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Lewis-Tolkien. Amistad de corazón y letras

En el mercado mexicano se presenta una ocasión única: acercarse a la vida de estos dos grandes, a través de sendas biografías: C.S. Lewis, de Andrés Wilson y J.R.R. Tolkien, de Daniel Grotta. Luego de su concienzuda lectura, una de las tareas más sabrosas -y escabrosas- es realizar un somero análisis de cómo fue la relación entre Lewis y Tolkien. ¿Qué los separaba? ¿Qué los unía? ¿Qué influencia tuvo el uno en la obra del otro y viceversa?
Ambos autores fueron grandes amigos en Oxford, donde enseñaban con sólida erudición. Ambos liderearon el grupo informal de los inklings (juego de palabras que bien puede ser traducido como “los que mojan la pluma en tinta”). Formado por intelectuales y filósofos, se reunían periódicamente para leer y comentar sus escritos… y hablar de cuanto tema imaginable podría existir. Tolkien y Lewis se estimularon mutuamente. Los dos amaban los grandes mitos nórdicos y la literatura medieval… más que la producida en el siglo XX, pero también tuvieron enormes diferencias en cuanto a sus ideas y obra.

UN CATÓLICO Y UN INCRÉDULO

Cuando Tolkien y Lewis se conocieron, el primero era católico de nacimiento. Lewis, en cambio, nacido y criado en el Ulster protestante, era incrédulo y lleno de prejuicios. Él mismo lo describe así: “Desde mi primer ingreso al mundo, se me había advertido que nunca confiara en un papista, y cuando llegué a la Facultad de Inglés, que nunca confiara en un filólogo: Tolkien era ambas cosas”.
A Tolkien le fascinaba contar chistes en inglés, cantar en latín, narrar sagas en islandés, recitar poemas en anglosajón antiguo y canturrear en élfico (el idioma completo inventado por él, incluida su gramática y mitología). Pero, al mismo tiempo, carecía de método para escribir y era francamente perezoso. Llegó a decir en una entrevista al New York Times: “No son sólo las interrupciones, es el temor a las interrupciones”. Su gran obra, El señor de los anillos, le insumió casi quince años, mientras que El Sillimarion jamás pudo ser concluida.
A propósito de la edición de El señor de los anillos, hay en su biografía una excelente anécdota que ojalá fuera leída y aprendida por más de un editor: el hijo del editor inglés de Tolkien, al leer el manuscrito supo inmediatamente que estaba frente a una obra genial, pero que probablemente perdería cerca de mil libras con su publicación. Mandó entonces un telegrama a su padre, el dueño de la empresa, quien le contestó sabiamente: “Si es una obra genial, bien puedes perder mil libras”. Lo cierto es que las recuperó con creces…

EL CAMINO DE UN AUTOR FECUNDO

Lewis, en cambio, fue un escritor prolífico. Dejó tras de sí una abundante obra que va desde la autobiografía (Una pena observada y Sorprendido por la alegría), hasta la crítica literaria, novela (Mientras no tengamos rostro), pasando por obras de filosofía (Cartas del diablo a su sobrino, El diablo propone un brindis), divulgación (Mero cristianismo) y de literatura para niños (Las crónicas de Narnia y Cartas a los niños).
Se ha dicho que Lewis publicó demasiado y Tolkien muy poco. Lewis fue uno de los motores para que Tolkien concluyera El señor de los anillos, a la que consideraba una de las grandes obras de la literatura de este siglo.
Tolkien juzgó, no sin dolor, que Narnia no funcionaba, justamente porque no era un universo completo, cerrado y autosuficiente como el suyo. Narnia le parecía una fantasía menor. La verdad es que si se juzga la obra de Lewis a la luz de la de Tolkien, bien puede parecer ligera y fragmentaria…. pero la historia de este extraño país al cual se accede por un ropero, guarda una alegoría que fascina a los adultos y encanta a los niños.
Cada obra tiene su propia grandeza y si bien la gran mayoría de los lectores aprecian más la obra de Tolkien – sobre todo en el mundo de habla latina- lo cierto es que ambas subsisten juntas en la memoria de nuestro siglo como obras de gran envergadura y sugerente grandeza, por encima de sus diferencias… y las de sus autores.
Leer estas dos biografías es una excelente ocasión para acercarse al rico y complejo universo de la creación literaria. Lewis es un autor que merece ser mucho más conocido entre todos nuestros lectores.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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