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Ángeles en Nueva York

La Estatua de la Libertad, símbolo por excelencia de los Estados Unidos, es testigo de la llegada de miles de extranjeros. Ahora no se trata de inmigrantes en busca de sueños, son turistas con ansia de sorpresas. Y éstas parecen no terminar en la ciudad de Nueva York, donde todo asombra; gente, arquitectura, artes, comida, idiomas. La mirada no se acostumbra al constante deslumbramiento de este lugar único. Aquí, donde todo puede suceder, cobra fuerza un nuevo fenómeno que recorre el país entero: la llegada de los ángeles.
Es fácil descubrirlos; nos miran desde la portada de un libro, nos cuestionan encerrados en los aparadores de las tiendas, y sonríen en los estampados de todo tipo de prendas de vestir. A pesar de sus diferentes representaciones, los ángeles de Nueva York comparten un elemento común: el asombro.
Asombrados por su creciente fama; por compartir vitrinas con Mickey Mouse y Marilyn Monroe; por tanto escuchar a sedicentes expertos atribuirles cualidades que jamás han tenido ni imaginado; y por sentir su esencia espiritual convertida en papel, tela, cerámica, cera y oro. El misterio ángelical ha sido una intriga desde hace muchos siglos. Los profetas soñaron con ángeles, los místicos les vieron, los santos han hablado con ellos, y los fieles continúan acudiendo a su protección. La pintura cuenta con representaciones magníficas de estos seres alados; Fray Angélico, Miguel Ángel, Rafael, El Greco, Rubens, Rembrandt, Chagal, y VanGogh, por mencionar algunos, crearon imágenes que aún conmueven y deleitan.
Los ángeles ocupan también espacios selectos de la literatura, la arquitectura, la filosofía y, obviamente, la religión. La Historia Sagrada los menciona con frecuencia y están presentes en momentos clave de la vida de Jesucristo, desde la Anunciación hasta su Ascención al Cielo. En el mundo cristiano, los ángeles nunca faltan en una casa y su condición de seres celestiales les ha conquistado un sitio de honor en las devociones populares. Tradicionalmente, los ángeles representan los más altos ideales de la humanidad: belleza, gracia, sabiduría, fuerza, misericordia, paz, inocencia, esperanza y protección. Su presencia, por lo tanto, no debería extrañarnos.
¿RENACIMIENTO ESPIRITUAL?
Lo que extraña de verdad es el peculiar culto que se ha desarrollado recientemente hacia los ángeles. Nueva York es una muestra clara de ello. En una revista femenina, hay artículos que llaman la atención: “Cómo comunicarte con tu ángel”, y, algunas páginas después, “Cinco tips infalibles para reconquistar al hombre que amas”. En Tower Records, justo en la planta baja de la célebre Trump Tower, se puede escuchar el más reciente éxito de R.E.M. y, con sólo apretar un botón, la música original de “In Search of Angels”, un programa que cautivó la atención de un gran número de televidentes. Carlos Santana, legendaria figura del Rock and Roll, asegura que siente la presencia de los ángeles en cada uno de sus conciertos y los amantes del buen cine aún comentan las peripecias de los personajes de Wim Winders en sus más recientes producciones: ángeles empeñados en convertirse en humanos.
Como manifestaciones artísticas no hay inconveniente. La música es efectivamente celestial, los libros y pósters son obras de arte y “Las alas del deseo” es una extraordinaria cinta que vale la pena ver una y otra vez. Pero la dificultad está en distinguir entre el show bussiness y el culto pagano, entre los auténticos testimonios y la más pura charlatanería, entre la inquietud espiritual y las mañas de la mercadotecnia.
En un centro cultural neoyorquino se anuncia con bombo y platillo una conferencia magistral: “Sanación angelical: trabajando con tus ángeles para sanar tu vida. Una tarde con la autora de best sellers Eileen Elias Freeman”. Recorramos con cautela la invitación a este singular evento:
“Hace ocho años, Eileen Freeman escuchó con horror y pasmo, mientras su médico le informaba que tenía cáncer. Le pidió a Dios que le enviara un milagro. Y Dios lo hizo.
“En este curso usted aprenderá: Las formas en que Dios envía ángeles a nuestra vida para enseñarnos cómo sanar nuestro espíritu. La importancia del perdón, que prepara el terreno para la sanación. Cómo los ángeles se unen a nosotros cuando rezamos, ¡y mucho más! Eileen compartirá con usted sus propias experiencias y las de otros, contenidas en su reciente éxito editorial, ‘Sanación Angelical’.
“Eileen Freeman es la directora de ‘The angel watch foundation’. Recientemente apareció en la televisión en los especiales ‘Ángeles: los misteriosos mensajeros’. Es autora de ‘Tocada por los ángeles’ y ‘El pequeño libro de instrucciones sobre los ángeles’.
Por sólo 39 dólares usted puede ser parte de esta experiencia única “.
La única modificación al texto original, además de una muy libre traducción, es el subrayado de la última frase. Y, sin descartar la posibilidad de que Eileen esté realmente tocada (por los ángeles claro), surge inevitablemente la pregunta: ¿Renacimiento espiritual? Cuando la fe cuesta, cuesta trabajo creer en la fe.

RELIGIÓN A LA MEDIDA

Sectores optimistas se muestran entusiasmados por la atención que han acaparado los ángeles. Ven en ella un regreso a la religión de la sociedad estadounidense. Sin embargo, es evidente que en el país vecino, el reino de lo mundano, el ansia de sustento espiritual conduce a la insaciable búsqueda de teorías, aficiones, “ciencias”, e incluso deportes con pretensiones de trascendencia. La proliferación de sectas denota una clara intención de fabricar religiones al gusto del consumidor. La terrible jaqueca, resultado del vacío existencial, pretende aliviarse con la aspirina de la religión a la medida.
Las calamidades en un contexto seudo-religioso se repiten con frecuencia en los Estados Unidos; la tragedia de Waco, Texas, es el recuerdo más reciente. Los medios de comunicación están llenos de pastores con poderes de sanación, adivinos, astrólogos, y expertos en quiromancia. Las filosofías orientales, el regreso a la naturaleza, la fusión con el cosmos, y deportes como el karate, adquieren matices religiosos. Los fanáticos de la comida macrobiótica y hasta los ex-fumadores, integran asociaciones que establecen decálogos, definen las virtudes y hasta innovan en materia de pecados. Si lo duda, atrévase a encender un cigarro en un non smoking mall o afirme que la carne roja es un deleite. En estos grupos usted será pecador y, además, blasfemo.
Lo cierto es que la fama de los ángeles en Nueva York no es distinta a la que en México han adquirido los Caballeros del Zodíaco. Una profusa difusión de mensajes en torno a los ángeles; astutos businessmen que ven en ellos productos comercializables y, sobre todo, una intempestiva incursión en los poderosos medios de comunicación, configuran lo que algunos sociólogos denominarían “una moda pasajera”.
La razón es simple: los ángeles, despojados de su esencia espiritual, están reducidos a productos y, como tales, desaparecerán en cuanto la gran masa consumista se haya hastiado de ellos.
En los Estados Unidos es frecuente constatar los intentos por humanizar lo divino, y la peculiar mezcla de la fantasía con lo sobrenatural. Estas tendencias son especialmente preocupantes en el terreno religioso. Navidad ha quedado reducida a Santa Claus; Pascua al Easter rabbit; y la festividad de San Patricio, a un furibundo enanito vestido de verde. Ese es el riesgo que corren los ángeles: una vez despojados de su carácter espiritual, están a merced del marketing. Si no se habla de ellos con una clara referencia doctrinal, muy pronto los veremos cabalgando en unicornios y perseguidos por el temible Azrael, pesadilla de los Pitufos.
DULCE COMPAÑÍA
Acercarnos de verdad a los ángeles, no será posible solamente con conferencias de 39 dólares, “T” shirts con el lema “Todo se lo debo a mi ángel” o, con todo respeto, el testimonio de Santana. Eso es querer acercar a los ángeles a nosotros, dándoles textura, forma, color y lenguaje. Este afán de ajustar lo espiritual a lo perceptible por los sentidos, es una prueba más de la vanagloria humana. Los ángeles son seres espirituales, inteligencias puras, y considerarlos como tales, nos permitirá acudir a ellos. Además, pertenecen por naturaleza al terreno religioso y, dentro del catolicismo, a los misterios de nuestra fe. Estamparlos en fibras sintéticas o dibujarlos en platos de sopa, puede ser un bonito detalle, e incluso un recordatorio, pero por sí mismo dista mucho de ser una devoción que corresponda a nuestro anhelo de infinito.
La fama de los ángeles tiene sus riesgos pero es una magnífica oportunidad para que, con claros sustentos doctrinales, se fomente el culto a estos dulces seres creados por Dios y servidores de los hombres. Ahora es el momento oportuno para que, rebasando lo anecdótico, tomemos conciencia de su presencia en nuestras vidas y les prestemos la atención que quizás les hemos negado. Hoy podemos rezar con nuestros hijos aquella clásica plegaria que aprendimos de nuestros padres: “Ángel de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes sólo, que me perdería. Ayúdame a ser fuerte y a vivir con alegría”. Y nosotros, a pesar del peso de la adultez, podemos recobrar la confianza en los ángeles, acudir a ellos con frecuencia y ser auténticos testigos de su presencia en nuestras vidas. Para acercarnos a ellos, no necesitamos formularios de revista, ni música de New age; sólo hace falta la devoción de quien ama a Dios y confía en sus creaturas.
En Nueva York, los ojos de un ángel se toparon con los míos. Era un querubín atrapado en una taza de café, que esperaba a ser comprada. No pude evitar pensar que aquel rostro rubicundo, cansado del encierro, se preguntaba “alas, para qué os quiero”. Estemos atentos contra quienes han salido a capturar ángeles para venderlos al mejor postor. Lo que es del espíritu, no se compra ni se vende: se conquista.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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