Territorio comanche
Arturo Pérez-Reverte
Narrativa
Seix Barral. México. 1994, 141 págs.
Arturo Pérez-Reverte
Narrativa
Seix Barral. México. 1994, 141 págs.
La guerra, cualquiera que sea, es el hilo conductor de este libro. El dónde, el porqué y el quién son solo un pretexto para que Pérez-Reverte nos cuente no una sino varias anécdotas en el campo de batalla. La visión del libro no es la del soldado resentido ni la del político apolillado, es, simplemente, el ir y venir de una vocación: corresponsal de guerra. Márquez en representación del género está enamorado de la guerra y no podría vivir sin ella.
El relato como el autor subtitula su libro, nos presenta hechos, hechos y más hechos, llenos de precisión y humor, características que solo puede encontrar en la guerra quien la ha vivido en carne propia. Son los recuerdos de dos compañeros que han pisado tantos muertos como países en conflicto. Las imágenes se repiten, y entre más crudas son para el lector, más indiferentes para los protagonistas, para quienes su mayor preocupación es que la noticia se cubra a tiempo. En medio de bombas y muertos, lo primero es llegar a tiempo para la transmisión del noticiero. El autor no escribe un alegato sobre la burocracia política e informativa, pero sí reclama su inutilidad y egoísmo: Es el caso de los corresponsales que desean salir al aire, mientras que, para otros, “salir en las fotos” significa estar muerto. El autor no clama al cielo por la injusticia de la guerra, pero sí muestra lo estúpidamente cruel que puede ser. Pérez-Reverte, simplemente, narra su vida y la de sus compañeros, con un whisky en la mano derecha y un cigarrillo en la izquierda, entre risas y lágrimas.
El contenido de las anécdotas es tan vivo como el modo de relatarse. Podemos reconocer en ellas conflictos vistos en la televisión y reportajes discutidos en plática de sobremesa. Los recuerdos se suceden uno tras otro: el pueblo destruido, el colega despedazado a 10 minutos de arribar, o el otro que ha sobrevivido a todo y a todos. En Territorio comanche, el periodista arriesga su vida por una buena toma y por una historia que la acompañe.
El relato como el autor subtitula su libro, nos presenta hechos, hechos y más hechos, llenos de precisión y humor, características que solo puede encontrar en la guerra quien la ha vivido en carne propia. Son los recuerdos de dos compañeros que han pisado tantos muertos como países en conflicto. Las imágenes se repiten, y entre más crudas son para el lector, más indiferentes para los protagonistas, para quienes su mayor preocupación es que la noticia se cubra a tiempo. En medio de bombas y muertos, lo primero es llegar a tiempo para la transmisión del noticiero. El autor no escribe un alegato sobre la burocracia política e informativa, pero sí reclama su inutilidad y egoísmo: Es el caso de los corresponsales que desean salir al aire, mientras que, para otros, “salir en las fotos” significa estar muerto. El autor no clama al cielo por la injusticia de la guerra, pero sí muestra lo estúpidamente cruel que puede ser. Pérez-Reverte, simplemente, narra su vida y la de sus compañeros, con un whisky en la mano derecha y un cigarrillo en la izquierda, entre risas y lágrimas.
El contenido de las anécdotas es tan vivo como el modo de relatarse. Podemos reconocer en ellas conflictos vistos en la televisión y reportajes discutidos en plática de sobremesa. Los recuerdos se suceden uno tras otro: el pueblo destruido, el colega despedazado a 10 minutos de arribar, o el otro que ha sobrevivido a todo y a todos. En Territorio comanche, el periodista arriesga su vida por una buena toma y por una historia que la acompañe.