con base en utilidades futuras. En un caso particular, el extranjero llegó al extremo de pedir 60% y no pagar nada a cambio, permitiendo sólo al mexicano conservar un 40% de las acciones de su propia empresa. De otro modo, el extranjero establecería una empresa más fuerte con el objetivo principal de quitarle clientes al mexicano.
¿Por qué planteo estos ejemplos? ¿El desempleo en grandes regiones del orbe no es acaso un fenómeno económico, de modo que su solución está en las políticas económicas de cada país y no en los empresarios? ¿Deben admitirse estas miserias pasiva y pacientemente como un costo temporal de la apertura comercial y privatización de las economías, hacia una reconversión productiva y mayores estándares de productividad?
Me atrevo a afirmar que la mayoría de los problemas económicos y operativos, tienen una causa más profunda de carácter ético: grandes contingentes de empresarios y gobiernos desconocen o han olvidado los principios ordenadores de la sociedad que rigen las comunidades humanas, desde las muy pequeñas, como una empresa, hasta pueblos, regiones, naciones y el mundo entero, y que tienen prioridad sobre las reglas económicas. Más aún, las reglas económicas deben apoyar su cumplimiento.
El carácter eminentemente social de las actividades económicas, se deriva, por naturaleza, de que el hombre requiere necesariamente de los demás. Para que realice su trabajo, la comunidad debe ser capaz de proporcionarle, en el orden ético, las condiciones mínimas de convivencia.
Principios ordenadores
Cabe aclarar que estos principios son condición propiciatoria, mas no suficiente, para que la condición humana mejore. Si fallan, se confina a contingentes humanos a la miseria física o moral.
Los más importantes principios éticos universales de orden social son: respeto a la dignidad humana, libertad, respeto a la autoridad legítima, justicia, bien común, subsidiaridad y solidaridad.
* Respeto a la dignidad humana, es el primero y más importante. Cualquier hombre posee siempre el derecho de recibir de la sociedad en que vive, apoyos mínimos necesarios para desarrollar sus tareas vitales –físicas (sustento y salud), como de desarrollo personal y profesional–, así como a la honra y prestigio. Todos debemos hacer algo al respecto, pero corresponde más directamente a empresarios y autoridades otorgar empleo, ambiente digno y oportunidades de superación.
* Libertad, consiste en permitir al individuo el ejercicio de la capacidad innata para elegir su propio proyecto de vida, recibir un apoyo mínimo de la sociedad para autodeterminarse y, después, comprometerse responsablemente ante lo decidido. La educación abre horizontes de libertad y la voluntad se perfecciona, principalmente, en el trabajo.
* Respeto a la autoridad legítima, es la facultad que posee un gobierno legítimamente constituido para exigir que se cumpla la ley y se guarde el orden dentro de los límites de lo justo; y obliga a quienes están bajo la jurisdicción de determinada autoridad a acatar las órdenes justas y prudentes.
* Justicia: dar a cada quien lo suyo. Tiene tres formas principales: conmutativa o reparadora (regula relaciones entre individuos;distributiva o asignadora (proporción en que deben distribuirse los bienes y cargas de una comunidad), se realiza a través de la autoridad; legal (regula las leyes por las cuales rige un Estado, tomando a la sociedad entera en su conjunto).
* Bien común es el auxilio prestado a los miembros y sociedades menores integrantes de la sociedad para la realización de sus tareas esenciales, como consecuencia de su respectiva cooperación en actividades sociales.
* Subsidiaridad se refiere a dar tanta libertad como sea posible e implantar sólo el control necesario. Mediante este principio se otorga la mayor autonomía posible a autoridades menores y se descentraliza el poder social en favor de autoridades menores. También exige que la persona u organismo más débil haga el esfuerzo de superación hasta donde alcance, y la entidad mayor haga el esfuerzo complementario. Este principio está en contra de la indiferencia ante los males que aquejan al más débil o pobre, y en el otro extremo, contra del paternalismo político y económico que sustituye y desplaza la acción que otros pueden ejercer.
* Solidaridad es la responsabilidad común y compartida. Cada quien responde a un esfuerzo común de superación comunitaria. Se apela al sentido de responsabilidad libre de cada individuo e institución y no a una fuerza externa de coacción. Exige ir más allá del estricto límite de lo justo. Escudriña el horizonte de las responsabilidades –personales y de grupo– para evitar situaciones de degradación humana. No se refiere únicamente a no causar directa o indirectamente males sociales, sino a no ignorarlos o permitirlos. Tomar acción inmediata de corrección y denuncia.
Cínicos, derrotistas, ignorantes
La aceptación de estos principios ha sido causa de polémica (por ejemplo, el comunismo realzaba la justicia; el capitalismo, la libertad). Los principales errores son oponerlos entre sí o aceptar uno y no otro. Entre quienes no los reconocen están:
* Los cínicos: sacan ventaja personal de situaciones ilegítimas, amparándose en que otros también lo hacen.
* Los depredadores económicos: propician o permiten situaciones injustas o de ventaja ilegítima contra el bien común. Buscan empresas y mercados vulnerables. Actúan con prepotencia. El fin justifica sus medios.
* Los envenenados con ideologías radicales o rencores: sólo admiten el uso de la violencia para dirimir cuestiones injustas, sin medir consecuencias.
* Los derrotistas de mentalidad envejecida: no participan en una cruzada ética por considerarla pérdida de tiempo y esfuerzo.
* Los ignorantes e indiferentes: no saben de la existencia de estos principios y esa ignorancia les lleva a mantenerse al margen de las injusticias, pues consideran que nos les corresponde corregirlas. En esta posición están muchos empresarios en el mundo.
Tanto daña quien actúa con dolo, como quien comete errores por ignorancia culpable.
El respeto a la dignidad humana convierte en deber de justicia para los empresarios, el anteponer el bien de sus trabajadores al aumento de utilidades, cuando esta disyuntiva se presenta. Tienen la obligación moral de no mantener capitales improductivos y, en las inversiones, mirar ante todo al bien común. Buscar prioritariamente la consolidación o creación de nuevos puestos de trabajo para la producción de bienes y servicios realmente útiles.
Actualmente se da primacía a las estructuras y a la organización técnica sobre la persona y sobre la exigencia de su dignidad. Es necesario cambiar esas estructuras o situaciones injustas. Por ejemplo, en muchos países el costo de los recursos financieros, en términos reales, es desorbitado. El crédito a la actividad productiva cuesta 30 puntos porcentuales anuales arriba de la inflación. Esto provoca el cierre de fuentes productivas y por consiguiente el aumento de desempleo.
Directrices para la acción
a) No admitir la pasividad culpable en materia de justicia y deterioro social. Los empresarios no pueden admitir la obstaculización a la creación de empleos productivos, deterioro ambiental, competencia desleal o aprovechamiento ilegítimo de ventajas económicas. El primer paso será no mantenerse al margen.
b) Acceso a la cultura y educación. Para promover el bien común se requiere educar a la población en dos sentidos:
b.1. Eliminar el analfabetismo y capacitar para el trabajo: pueblos con una cultura orientada al trabajo, pues éste exalta y perfecciona las potencias creadoras del hombre. Los empresarios tienen mucho que aportar, buscando un mayor vínculo entre escuela y empresa.
b.2. Difusión en todos los niveles educativos de los principios ordenadores de la sociedad. Conviene la elaboración de un código ético universal, con base en principios más que en acciones concretas. Deben ejemplificarse posibles transgresiones y enriquecerse con casos ilustrativos. Existe en el medio de los negocios una falsa prudencia que impide exhibir casos de falta de ética en las relaciones de negocios y estructuras injustas, con todas sus consecuencias. La verdad en este campo es necesaria –sin afán destructivo– para disuadir de este tipo de situaciones. Complementariamente, proveer estos cursos a empresarios en funciones para que conozcan la normatividad social ética de sus relaciones de negocios, que van más allá de aspectos jurídicos. La ética social supera los límites del derecho positivo.
c) Vía del diálogo, acuerdo y arbitraje. Entablar una lucha noble y razonable en favor de la justicia y solidaridad social. Los empresarios habrán de promover y fortalecer organismos de diálogo, acuerdo y arbitraje para problemas que atenten al bien común; apoyarlos con recursos económicos y relaciones para que sean reconocidos y respetados.
Implica la participación orientada a promover el bien común nacional e internacionalmente, y no sólo defender intereses individuales o corporativos.
d) Vía de la denuncia, reforma, boicot y resistencia pasiva. Determinadas situaciones de grave injusticia requieren el coraje de reformas profundas y la supresión de privilegios injustificables. El proceso de impartición de justicia es lento, y las estructuras de operación se resisten al cambio, a pesar de la necesidad, principalmente cuando la materia juzgada trasciende fronteras o toca intereses importantes. En estos casos, después de agotar la vía del diálogo y resistirse al arbitraje, es preciso denunciar y promover la resistencia pasiva contra aquellos que no aceptan y transgreden el código ético de los negocios.
Directores de empresa y gobernantes, debido a su autoridad, son responsables de propiciar los principios ordenadores de la sociedad en las empresas y en las relaciones económicas, políticas y sociales.
En cuanto a individuos, todos tenemos el deber de cumplir los principios éticos personales, provenientes de una ley moral objetiva derivada de la naturaleza humana y los dictados de la propia conciencia bien formada, que aplica a cada circunstancia particular esa ley.
Esto se facilita cuando cada quien descubre que la naturaleza humana le exige un sentido trascendental de misión. Que su vida y trabajo están orientados más a servir a los demás que a su propio provecho. A más alto cargo e influencia económica o política, mayor responsabilidad de velar por el bien no sólo de su empresa sino de la comunidad y humanidad enteras.
Claramente se concluye la necesidad de respaldo en una legislación fuerte y comprometida con el bien común, y medidas eficaces para hacerlas cumplir. Sin embargo se ha visto que las leyes más perfectas quedan sin cumplimiento si no existe la voluntad de acatarlas.
Difícilmente pueden vivirse los principios ordenadores de la sociedad, sin su correspondencia con unos principios éticos personales. Es una tortura mental vivir en contra de los dictados de la conciencia.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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