Hoy, lo afirman muchos, la culpa la tiene el liberalismo. La crisis económica, así lo dicen, tiene su causa en el liberalismo económico que se viene practicando desde la época de Miguel De la Madrid, sexenio a partir del cual se abandonó el camino del nacionalismo revolucionario y de la economía mixta -sumamente gubernamentalizada- que le es propia. Lo cierto es que, quienes afirman tales cosas, una de dos: o no saben qué es el liberalismo (ignorancia probable), o mienten (mentira más que probable). ¿Qué será? El hecho es que, cuando de salir de tan grave crisis se trata, ni la ignorancia ni las mentiras son buenas consejeras.
Distingamos bien ¿qué es la economía de mercado?
El liberalismo no es el culpable de la devaluación del 94 ni del estancamiento con inflación que trajo consigo. Y no lo es porque no puede serlo, y no puede serlo porque nunca ha sido. El liberalismo, en la economía mexicana, simple y sencillamente no se ha dado. No hay que confundir el pragmatismo liberalizante, del cual sí hemos tenido mucho, con el liberalismo de principio, del cual hemos tenido, en el mejor de los casos, muy poco.
En lo económico, el liberalismo es economía de mercado, por lo que señalar como culpable de la devaluación y de la crisis al liberalismo, es tanto como culpar a la economía de mercado. Ella no puede ser la responsable porque, como ya se dijo, no se ha instrumentado cabalmente en nuestro país.
Nuestra economía no es de mercado, sino mixta, sin duda alguna menos gubernamentalizada que en el pasado, pero mixta al final de cuentas.
Para comprender lo anterior hay que comenzar por responder qué es el liberalismo económico. En esencia, es tres cosas:
1. No estorbar la actividad económica.
1. Definir puntualmente y garantizar jurídicamente los derechos de los agentes económicos (derecho a la libertad de emprender y consumir, derecho de propiedad sobre los medios de producción y derecho de propiedad sobre los ingresos y el patrimonio).
2. No distorsionar los procesos de mercado.
El resultado es la economía de mercado, que es la dimensión económica del liberalismo.
Tras la pista del culpable: tres posibles respuestas
Para identificar al verdadero «culpable» podemos preguntarnos: ¿ ya se llevó a buen término la desburocratización de la actividad económica? ¿Se han definido y garantizado jurídicamente los derechos de los agentes económicos? ¿Hemos acabado con la distorsión de los procesos de mercado? No. Por ello, no tenemos en México una economía de mercado. Si es así ¿cómo culpar de la devaluación y de la crisis a algo que no existe? En seguida, tres botones de muestra que responden a las preguntas anteriores.
Primero: la desburocratización en México debe ser, no solamente simplificación de trámites y ni siquiera su eliminación, sino eliminación de burócratas, es decir, de trabajos improductivos y, muchas veces, contraproductivos, en el gobierno. En los últimos veinticinco años la población del país creció en un 90%; la economía en un 70%, y la burocracia en un 400%. Mientras no se elimine buena parte de la burocracia gubernamental, toda la que es abiertamente contraproductiva, la desburocratización de la economía seguirá pendiente, y la burocracia seguirá estorbando la actividad de los agentes económicos.
Segundo: en México basta y sobra que el Congreso de la Unión promulgue una ley, en la cual se diga que a partir de mañana el Impuesto Sobre la Renta es del 75% para todos, para que a partir de mañana el gobierno se apropie de 75 centavos de cada peso generado como ingreso, por el contribuyente. ¿Estoy exagerando? Sí, sin duda alguna, pero no estoy inventando. La posibilidad antes señalada es poco probable, pero es real. Esto quiere decir que en la economía mexicana el derecho de propiedad del contribuyente sobre sus ingresos y su patrimonio no está, ni puntualmente definido ni jurídicamente garantizado. ¿Cómo remediarlo? Introduciendo en la Constitución una enmienda que, en esencia, diga lo siguiente: «El total de impuestos, tenencias, cuotas, permisos y demás desembolsos obligatorios a favor de las arcas gubernamentales, no podrá exceder del 20% del total de ingresos y patrimonio del contribuyente, sea éste persona física o moral». ¿Qué se lograría? Definir puntualmente y garantizar jurídicamente el derecho de los contribuyentes a la propiedad de sus ingresos y de su patrimonio, definición y garantía que forman parte esencial de la economía de mercado.
Tercero: mientras persista la inflación se mantendrá la distorsión de los procesos de mercado. La razón es que la inflación consiste en un alza general, sostenida y dispareja de los precios; no todos aumentan en la misma proporción ni con la misma rapidez, ello distorsiona la estructura de precios relativos (que es la manera en la que todos los precios de una economía se relacionan entre sí), lo cual distorsiona los procesos de mercado, que es contrario al liberalismo económico.
Bastan estos tres botones de muestra para mostrar que la economía mexicana no es, todavía, una economía de mercado.
La culpa de la crisis
La crisis de estancamiento con inflación se desató con la devaluación, y la devaluación fue el efecto de la sobrevaluación del tipo de cambio, sobrevaluación que fue, a su vez, el producto de la manipulación del tipo de cambio que hicieron los economistas del gobierno salinista; manipulación contraria a la no distorsión de los procesos de mercado que es, ya lo dije, uno de los tres pilares de la economía del mercado.
Muestra de la sobrevaluación es el siguiente dato: entre 1989 y 1994 la inflación en la economía mexicana fue un 150% mayor que la inflación en los Estados Unidos, lo cual demandó una devaluación de igual magnitud ¾ 150%¾ . Sin embargo, de 1989 a 1994 el peso se devaluó únicamente un 50%, con lo cual se acumularon presiones devaluatorias, solamente por razón del diferencial de inflaciones entre México y los Estados Unidos, ¡de 100 puntos porcentuales! Y los hechos lo verificaron. Durante el primer trimestre del 95, cuando las autoridades cambiarias dejaron flotar libremente el tipo de cambio en el mercado, la devaluación fue, puntos más puntos menos, del 100%.
La conclusión es clara: la devaluación y la crisis no se las debemos al liberalismo, que está en contra de la manipulación de los precios por parte de los economistas del gobierno (y el tipo de cambio es un precio: el del dólar en términos de pesos), sino de toda aquella gubernamentalización de la actividad económica que todavía se practicó durante el salinato, de entre la cual destacó la manipulación del tipo de cambio, manipulación contraria a la economía de mercado.
¿Qué camino?
La pregunta es inevitable, ¿qué camino debe seguir la economía mexicana? La respuesta correcta es: el de la economía de mercado. Debemos avanzar, ampliando y profundizando la desgubernamentalización de nuestra economía, hacia la sustitución de la economía mixta, que todavía tenemos, por la economía de mercado, que aún no tenemos.
Si alguna lección nos deja la historia económica del siglo XX, es que aquellas economías que más se acercaron a lo que es una economía centralmente planificada (antítesis de la economía de mercado), acabaron por desaparecer, mientras que las que se inclinaron hacia la economía de mercado, no solamente no han desaparecido, sino que no lo han hecho tan mal.
La pregunta es si en México ya aprendimos la lección.