Don Segundo Sombra
Ricardo Güiraldes
Novela
Losada. Buenos Aires. 1998, 287 págs.
Ricardo Güiraldes
Novela
Losada. Buenos Aires. 1998, 287 págs.
«¡Hacete duro, muchacho!», es el reiterado consejo que don Segundo Sombra le da al protagonista de esta historia. Sin nada que perder, un joven deja atrás sus pocas ataduras y decide seguir a don Segundo, un gaucho de pocas palabras y modos bruscos, que parece condensar toda la sabiduría de la pampa. A fuerza de silencio y de rigores, don Segundo acaba por enseñarle, más que el oficio de resero, la disciplina y la indiferencia del hombre solitario, del hombre curtido y cabal.
Para disfrutar la más renombrada novela de Ricardo Güiraldes (1886-1927), se necesita tener dispuesto el paladar para sabores nuevos, para palabras, expresiones y giros del lenguaje que no están en nuestro menú literario habitual. Esta edición incluye un diccionario de argentinismos usados en Don Segundo Sombra, donde aprendemos que «filiar» significa examinar de arriba a abajo a una persona, que «tranca» se le dice a una borrachera y que «recado» es el conjunto de prendas que forman la montura de un caballo. En sus diálogos, Güiraldes emula el habla local; el misterioso don Segundo, por ejemplo, habla de esta manera: «La pelea, en güena ley y asigún el mesmo desafio del finao, debió concluir donde lo cortaron».
En lo que tiene de material, Don Segundo Sombra relata los avatares de arrear novillos por la llanura interminable y de dormir a cielo raso. También cuenta el descanso de parar en una estancia donde hay peleas de gallos, carreras de caballos, pleitos a cuchillo y, de vez en cuando, una «chinita» a quien la rudeza del campo no le ha quitado el arte de mirar con intención. En lo que tiene de ideal, es una novela donde a la vida no se le rezonga, donde se le hace frente no con argumentos, sino con voluntad y carácter.
Para disfrutar la más renombrada novela de Ricardo Güiraldes (1886-1927), se necesita tener dispuesto el paladar para sabores nuevos, para palabras, expresiones y giros del lenguaje que no están en nuestro menú literario habitual. Esta edición incluye un diccionario de argentinismos usados en Don Segundo Sombra, donde aprendemos que «filiar» significa examinar de arriba a abajo a una persona, que «tranca» se le dice a una borrachera y que «recado» es el conjunto de prendas que forman la montura de un caballo. En sus diálogos, Güiraldes emula el habla local; el misterioso don Segundo, por ejemplo, habla de esta manera: «La pelea, en güena ley y asigún el mesmo desafio del finao, debió concluir donde lo cortaron».
En lo que tiene de material, Don Segundo Sombra relata los avatares de arrear novillos por la llanura interminable y de dormir a cielo raso. También cuenta el descanso de parar en una estancia donde hay peleas de gallos, carreras de caballos, pleitos a cuchillo y, de vez en cuando, una «chinita» a quien la rudeza del campo no le ha quitado el arte de mirar con intención. En lo que tiene de ideal, es una novela donde a la vida no se le rezonga, donde se le hace frente no con argumentos, sino con voluntad y carácter.