Generalmente, los fondos de inversión de capital de riesgo son fondos cerrados con una vida limitada de 8 a 10 años que invierten en el capital de las empresas de manera minoritaria, aunque algunos invierten en posiciones mayoritarias tomando el control y colocando su propia administración. Por lo general, los fondos buscan salir de sus inversiones a través de la Bolsa de Valores o vendiendo a algún socio estratégico, y en algunos casos, los menos, se venden a los accionistas originales mediante una negociación predeterminada.
UNA HISTORIA DE ALTO RIESGO
El capital de riesgo ha existido desde los antiguos marinos mercantes que arriesgaban su capital para traer mercaderías, metales o piedras preciosas desde lugares lejanos con altos peligros implícitos (tormentas, enfermedades, piratas, etcétera), pero también con posibilidades de altos rendimientos. De hecho, el viaje de Cristóbal Colón se financió con capital de riesgo y el retorno de la inversión fue enorme para España.
En los Estados Unidos, desde los años 40 empezaron a desarrollarse fondos de capital de riesgo, llamados también «Venture Capital Funds», que invierten en empresas nuevas o en «ideas» nuevas (áreas como biotecnología, software, electrónica, salud, artículos médicos, etcétera). En este tipo de inversiones, el riesgo del «capital semilla» es muy alto, pero el retorno en las empresas exitosas es igualmente elevado. De acuerdo con informaciones del sector (Asset Alternatives Inc. 1998), las inversiones en E.U. en Venture Capital Funds durante 1997, excedieron los US$ 11 billones de dólares en más de 1,540 compañías. De hecho, algunos expertos financieros atribuyen la superioridad de los Estados Unidos en ciertos campos tecnológicos a la relativa facilidad para conseguir fondos para empresas prometedoras.
A través de los años, la industria de los fondos se ha ido especializando por:
* sector (industria, banca, bienes raíces, etcétera)
* estado de desarrollo de la empresa (nueva, en crecimiento, madura, etcétera)
* tamaño
* región geográfica dentro del mismo país
* tipo de estructura financiera (LBOs, mezzanine, MBOs, etcétera)
En la actualidad, tienen comprometidos en todos estos tipos de fondos más de $45 billones de dólares en fondos de capital privado y hay «demasiado dinero que persigue unas pocas inversiones» («too much money chasing few deals»), lo que contribuye a encarecer los proyectos y a reducir los rendimientos esperados. El rendimiento promedio de estos tipos de inversiones durante los últimos veinte años (1977-1997) ha girado alrededor del 16-18% anual neto para los inversionistas.
Estos fondos de capital de riesgo se nutren de fondos de pensiones tanto públicos como privados, fondos de universidades (los famosos endowments), compañías de seguros, bancos, familias adineradas… y son, por definición, fondos a largo plazo que buscan dedicar un porcentaje relativamente pequeño a inversiones con «mayor riesgo», con el fin de balancear su portafolio.
Como consecuencia de la globalización de los mercados financieros, en los años 80 estos fondos de capital de riesgo empezaron a buscar otros mercados con el fin de diversificar riesgos y buscar dónde colocar el capital creciente de los fondos de pensiones. Al principio fueron los países de Europa Occidental, y a medida que las economías de los países emergentes empezaron a abrirse requiriendo grandes montos para privatizaciones, proyectos de infraestructura, etcétera, comenzaron a canalizar montos importantes al Sureste Asiático, Europa del Este, América Latina y, en menor medida, hacia África y el Medio Oriente.
FONDOS DE MÉXICO Y LATINOAMÉRICA
Al inicio de los 90 se formaron fondos con énfasis regional para toda América Latina, aunque los países preferidos en un principio fueron Brasil, Argentina y Chile.
Fruto de las reformas estructurales de los gobiernos de la región, así como de la globalización de las economías, surgió una lucha por atraer capitales, más que préstamos, a través de las privatizaciones de empresas estatales, proyectos de infraestructura como puertos, aeropuertos, generación eléctrica, carreteras de cuota, plantas de tratamiento de agua, etcétera.
De acuerdo con una revista especializada (Latin America Private Equity Analist), el crecimiento de fondos de la región ha sido impresionante, y existen más de 22 fondos tanto locales como regionales.
En México se formaron, a fines de los 80, los fondos de inversión conocidos como SINCAS (Sociedades de Inversión de Capitales) con el fin de fomentar la inversión en empresas medianas y pequeñas. En marzo de 1998 existían en México 44 SINCAS operando con activos totales por $3247,480,000 pesos (aproximadamente USD$360 millones) con inversiones en 108 empresas por un total de $1929,828 pesos (aproximadamente USD$214 millones). Las inversiones tradicionales de las SINCAS son relativamente pequeñas y van de los $200,000 a los $2 millones de dólares por empresa.
Sin embargo, los fondos regionales latinoamericanos irrumpieron en el mercado mexicano a partir de 1993 y eran, por lo general, fondos domiciliados en el extranjero con las siguientes características:
a) Fondos latinoamericanos con un porcentaje relativamente pequeño dedicado a México (entre un 20 y 30% del total).
b) Oficinas de operación en los Estados Unidos y asociadas con empresas locales en cada uno de los países en los que trabajan.
c) Inversiones relativamente grandes con una base de $10 millones hasta $50 millones de dólares por empresa, aproximadamente.
d) Las participaciones por lo general son minoritarias, aunque en algunos casos no, y buscan consolidar empresas del mismo sector con el fin de crear sinergias.
Aunque los fondos extranjeros que operan en México son generalistas (es decir, invierten en casi todos los sectores), con el tiempo han surgido fondos que invierten exclusivamente en un país y buscan sectores de alto crecimiento y rentabilidad por arriba del promedio (alimentos, telecomunicaciones, distribución, infraestructura, seguros, transporte, etcétera).
¿Y EL FUTURO?
Después de la crisis de 1994-1995, los empresarios mexicanos que estaban fuertemente endeudados se dieron cuenta que el modelo de crecimiento existente desde los años 40 a base de deuda no podría seguir: requerían capital fresco para crecer y competir en un entorno globalizado y cada vez más competitivo.
Además, las empresas mexicanas son, mayoritariamente, empresas familiares que requerían de socios para agregarles valor a través de contactos en el extranjero, alianzas estratégicas, nuevas tecnologías, mercados o productos, etcétera. El no tener estándares internacionales de calidad y/o de operación podría hacer que las empresas fracasaran al no poder competir en el siglo XXI.
Las oportunidades que presenta México por el TLC, hacen prever que el flujo de capitales internacionales lo harán cada vez más atractivo al capital extranjero, aunado a los proyectos de privatización que, si bien se han retrasado en este sexenio, eventualmente darán su fruto atrayendo flujo de capitales.
El capital de los fondos de pensiones mexicanos, una vez que se cree una masa crítica a través de las AFORES y que se destine un pequeño porcentaje a capital de riesgo (al igual que los fondos de pensiones en el mundo desarrollado), tomará su lugar como fuente de financiamiento importante mientras que los capitales de los fondos extranjeros serán durante los siguientes años un complemento y motor importante en el desarrollo del país.